Las músicas andinas colombianas en los albores del siglo XXI. John Jairo Torres

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Las músicas andinas colombianas en los albores del siglo XXI - John Jairo Torres

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como la «conjunción de dos o más estilos distintos, para producir una forma única e identificable por separado de ellos». En la fusión se deben reconocer claramente los elementos particulares y característicos de cada género musical fusionado.

      García Canclini define los procesos de hibridación como «procesos socioculturales en los que estructuras o prácticas discretas que existían en forma separada se combinan, para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas» (Banco de la República, s. f., p. 1). La hibridación se genera por la globalización, el tráfico de sonidos, modas, comidas e imágenes que proceden de diversos territorios y culturas.

      Costumbre

      Según el DLE, ‘costumbre’, del latín cosuetumen, por consuetūdo, -ĭnis, significa: «1. f. Hábito, modo habitual de obrar o proceder establecido por tradición o por la repetición de los mismos actos y que puede llegar a adquirir fuerza de precepto. 2. f. Aquello que por carácter o propensión se hace más comúnmente. […] 4. f. pl. Conjunto de cualidades o inclinaciones y usos que forman el carácter distintivo de una nación o persona.

      Folclor

      Según el DLE, ‘folclor’ significa: «1. m. Conjunto de costumbres, creencias, artesanías, canciones, y otras cosas semejantes de carácter tradicional y popular». Lauro Ayestarán (citado por Adib et al., s. f., p. 3) afirma que los elementos que caracterizan al hecho folclórico son su transmisión oral (también la llama transmisión iletrada), y su antigüedad, ya que «ningún folclor nace por generación espontánea»; y que se genera e irradia (como hecho folclórico) desde el «ámbito campesino».

      En su libro Concepto de folclor (1956), Carvalho Neto problematiza de forma concreta el concepto de folclor, y ubica la disciplina del folclor como «una ciencia que forma parte de la antropología cultural. El hecho folclórico se caracteriza por ser tradicional, funcional, anónimo, espontáneo, vulgar, superviviente y colectivo» (Adib et al., s. f., p. 4). Por su parte, Bauman afirma lo siguiente:

      El folclor hace énfasis en la idea de lo colectivo, de la propiedad comunal, en el desestimo del individualismo, que permite la transmisión intergeneracional, la continuidad, el mantenimiento de la autoridad tradicional dentro de una comunidad, al mismo tiempo que una idea de homogeneidad, de identidad de los grupos e individuos (Bauman, 1992, pp. 31-32).

      Por tanto, el folclor es un concepto que abarca una parte del proceso de transmisión de la tradición. El folclor tiene que ver con la identidad de una nación o de un grupo social humano.

      Música folclórica

      La música folclórica, de acuerdo con el investigador Luis Sandi, es:

      Aquella que el pueblo ha recibido por tradición, que ha hecho suya en forma colectiva sin que pueda saberse a ciencia cierta quién fue el que la inventó, que se toca o se canta con modificaciones individuales o regionales, que tiene el aspecto de una improvisación al mismo tiempo que la inmutable repetición de fórmulas características, y que no está regida por las normas de la composición profesional [...] La música folclórica, como todo el arte folclórico, tiene una belleza y un encanto característicos. El pueblo, con su buen gusto innato y a través de años y aun de siglos, va puliendo, depurando, refinando sus expresiones artísticas, hasta darles esa alta calidad que todos reconocemos en el arte auténtico del pueblo, en todas partes del mundo y cualquiera que sea el grado de adelanto cultural del grupo que lo produce (Sandi, s. f., p. 26).

      Retomo el concepto del investigador Javier Ocampo López (2004) que publiqué en el libro Juglares hispanoamericanos:

      Los hechos folclóricos son colectivos, pues pertenecen a una sociedad que los trasmite por tradición, con fuerza y vivacidad, a través del tiempo. Son populares por cuanto se convierten en el patrimonio más querido de los pueblos. Son espontáneos o naturales, pues se expresan en forma oral y no reflexiva. Son funcionales, porque se identifican con la vida espiritual, material, social y económica de la comunidad. Son regionales por cuanto se localizan en una determinada región y expresan los modos y circunstancias locales en una dimensión de espacio de relación universal. Adquieren anonimato por cuanto, al pasar de individuo a individuo y de generación en generación, sus orígenes se van perdiendo hasta desaparecer completamente. Son hechos vigentes porque, a pesar de aparecer como supervivencias tradicionales, se manifiestan con todo vigor y fuerza en la sociedad, que los considera como frutos de aquella herencia ancestral (Torres, 2005, p. XV).

      Al respecto, señalo que sigo convencido de que las músicas andinas colombianas no cumplen con la tesis anterior.

      Una cosa es que nuestra música sobreviva en algunos pocos pueblos etnográficos de manera pura y auténtica, o que algunos pequeños grupos de personas la amen y la cultiven, y otra muy distinta es que esta música represente el sentir del pueblo, su identidad y su patrimonio. No podemos pretender identificarnos con algo, ni mucho menos aun amar algo que no conocemos. Nuestra música no es ni folclórica ni popular, a no ser que folclor sea sinónimo de museo (Torres, 2005, p. XV).

      La transmisión de las músicas andinas colombianas se ha suspendido. Los medios de comunicación la ignoran, y los eventos que la cultivan no tienen el alcance suficiente para ser colectivos ni la fuerza para atraer nuevos públicos. Las músicas andinas colombianas no son funcionales: pocos nos identificamos con ellas.

      Es posible que se me califique como alguien que plantea una visión “apocalíptica”, en la que los hechos folclóricos andinos de Colombia tienden a olvidarse. Peor aún, a desaparecer por causa de los procesos de modernización y globalización, de la desidia de los que tienen el poder y las herramientas para “salvar” lo verdaderamente nuestro: el Estado, las instituciones educativas, los medios de comunicación, las industrias culturales y los artistas.

      Identidad

      Según el DLE, ‘identidad’, del latín tardío identĭtas, -ātis, significa: «2. f. Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. 3. f. Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás».

      Identidad nacional

      Son la aceptación, la práctica y el cumplimiento de los valores culturales los soportes y los referentes para preservar el orden de una sociedad. Los rasgos distintivos de cada identidad nacional se han fijado –y se siguen fijando– mediante largos procesos de asimilaciones, aportes, cambios y adaptaciones.

      Por lo tanto, la identidad de una región o de un país se integra como un conjunto de asimilaciones culturales capaces de conformar una manera de ser y de dar sentido a la vida:

      La identidad lo es frente a uno mismo. Frente a los demás, la identidad es diversidad. [...] De manera que la salvaguarda de la identidad y, por tanto, de las tradiciones, es la garantía de su misma existencia. Al dejar sus tradiciones, esto es, al despojarse de su identidad –o al ser despojada de ella– el grupo social desaparece como tal grupo, aun cuando sigan viviendo algunos de sus miembros (Herrejón, 2010, p. 142).

      Cultura y patrimonio cultural

      Paul Ricoeur –pensador francés muerto en 2005– afirma que «la forma con que un pueblo desarrolla su cultura se basa en la ley de la fidelidad y de la creación. Una cultura muere cuando no se renueva ni se recrea» (Ricoeur, 1990, p. 260).

      En

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