E-Pack Magnate. Varias Autoras

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sintió que el corazón le daba un vuelco. Había podido contenerse con Sara porque pensaba que ella tenía una relación estable y que, por lo tanto, estaba fuera de su alcance. De repente, se había enterado de que no era así. Además, dada la reacción que ella había tenido al preguntarle por su pareja, se deducía que en realidad no tenía pareja. Sara estaba a su alcance...

      Llevársela a Scarborough sería muy mala idea. Demasiadas tentaciones. Tentaciones que no estaba seguro de que pudiera resistir. Entonces, se dio cuenta de que ella le estaba hablando.

      –¿Cómo dices?

      –¿Puedes prestarme atención?

      –Sí, claro. ¿Te importaría repetírmelo?

      –Por favor –le instó ella.

      A Luke le encantaría oírla pronunciar esa palabra en otras circunstancias. En un tono de voz diferente. Ronco, sensual, a punto de perder el control...

      Tuvo que tragar saliva y cerrar los ojos durante un instante para recuperar el control. Sólo esperaba que ella no le mirara la entrepierna, donde se notaba claramente la naturaleza de sus pensamientos.

      –Por favor.

      –Te decía que si te referías a que yo te dijera sinceramente lo que pienso.

      –Dado que la mitad de mis clientes serán mujeres, necesito el punto de vista de una mujer, algo que, evidentemente, no tengo. Además, tú me dices las cosas tal y como son y eso es precisamente lo que yo necesito.

      –¿Tendríamos que marcharnos el viernes?

      –Sí. Regresaríamos el domingo. Te daría el lunes y el martes libre para compensarte, además de pagarte mientras estuviéramos fuera.

      –Lo de alojarnos en un hotel juntos significa habitaciones separadas, ¿verdad?

      –Por supuesto que sí. Te pido que me acompañes como asesora. ¿A tu pareja no le importará? –le preguntó, para asegurarse de que estaba libre.

      –Ya te he dicho que Justin es mi hermano. No tengo pareja. Estoy soltera. ¿Y a tu pareja? ¿Le va a importar que yo te acompañe a ti? –le preguntó con un cierto aire de desafío.

      –En estos momentos no estoy con nadie. Por eso te he pedido que me acompañes para darme un punto de vista femenino.

      –¿Y tu madre? ¿Y tu hermana?

      –No tengo ni lo uno ni lo otro.

      –Lo siento, Luke. No quería meter la pata.

      –No podías saberlo.

      Sabía que Sara daría por sentado que su madre había muerto. De hecho, ni siquiera sabía si su progenitora seguía con vida. La había perdido hacía mucho tiempo, antes incluso de que él abandonara a su familia.

      –Cambiemos de tema, ¿de acuerdo?

      –Buena idea –dijo ella, aliviada–. Entonces, deduzco que este hotel al que vamos no es muy elegante ni moderno y necesita desesperadamente una reforma que tú le vas a dar.

      –Si las cifras concuerdan y mi instinto me da el visto bueno sí, claro. De eso se trata. Bien. Ahora tengo una reunión. Es mejor que me vaya –dijo.

      Había decidido marcharse antes de cometer una estupidez con Sara.

      –No tienes ninguna reunión anotada en tu agenda.

      –Se me ha olvidado anotarla –mintió–. Voy a ir a ver a los de la agencia de trabajo temporal para entrevistar a unas cuantas posibles sustitutas.

      Necesitaba poner espacio entre Sara y él. Por el bien de los dos.

      Cuando Luke se marchó, Sara se obligó a concentrarse en la tarea que tenía entre manos. Resultaba extraño sentir lo vacía que parecía haberse quedado el despacho sin su presencia.

      Seguía sintiéndose culpable por el hecho de haber podido hacerle daño. El dolor se le había dibujado inequívocamente en los ojos cuando ella le mencionó a su madre. Resultaba evidente que era la clase de hombre que se encerraba en su trabajo para no tener que prestarle atención a sus sentimientos. Un hombre solo. Este hecho le hacía querer darle un fuerte abrazo y decirle que todo iba a salir bien.

      No tenía intención de hacerlo, por supuesto. Sabía perfectamente que no se detendría en un abrazo. A lo largo de aquella semana, había levantado la vista en varias ocasiones y se había encontrado conla mirada de Luke. Él rápidamente había enmascarado la expresión de su rostro, pero no tanto como para que ella no notara el interés. El deseo. La pasión.

      Era exactamente lo mismo que ella sentía. Cuanto más tiempo pasaba con él, más fuerte eran sus sentimientos.

      Tal vez debería haberse negado a ir a Scarborough...

      Contuvo el aliento.

      –No seas estúpida. Eso ya lo has hecho antes y sólo has conseguido que te rompan el corazón –se dijo en voz alta–. ¿Te acuerdas de Hugh? Era tan adicto al trabajo como Luke. Entonces no funcionó y no funcionará ahora.

      Sin embargo, Hugh no había tenido una boca tan sensual como la de Luke... A pesar de que por fin había podido olvidarse de los besos de Hugh, le daba la sensación de que no le resultaría tan fácil con los de Luke. Sufriría. Y mucho.

      Lo mejor que podía esperar era que él encontrara una sustituta para Di para que ella pudiera terminar su trabajo antes de que la tentación resultara demasiado irresistible.

      Capítulo Tres

      Cuando Luke regresó, Sara ya había conseguido recomponerse. Sólo faltaban cinco minutos para que ella se marchara.

      –¿Ha habido suerte? –preguntó.

      –No. Evidentemente, esta semana no tengo suerte para encontrar nuevos empleados. Si pudiera pedirte que te quedaras un poco más...

      –Sí, claro –afirmó ella, antes de que su sentido común tuviera oportunidad de impedírselo.

      –Bien. Sara, creo que te he obligado un poco a lo de Scarborough.

      –¿Un poco, dices?

      –Está bien, mucho. Sé que no es justo, dado que no te he dado mucho tiempo para organizarte el fin de semana. Así que quiero que sepas que no estás obligada a nada.

      –No importa. No tenía en mente nada en particular. Había pensado en llamar a mis amigos para ir al cine, pero nada en concreto. Además, sería agradable poder salir de Londres para ir a la playa.

      –Vamos a Scarborough a trabajar –le recordó él.

      –Sí. Un máximo de ocho horas al día, lo que significa que tendré tiempo para mí.

      –Está bien, mientras que sea cierto que no te supone un problema.

      –No lo es, pero insisto en lo de ir a la playa. Tal vez también me tome

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