Mentiras De Familia. Dawn Brower

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Mentiras De Familia - Dawn Brower

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no podía haberse visto más eufórico, ni aunque lo intentara. “Esperaré conteniendo la respiración hasta que me contactes; si deseas considerarme, pregunta a Coop cómo puedes encontrarme”.

      Ella asintió con la cabeza y comenzó a dirigirse hacia la puerta principal. “Tendré eso en cuenta. Si me disculpan, muero por visitar el pueblo. Que tengan una linda tarde”.

      Amethyst salió para dejar la posada. Tanto Cooper como Ben la miraron marcharse, sin poder dejar de verla hasta que desapareció de su vista.

      Ben puso su mano sobre el corazón mientras silbaba. “Esa es la mujer más sexy que haya visto jamás”.

      “Ella es mía. Retrocede. Yo la vi primero”. Cooper no podía ocultar la frustración de su voz o la irritación que se extendió por su rostro mientras miraba a Ben.

      “Venga, amigo. Es la elección de las damas y tengo la intención de asegurarme que me elija”. Sus labios formaron una malvada sonrisa.

      Cooper empezó a creer que asesinarlo podría ser demasiado bueno para él. Quería que sufriera de cualquier forma imaginable. Nunca antes habían peleado por una mujer, pero siempre hay una primera vez para todo. “Bien, que gane el mejor. Ambos sabemos que soy yo, así que si quieres recuperar tu pérdida y cuidar tu reputación, lo entenderé”. Dio un paso atrás del mostrador apareciendo en su rostro una presuntuosa mirada.

      “No tienes oportunidad, Coop. Juego terminado. Asegúrate de entregar a Amethyst mi número. Sé que querrá ponerse en contacto conmigo”.

      “¿Estás tan seguro? No lo creo”. Contestó Ben, asombrado por su arrogancia. “No soy tu lacayo. Si quieres que Amethyst tenga tu número, dáselo tu mismo”.

      Ben asintió a Coop mientras se dirigía hacia la salida. Se detuvo una sola vez al llegar a la puerta y miró por encima del hombro hacia los ojos de Coop. “Puedo resistirlo todo, menos la tentación…esa mujer es puro lujo. No necesito tu ayuda para llegar a ella. Ya es mía. Nos vemos Coop”. Ben rió al salir de la posada.

      ¿Podían las cosas ponerse peor? Finalmente conocía a la mujer de sus sueños y su mejor amigo la ambicionaba. Tenía que existir una manera en hacer que Ben abandonara la idea de salir con ella. Demonios, ¿a quién estaba engañando? Ben nunca renunciaba a nada, una vez que se le metía la idea en la cabeza. No iba a empezar ahora. Además, tenía razón de cierta manera. Era decisión de la chica. Cooper tan solo tenía que asegurarse de que tomara la correcta y lo eligiera a él.

      Lo primero que Cooper intentaba hacer era aprender todo lo que pudiera acerca de Amethyst S. Keane. Al registrarse mencionó un pie de autor para una revista, indicando que escribía cierto tipo de artículos para ganarse la vida. Esperaba que pudiera darle mucha información acerca de sus gustos y lo que le desagradaba. Más importante aún, podría indicarle el motivo de su elección de su posada para vacacionar. No le llevó mucho tiempo localizarla en línea. Encontró varios artículos escritos por ella en la revista ASK…era todo principalmente sobre cultura pop, pero había una sección de viajes donde se mostraba un pueblo o un lugar que Amethyst había visitado. En cada artículo que escribía hablaba acerca de la historia del pueblo y de algo que encontraba interesante o atractivo del lugar. No encontró el motivo de visitar North Point y de alojarse en la posada Trenton-Hill Inn, pero sí descubrió algo que podía ser interesante y que la motivaría a acercarse a él…

      Si estaba en lo correcto acerca de Amethyst, entonces Cooper tenía todo lo que necesitaba para atraer su atención. Un buen romance fantasma la conduciría por la ruta directa. Uno que la llevaría directo hacia él. Easton Hill había muerto en su posada y los rumores decían que seguía vagando atormentado por los pasillos.

