La Voz. Carlos E. Baz Garfias
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Le comente- si ya no quería seguir en la mesa conmigo lo entendería. Ella se paro de la mesa, yo hizo lo mismo, me sonrió, se seco las lagrimas con su mano izquierda, me abrazo, al separarse me dio un beso muy delicado en mi mejilla - gracias por este momento - volvió a decir. Llamo a su amiga y salieron de la discoteca. Me senté, estaba cansado, confundido, no sabia que pensar, había planeado divertirme esta noche pero nao fue así. Mi amigo llego en segundos con una lluvia de preguntas, me recordó que era la segunda vez que pasaba, le comente que se olvidara de todo, que después hablaríamos de lo que había pasado, fue una excusa mía, ya que no tenia intención de hablar del tema.
Ya en el hotel.. Apagamos la luz del cuarto, me recosté en la cama viendo al techo, sintiendo la brisa del ventilador. Era una noche calurosa, tranquila. No pude dormir por estar pensando en lo acontecido. Estaba impresionado por el amor de esta chica a su novio que había perdido, la cara de alegría al verme, no podía borrarla de mi mente. Sabia que el novio había muerto pero no sabia como, ni cuando había sucedido.
Nos levantamos tarde, decidimos comer en el hotel y refugiarnos en la alberca. Ninguno de los dos tenia ganas de caminar por la ciudad; a mi amigo de alguna manera también le había afectado lo acontecido. Empezó a oscurecer, regresamos a nuestra habitación, vimos un rato la televisión acompañados de una cerveza. Alrededor de las 9: 30 pm salimos a buscar un lugar para cenar. Teníamos hambre, por el momento pensamos ir a la discoteca pero sabíamos que tendríamos el mismo problema del Viernes.
El Domingo por la mañana regresamos a la capital, cerré los ojos tratando de dormir, ya que me hacia falta, el autobús venia con poca gente. La cara de la chica llego a mi mente, su sonrisa no se apartaba de mi...Después de muchos años tuve la respuesta, el espíritu del novio tomo mi cuerpo por un momento para despedirse de su novia y transmitirle paz.
El Susurro
Suena a ficción pero no lo es, podría inclinarse mas a lo paranormal pero también a la locura. Pero lo que si es cierto es que esta conmigo desde muchísimos años. Mi "voz" como la llamo siempre. Ella, me susurra alguna palabra de relajamiento, de control de la situación, de ayuda en situaciones de peligro. Nunca se cuando se va a ser presente. No suena ninguna campana de entrada, o algún señal diciendo aquí estoy. Pueden pasar semanas hasta meses sin saber de ella, me imagino que toma sus vacaciones y merecidas, ya que, les confieso, que en ocaciones soy un poco rebelde. No soy fácil de domar pero cuando oigo ese susurro en alguno de mis oídos, la situación toma otro matiz. Hay momentos de nervios, de duda, de imaginarse lo peor pero con solo unas cuantas palabras mi semblante cambia, y todos esos demonios que llegaron al momento se esfuman. No dejo de sorprenderme lo que este susurro hace y como ayer paso, al encontrarme con un grupo de muchachos mal encarados, salí triunfante otra vez.
El Cabecilla
Me encontraba a un lado de la cancha de baloncesto que se encuentra en la unidad Habitacional donde vivo; sentado en una de las bancas donde me reunía con mis amigos y amigas, poco a poco empezaron a llegar mas amigos hasta ocupar varias bancas que estaban a un lado de la cancha. Un amigo tenia problemas en la secundaria donde estudiaba y ese era el tema de la reunión. El estudiaba en otra colonia, cerca de donde vivíamos. Había un grupo de muchachos dirigidos por uno mayor que todos, apodado "el cabecilla", que molestaban seguido a mi amigo. El se defendía pero ellos eran varios. Hubo ocaciones que le llegaron a pegar. Al final de la reunión por votación unánime decidimos presentarnos el Viernes a la hora de la salida para enfrentar a estos chavos. Llegamos unos 15 minutos antes que salieran los estudiantes, nosotros sabíamos que ellos no eran muchos pero el "cabecilla" ya era una persona adulta, nosotros todavía éramos unos adolescentes. Aunque en mayoría los superábamos pero no queríamos sorpresas. No sabíamos si otros estudiantes los apoyarían. La pelea duro poco éramos el triple de ellos. La única persona que realmente nos interesaba era el cabecilla de la banda. El como todo un cobarde fue el primero de abandonar el barco, salió corriendo, varios de mis amigos fueron tras de el así como yo. En ese tiempo tenia muy buena condición física, todos los días salía a correr mis 6 kilómetros a excepción del domingo que me la pasaba en casa todo el día. A la vez cumplía una rutina de ejercicios. En pocos minutos rebase a mis amigos, el cabecilla nos llevaba ventaja pero poco a poco fui cortándola.
Me di cuenta que yo era el único que podía darle alcance. Llegamos a una rampa de piedras y el cabecilla tomo ese camino, en ese momento me di cuenta que era cuestión de minutos, el jadeaba, sacaba aire por la boca, estaba ya cansado; pensé que era mejor si lo agarraba de la camisa y jalarlo para que cayera o meterle el pie. Era cuestión de segundos, sentía su respiración, como inhalaba aire con desesperación, el sabia que lo tenia, sabia que estaba perdido. Mi mano derecha se empezó alargar para poder tomarlo de su camisa, nunca llegue alzar totalmente mi brazo, mi oido escucho algo, si era mi voz, solamente la oí dos veces, fue suficiente para mi - déjalo ir - fue lo que dijo. Esa voz que me regreso a este mundo cuando estaba en el asfalto tirado ya sin vida. Esta voz que no ha parado de guiarme, esta voz que en ocaciones desaparece por días pero momentos como este aparece de la nada. Llega a mi telepáticamente. Regrese mi brazo a la posición que lo tenia cuando corría, mis piernas empezaron a perder fuerza hasta detenerme bruscamente. El cabecilla siguió corriendo, alcance ver una sonrisa en sus labios. Me sentía agotado por el esfuerzo que había echo, me senté sobre las piedras de esta rampa. Mis amigos llegaron y me rodearon, buscaban una explicación de porque lo había dejado ir - lo tenias en tus manos - un amigo me reclamo. Ellos seguían con sus preguntas, yo miraba al piso, estaba confundido, realmente no los escuchaba. Me pare y empece a caminar a casa de regreso, Mis amigos se sorprendieron, voltee y dije - alguien quiere regresar conmigo - ya no hay nada que hacer aquí - algunos me siguieron otros esperaban todavía una respuesta que no había, ya que no entendían porque había parado en seco, porque había dejado ir al cabecilla. Solamente lo sabia mi voz, ya que yo todavía estaba confundido.
Al llegar a casa me fui directo a mi cuarto como en otras ocaciones me recostaba y cerraba los ojos para recordar lo que había pasado. Todo el fin de semana me desaparecí de mis amigos y especialmente de mi novia, no tenia ganas de verlos; no era porque yo me sintiera mal por lo que había pasado, sabia que la voz había tenido una razón pero en ese momento yo no lo sabia. El Martes salí temprano de la escuela así que decidí pasar a ver a mis amigos antes de llegar a casa. Encontré a varios en las bancas que están a un