Buscando una esperanza. Valmy Ardila

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Buscando una esperanza - Valmy Ardila страница 3

Автор:
Серия:
Издательство:
Buscando una esperanza - Valmy Ardila

Скачать книгу

Pensábamos que, si el resultado de la prueba era negativo, podríamos intentarlo una vez más, una segunda oportunidad.

      A las 2:30 pm recogí a mi hija del colegio. Ella también estaba emocionada e ilusionada. Por varios años deseaba tener un hermanito en casa y éste podría ser el momento. Me detuve a contemplar la vitrina de una tienda antes de ir al laboratorio.

      —“¡Mami apúrate! Vamos a buscar el resultado”.

      —“Espérate hija, tenemos tiempo. Podemos comer algo primero o ver algunas vitrinas antes de ir a recoger el resultado. Estoy un poco nerviosa”.

      —“¡No mami! ¡No hay tiempo para tiendas! ¡Vamos!”

      —“¡Vamos!”

      Llegamos al laboratorio. Le di a la recepcionista mi nombre y apellido, y comenzó a imprimirlos. Cuando iba a colocar el resultado en un sobre blanco, mi hija trataba de ver los resultados de forma curiosa. Le dije a Isabella, “Hija recíbelos tú, porque yo sé que salió negativo”.

      La recepcionista entrega el sobre a mi hija con una gran sonrisa en el rostro y asintiendo con su cabeza mientras le daba los resultados tan esperados. En este momento interrumpí:

      —“¿Qué? ¿La prueba salió positiva?”

      Ella asintió nuevamente con su cabeza, mostrando una gran sonrisa en su rostro. Tomé la prueba entre mis manos y leí que efectivamente ¡estábamos embarazados! ¡El resultado era positivo!

      Mi hija y yo nos abrazamos. Comenzamos a sollozar de emoción. La dama sorprendida dijo: “¡Felicidades!”

      —“Usted no sabe lo que hemos hecho para logar este embarazo,” respondí. “¡Finalmente Dios escuchó nuestras súplicas!”

      Ella emocionada como nosotras nos abrazó a mi hija y a mí, y terminamos las tres saltando de alegría como pequeñuelas en la sala de recepción.

      Era el momento de avisarle a mi esposo y al resto de la familia para darles la gran noticia. Llamé a mi esposo quien me atendió de inmediato:

      —“Amor, ¿qué paso?”

      —“¡Estamos embarazados! ¡Vas a ser papá!”

      Mi esposo estaba en la oficina y solicitó un permiso para ir a casa a celebrar con nosotros esta gran noticia. Con mi hija, empezamos a llamar a todos nuestros familiares: mis padres, mis suegros, mis cuñados, hermanas y mejores amigos. Cada llamada venía acompañada de gritos de alegría y felicitaciones. Esta noticia era un bálsamo para quienes nos habían acompañado en este camino y quienes también deseaban la llegada de este bebé.

      Al encontrarme con mi esposo sólo nos abrazamos llenos de alegría. ¡Lo habíamos logrado! Antes de acostarnos oramos llenos de agradecimiento a Dios y pedimos que todo siguiera avanzando bajo su protección. Sabíamos que todo no estaba garantizado. En nuestro caso, nos había costado mucho llegar hasta este punto y ahora había que cuidarse más que nunca.

      2

      El Embarazo

      Una actitud positiva puede hacer

      que los sueños se hagan realidad

      –David Bayley

      Tras haber recibido tan grata noticia, me comuniqué con el médico especialista. Llevamos la prueba de embarazo y se la entregamos. Él nos esperaba sonriente, simpatizando con nuestro sentir como padres y lleno de satisfacción como galeno. Una vez que procedió a examinarme, a medida que iba haciendo la ecografía, señaló:

      —“Aquí está el saco embrionario”.

      Sin embargo, la expresión de su rostro cambió de alegría a preocupación. Empecé a preguntarme qué ocurría, cuando el doctor prosiguió:

      —“Cerca del saco embrionario hay un coágulo de sangre, y se visualiza una zona de desprendimiento de aproximadamente 20%. Esto debe ser tratado como una amenaza de aborto. En un 90% de los casos esto podría llevar a una pérdida espontánea. No te asustes si tienes un pequeño sangramiento. Sin embargo, existe también la posibilidad que este coágulo se reabsorba y el embarazo prosiga. Estos son los dos escenarios que tenemos”.

      Al leer la incertidumbre de nuestros rostros, añadió:

      —“No se desanimen. Vamos a tener calma y fe. Debes guardar reposo absoluto por una semana y te evaluaré al cabo de este tiempo nuevamente”.

      Salimos del consultorio muy tristes. Era inevitable no sentirse así. En todo el camino a casa no se pronunció una palabra. Silencio absoluto. Mi esposo y yo luchábamos entre el deseo de tener este hijo y la posibilidad de perderlo. Tratando de darnos un poco de ánimo, cada noche orábamos juntos, pidiéndole a Dios que todo prosiguiera bien. Una vez más me hinqué delante de Dios y de San Antonio y le dije: “Si permites que nazca, llevará tu nombre”.

      Durante estos días nuestra familia nos acompañó muy de cerca. Me ayudaban con las labores de casa y trataban de asegurarse que guardara el reposo que me había indicado el doctor. Los días pasaron, y el tiempo de la nueva evaluación había llegado. Esta vez, el doctor al hacer otra ecografía menciona:

      —“El coágulo de sangre desapareció, es decir, se reabsorbió. ¡Esto es bueno! El saco embrionario parece estar bien. Sigues embarazada.” A esto agregó: “Debemos hacer chequeos semanales para ver cómo va evolucionando todo”.

      La esperanza llegó de nuevo a nuestros corazones. ¿Estaríamos aún más cerca del milagro tan deseado? Ahí estaba un pequeñito luchando por su vida, luchando por venir al mundo desde su concepción. Con la esperanza renovada, una esperanza capaz de vencer los miedos, mi esposo y yo entendimos que podíamos seguir adelante sólo agarrados de la mano de Dios. Sin Él nada sería posible. Era Él quien mantenía vivo el gran milagro en mi vientre. De Él procedía la calma y fuerzas necesarias en estos momentos.

      Una Prueba en el Camino

      Cada evaluación médica llevaba consigo gran expectativa, pero avanzamos hasta completar el primer trimestre de embarazo. Comencé a ganar peso rápidamente. Tenía mucha hambre, ansiedad, sueño, y al cabo de tres meses había engordado casi 5 kilos demás. Mi doctor me alertaba sobre el estado de mi salud, pues un peso excesivo no traería nada bueno. Fue un embarazo de muchas náuseas, y allí comenzaron las especulaciones de familiares y amigos:

      —“Debe ser varón, porque el bebé varón causa muchas náuseas”.

      —“Quizá el bebé tiene mucho cabello, eso causa acidez”.

      Era muy gracioso escuchar todos los dichos de abuelitas y que de alguna manera hacían volar mi mente cada segundo que pasaba.

      El crecimiento y evolución de mi bebé era normal: su peso, el tamaño de su cabecita, su columna, su pequeño corazón y el resto de sus órganos. Hasta ahora estábamos satisfechos al saber que todo iba marchando a favor de nuestro pequeño. Sin embargo, la acidez estomacal, los vómitos y náuseas eran constantes. Cuando mi esposo llegaba del trabajo, no quería decirle cómo me

Скачать книгу