      CAPÍTULO TRES

      Amethyst deambulaba por la acera perdida en sus pensamientos. Cuando había salido de la posada, notó que existía un puente que la conducía a un muro agrietado. Así que sin pensar demasiado hacia dónde quería dirigirse, se giró en esa dirección, buscando los efectos tranquilizadores que el lago tenía sobre ella. Por alguna razón siempre se dirigía hacia cuerpos de agua para pensar. Después de su encuentro con Cooper y Ben, se dio cuenta de que en verdad necesitaba reflexionarlo todo.

      El encuentro la hizo sentir inquieta, algo que normalmente podía ignorar. Ben Anderson tenía un físico muy hermoso, contrario al de su mejor amigo. Mientras que la apariencia de Cooper tendía a ser oscura, Ben parecía más iluminado, con su cabello rubio y ojos azules. Él había sido muy claro al mostrar interés en ella, todo lo que necesitaba hacer era acercarse y aceptarlo. Ahora tenía dos magníficos hombres entre quienes elegir y no tenía ni idea de cuál le gustaba más.

      Al llegar al puente de acero y alambre en la playa arenosa, su teléfono celular comenzó a sonar, buscando en su bolso de mano, Amethyst lo tomó. Hizo un gesto cuando miró el nombre de la persona que llamaba, Lyoness Keane, también conocida como su mamá, quien intentaba localizarla. Algo que Amethyst nunca esperaba que sucediera. Su madre podía ser tan voluble, como una bandada de palomas volando por el cielo. No podía ignorarla porque Lyoness Keane nunca se rendía. Tan solo se mantendría llamándola repetidamente hasta que Amethyst cediera y contestara. También podría saber lo que su madre quería. Terminaría la conversación tan pronto como pudiera. Además, no sería más fácil tratarlo más adelante. Amethyst presionó el botón de aceptar la llamada y se acercó el teléfono a la oreja.

      “Hola, madre”. Intentó alejar la irritación de su voz, pero no pudo hacerlo. ¿Por qué le costaba tanto trabajo hablar con su madre?

      “Querida, ¿dónde andas en estos días?”. La voz muy aguda de Lyoness llenó sus oídos.

      ¿Qué? ¿Por qué quería saber su ubicación actual? Otra mala señal, ¿cómo manejarlo? Mmmhhh…bueno, ¿debería ser honesta? ¿En verdad? ¿Qué daño podía hacer? Ningún motivo para comenzar a entrar en pánico aún. El corazón le latía en el pecho. Ahora era demasiado tarde para tranquilizarse cuando todo horrible escenario fluía por su cabeza. “Estoy en un ensoñador pueblito llamado North Point, Michigan”. Cansada de sonar indiferente, no estaba segura de haber tenido éxito. “¿Por qué madre?”.

      Al ignorar por completo su pregunta, Lyoness preguntó. “¿Está en un lago? Amo los Grandes Lagos”.

      Amethyst quería gritar, pero se abstuvo de hacerlo. Era mejor permanecer lo más calmada posible mientras trataba con su madre. En cambio, intentó cambiar de tema y le preguntó sobre su más reciente interés amoroso.

      “¿Cómo está Saul?”.

      Casi podía ver a su mamá frotarse las manos frente a ella mientras respondía: “Ay, ese idiota. Terminamos las cosas la semana pasada. Es momento de seguir adelante. Ya sabes cómo es. Ahora, cuéntame de este ensoñador pueblito. ¿Qué lago se encuentra allí?”.

      Debía haber sabido que su madre y Saul habían terminado. A Amethyst le gustaría decir que con una sola mano podía contar a todos los amantes de su madre, pero sería una mentira. No, probablemente necesitaría una calculadora o algún tipo de software de contabilidad para tener un registro de todos ellos. Sí, habían sido tantos y había sido alucinante. Su madre y Saul habían terminado. La única sorpresa era lo rápido que había ocurrido. Este tenía que ser todo un récord para su madre.

      Con un suspiro, alejó el teléfono de su boca y la cubrió para evitar que estallara un grito. Se controló y respondió: “el lago Michigan”.

      Al otro lado del teléfono, Amethyst escuchó un fuerte chillido de placer. “Ay, eso está perfecto. ¿Dónde te estás hospedando? Llegaré mañana. Podemos pasar el rato

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