Mentiras De Familia. Dawn Brower

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Mentiras De Familia - Dawn Brower

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demasiado en él para mantener las operaciones diarias. Su amigo se encontraba en una situación similar, pero él no había mostrado ninguna señal de querer continuar con su educación.

      Ben dio la vuelta al mostrador y se inclinó. “Oye, Coop, ¿puedes escaparte para salir conmigo en la lancha?”.

      Cooper negó con la cabeza. “Quisiera acompañarte, pero tengo mucho que hacer aquí. Olivia tiene el día libre, así que estoy de guardia toda la noche. Tal vez podamos salir mañana. Sabes que mi papá ya no viene mucho a la posada”.

      Benjamín frunció el ceño antes de decir: “demonios, qué mal. Hubiera sido divertido. No he tenido la oportunidad de salir en la lancha durante este año. El trabajo ha sido agobiante. Finalmente tengo una noche libre y mi mejor amigo se niega a acompañarme”.

      La familia de Ben era propietaria de la única compañía de construcción del lugar. No pasaba un día sin que tuvieran un flujo constante de trabajos por completar. La época del año o la estación no importaban porque tenían tanto trabajo por hacer en los alrededores. Tenían muchos contratos que a menudo tenían problemas para cubrir la demanda. Por fortuna, Anderson Construction tenía muchos empleados para ayudar con la carga de trabajo. Ben era el más joven de cinco hermanos y cada uno tenía una responsabilidad en la dirección de la compañía constructora. Sin embargo, siendo el bebé de la familia, en ocasiones podía consentirse un poco.

      Cooper y Ben habían sido amigos desde el kínder. La personalidad narcisista de Ben estaba tan arraigada en los sentidos de Cooper que ni siquiera lo notaba más. Él encarnaba completamente la frase: “¿Perfecto yo? Por supuesto, acéptalo”. Ben siempre encontraba tiempo libre para relajarse. Cooper no podía culparlo en realidad. Eran jóvenes y debían tener algunos momentos de placer. En este momento del verano, Ben tenía que estar necesitando un poco de tiempo libre. Era su época más ocupada del año…

      Sin embargo, Cooper tenía responsabilidades y en pocas palabras, no podía abandonarlas para salir con Ben. No había nadie que pudiera cubrir el puesto si dejaba la posada. Pasar un tiempo en el lago con su mejor amigo, sonaba maravilloso, pero no podía suceder. Sin importar cuánto Ben intentara convencerlo, no cambiaría el hecho de que él era el único que podía estar en la posada para atender a los huéspedes. No estaba seguro de que pudiera salir, incluso si tuviera la oportunidad. Menos, estando Amethyst Keane como su reciente huésped en la posada. Ella era su nueva obsesión y deseaba estar disponible si ella decidía aceptar su oferta. “Ojalá pudiera”. Le dirigió a Ben su mejor sonrisa de disculpa. “Tengo demasiado qué hacer”.

      “¿Cuándo crecimos y nos convertimos en nuestros padres?”, preguntó Ben con el disgusto retumbando a través de su voz.

      “Justo después del bachillerato, aunque también está inmerso en nuestras cabezas”. Cooper soltó una risita. Tenía que reír o se desplomaba. No odiaba su vida. Tan solo…en ocasiones deseaba haber tenido otras opciones.

      Ben sacudió su cabeza con repulsión. “Tenemos veintiún años y siento que vivimos y respiramos las expectativas que nos arroja este pueblo. Estoy pensando en marcharme”.

      “No, no puedes. No sería lo mismo aquí sin ti”. Un movimiento atrajo la mirada de Cooper y se giró para ver qué podía ser.

      Amethyst bajaba por las escaleras llevando un pequeño bolso de mano. Sus rizos color ébano estaban levantados en una desordenada cola de caballo, unas cuantas mechas escapaban de donde las tenía atadas hacia atrás. Sus gafas de sol estaban por encima de su cabeza y llevaba un par de pantalones cortos color blanco como la nieve y una camiseta sin mangas del mismo color que sus ojos verdes. Miró hacia Ben y Cooper y sonrió. Su sonrisa seductora hizo que Ben estuviera tan asombrado como Cooper, cuando sus ojos se posaron en ella la primera vez. Amethyst no lo sabía, pero ambos podían hacer lo que ella pidiera. Cooper se levantó al lado del mostrador y le preguntó mientras ella se aproximaba: “¿Te diriges a explorar nuestro encantador pueblo?”.

