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Islas griegas - vvaa Petit Futé

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alt=""/> Entiendo… / no entiendo...: καταλαβαινω / Δεν καταλαβαινω (Katalavaíno / den katalavaíno)

       Adiós: Τα λεμε (Ta leme)

       Muchas gracias: ευχαριστώ πολύ (Efcharîstó polí)

       Discúlpeme: Συγνωμη (Signómi)

       Soy español: Είμαι ισπανικός (Eímai ispanikós)

       Me llamo...: Με λενε... (Me lene...)

       No gracias: Οχι, Ευχαριστω (Óchi, efcharistó)

       Sí/No: Ναι / Οχι (Nai, óchi)

      ATENAS Y ÁTICA

      © Petit Futé

      LE PIRÉE – PIRAIA - El puerto del Pireo.

      © Wisarut_ch / Shutterstock.com

      Atenas

      Atenas - Vista de Atenas.

      © Anastasios71 - Fotolia

      Atenas se ha renovado. Desde los Juegos Olímpicos de 2004, no ha dejado de embellecerse para estar a la altura de las más grandes capitales europeas. Dotada de infraestructuras ultramodernas, su rico pasado forma parte, no obstante, de la trepidante vida de la ciudad. Atrévase a perderse en Atenas, entre sus 4,5 millones de habitantes. Visite el Museo Arqueológico, reviva la historia en el museo Benaki, la gente en Exarcheia, piérdase por el mercadillo, beba ouzo en lo alto del Licabeto, cene en las tabernas de la vieja Atenas, en Plaka, o en los restaurantes de moda de Psiri. También se puede bañar en Atenas, en Paleo Fáliro no muy lejos de El Pireo o en las playas de Kalamaki y Voula. Mejor aún: escápese a las islas… sin abandonar el golfo Sarónico.

      Historia

       Los orígenes milenarios

      Los pelasgos, los primeros habitantes de Atenas, se refugiaban desde el siglo VI a. C. en las cuevas del peñasco de la Acrópolis y, en caso de peligro, se refugiaban en su cumbre. Atenas es un nombre prehelénico, como Atenea, la diosa protectora de la ciudad quien, según los arqueólogos, en sus orígenes fue adorada en la Creta minoica.

      El nombre de Atenea procede probablemente de una palabra de la época de los pelasgos o etrusca que significaba «cerámica» ; se puede plantear la hipótesis, por tanto, que originalmente la ciudad se reducía simplemente al barrio de la Cerámica. Según la mitología, Poseidón y Atenea querían conseguir la tierra del Ática, y los dioses prometieron dársela a quien ofreciera a sus habitantes el regalo más útil. Poseidón golpeó la tierra con su tridente y brotó una fuente en la Acrópolis. Atenea ofreció un olivo y ganó el concurso.

       El período micénico: primeros reyes atenienses

      Pero la historia de Atenas comienza en realidad durante el período micénico (hacia el 1600 a. C.). El palacio fortificado de los primeros reyes de la ciudad, donde se desarrollaban ceremonias religiosas, estaba en la Acrópolis. Estos reyes míticos (Cécrope, Jon, Egeo, Teseo, Codro) eran considerados divinidades antes de que se adoraran los doce dioses del Olimpo. Teseo logró unificar todos las colonias del Ática en una ciudad organizada, con Atenas como capital.

       De la época arcaica al período clásico: el desarrollo de la democracia

      Después de Codros, se abolió el reinado hereditario y la Acrópolis se convirtió en un lugar sagrado donde se concentraban los templos y los monumentos. La ciudad antigua abarcaba dentro de sus murallas tres grandes colinas: la Acrópolis, el Areópago y la de Pnyx. El Licabeto no estaba incluido en este recinto. El barrio que se encontraba al norte y al noreste de la Acrópolis se llamaba Cerámica e incluía el Ágora y el Stoa Poecile. Detrás de las murallas, la Cerámica se transformaba en necrópolis. La posición geográfica de la ciudad favoreció el desarrollo de una comunidad próspera. Abundaban olivos, higueras y viñas.

      Las montañas protegían la ciudad de una invasión repentina y los tres puertos naturales del Ática fomentaban el comercio marítimo. Solón, en el siglo VI a. C., tomó las primeras medidas que permitirían el desarrollo de la democracia. En efecto, suprimió la necesidad de tener un origen aristocrático para ejercer el poder político. Estas reformas provocaron el descontento de las clases privilegiadas y el ascenso al poder del tirano Pisístrato.

      Pero el gran reformador de la Constitución y padre del régimen democrático fue Clístenes, que accedió al poder en el 508 a. C. La asamblea del pueblo, la ekklesía, se reunía una vez al mes en la colina de Pnyx; cada ciudadano podía intervenir y proponer proyectos de ley.

      Los representantes del Senado (Boulé de los 500) ya no eran elegidos sino que se sorteaban, cincuenta por cada tribu. Su papel era preparar el trabajo de la Asamblea y hacer frente a las cuestiones urgentes. El Ekklesía del Demo no solo controlaba la legislación, sino también la justicia. Clístenes restableció también la práctica del ostracismo hacia los individuos que dañaban el bien público. Un aspecto original de la democracia ateniense era que cada ciudadano se convertía, al menos una vez en su vida, en miembro del Senado durante un año.

       El siglo de Pericles: el nacimiento de los monumentos de la Acrópolis

      El esplendor ateniense alcanzó su apogeo en el siglo V a. C. durante el tiempo de Pericles. Este, utilizando el talento del escultor Fídias, hizo construir la ciudad dotándola de templos de mármol decorados con magníficas estatuas. En ese momento, la Acrópolis tomó la forma con la que la conocemos actualmente. Ictino, Mnesicles y Calícrates fueron los arquitectos que contribuyeron a modelar la nueva imagen de la ciudad. Pero las casas del pueblo eran muy pobres. Los atenienses eran mucho más generosos con las divinidades que con ellos mismos, probablemente porque pasaban gran parte de su vida en el exterior, sobre todo en el Ágora, centro de conversaciones, disputas políticas y chismorreos.

      

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