      “Oh sí, no puedo esperar para descubrir todos sus secretos”. Amethyst asintió con entusiasmo.

      Cooper sonrió antes de decir: “¿Eso es todo? Bueno, entonces te veré de vuelta en unos cinco minutos. ¿Cierto, Ben?”.

      Los ojos de Ben brillaban con sorpresa. Si Cooper no lo supiera mejor, pensaría que su mejor amigo nunca antes había visto mujer tan hermosa. Quiso llegar a él y darle un golpe en la cabeza. Tal vez debía ceder ante el impulso…

      “¿Qué?”, la atónita mirada de Ben nunca dejó a Amethyst.

      Cooper sacudió la cabeza con desconfianza. Tan pronto como Amethyst se marchó, planeó tener una detallada conversación con su mejor amigo. De ninguna manera iba a permitirle entrometerse en lo que consideraba su territorio, fuera su mejor amigo, o no. Quiso golpear su puño en el mostrador y reclamar su parte como un niño. En realidad, le gustaba Amethyst y no quería que Ben arruinara ninguna oportunidad de llegar a conocerla mejor. Por ahora, tan solo regresaría a Ben de las nubes y explicaría el tema de conversación actual.

      “Los secretos del pueblo. No debería tomar mucho tiempo para descubrirlos”. Pronunció lentamente estas palabras para que penetraran en el cerebro asombrado de su amigo.

      Ben juntó sus cejas y lo miró fijamente. Después rascó su cabeza, mirándolo como si se hubiera vuelto loco. “¿Qué secretos? ¿Te caíste y te golpeaste la cabeza?”.

      Amethyst se rió y explicó: “Oh, todo pueblo tiene secretos. Tan solo necesitas saber qué preguntar”.

      “Bueno, ¿cómo se supone que debes saberlo si eres fuereño?”. Cooper no entendía lo que ella insinuaba.

      Amethyst encogió sus hombros. “Yo no. Al menos no todavía. No he conocido a nadie más que a ti, y bueno, supongo que es tu amigo. Aunque hasta ahora no sé su nombre”. Ella lo miró esperando que hiciera las presentaciones.

      Cooper en realidad no quería presentarle a Ben. Puede que no fuera un buen amigo, pero conocía demasiado bien a Ben y no le molestaría. Como estaban las cosas, realmente quería tener una conversación privada con Ben y necesitaba que Amethyst se marchara. Era momento de explicar cómo las cosas tendrían que ir con su mejor amigo. Mientras más pronto, mejor. Odiaría asesinar a su amigo de la infancia por entrometerse. Por ahora, tendría que verse menos rudo de como se estaba sintiendo.

      “Este es mi mejor amigo, Ben Anderson. Ben, ella es Amethyst Keane. Esta tarde llegó al pueblo”.

      Finalmente, Ben pareció despejarse las telarañas de su cerebro mientras sonreía a Amethyst. Extendió su mano para estrecharla con la de ella. “Encantado de conocerte. ¿Hacia dónde te diriges exactamente? Tal vez pueda ser de ayuda. Después de todo, soy la mejor persona en el pueblo, o sea para los recorridos”.

      Cooper tuvo que contenerse para no estrangular a su mejor amigo. Su impulso homicida se estaba volviendo frontal y central. Apretó sus dientes mientras sus dedos presionaban el borde del mostrador. Rezó por que ella no dijera sus planes.

      “Bueno, no deseo compañía, pero gracias por el ofrecimiento. La primera vez que llego a un pueblo, me gusta descubrirlo todo por mí misma. Tal vez en otra ocasión que pueda necesitar de un guía turístico, en algún momento, mientras siga aquí”.

      Una sonrisa llena de pecado apareció por las facciones de Ben. Estaba tan claro como el día cuáles eran sus intenciones. Se inclinó ante Amethyst y respondió: “Estoy aquí para tu entretenimiento. Pide y se te concederá. Avísame si me pondré por completo a tu disposición”.

      Sí, Cooper decidió que cuando Amethyst se marchara, definitivamente

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