¡Ganar!. Brad Gilbert

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¡Ganar! - Brad Gilbert

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por eso jugar al tenis es grandioso, no importa el nivel en que estés. Un aficionado puede sentir tanta excitación como un tenista del circuito profesional. Espero que ¡Ganar! agregue una cuota de excitación adicional en el siglo XXI aportándote más destrezas mentales para convertirte en mejor jugador. Créeme, no estás muy lejos de ganarle a esos jugadores que te vuelven loco. Este libro te cuenta cómo hacerlo. ¡Buena suerte!

      Prefacio a la Primera Edición ¿Ganar feo?

      “¿Cómo demonios gana este tipo? ¡Le pega a la pelota como un cavernícola que encontró una raqueta!”. Esa es la opinión incrédula que escuché durante la final del Abierto de San Francisco, mientras Brad Gilbert batallaba y le ganaba a Anders Jarryd para quedarse con el título y u$s 32. 000. El premio fue parte del millón y medio de dólares que ganaría durante el año. Mi reacción me sorprendió. Como uno de los miles de fanáticos que estaban ahí para ver al héroe de nuestra ciudad (Brad vive apenas afuera de San Francisco en San Rafael, California), no me gustaba escuchar que lo criticaran. Sin embargo, tenía que admitir que la referencia al cavernícola no era del todo inapropiada. Brad tiene un estilo único.

      Me hizo pensar. ¿Por qué gana? ¿Cómo hace para ganarle a jugadores como Boris Becker, que son supuestamente mejores que él? Las apariencias engañan y con Brad (cuyo estilo ha sido descripto como “feo”) las apariencias son muy engañosas. Ganó más de cinco millones de dólares en premios de torneos. Se mantuvo entre los diez primeros del ranking mundial durante cinco años y alcanzó su posición máxima con el cuarto puesto en 1990. Es medallista olímpico y representó varias veces con éxito a Estados Unidos en la Copa Davis. Brad Gilbert fue uno de los tenistas más importantes del circuito por casi diez años. Todo porque fue capaz de ganarle a jugadores a los que, según los expertos, no podría haber derrotado. ¿Cómo lo hace?

      El éxito a Brad le llegó porque como jugador de tenis es una persona pensante. En tenis es el mejor del mundo en lo que al aspecto mental del juego respecta. Lo que los espectadores ven son sus golpes, y esos golpes no son siempre lindos. Lo que la gente no ve son las elucubraciones mentales que lo llevan a la victoria, lo que pasa por su cabeza antes, durante y después de un partido.

      La mayoría de los jugadores son mentalmente perezosos en la cancha. Brad usa esto para su beneficio y cree que tú puedes hacer lo mismo. Él utiliza cada segundo de un partido para descubrir la manera de conseguir una ventaja. Sin atributos físicos abrumadores o golpes sorprendentes, Brad gana porque supera a sus rivales en pensamiento y planificación.

      El libro de Tim Gallwey, The inner game of tennis2, se concentra en el hemisferio derecho del cerebro, en el proceso intuitivo. El foco de Brad está en el hemisferio izquierdo del cerebro, el proceso analítico. Gallwey persigue el disfrute de jugar. Brad persigue el disfrute de ganar. Gallwey se interesa por el “juego interior”. Brad se interesa en lo que está ocurriendo enfrente de él y en sacarle ventaja.

      ¡Ganar! (Winning Ugly) te cuenta cómo hacer lo mismo en tus propios partidos de tenis. Brad describe su fórmula para aprovechar al máximo lo que tienes. Y funciona. Al escribir el libro con él, aprendí acerca de una parte del juego a la que nunca me había dedicado antes: el aspecto mental del tenis. Mi juego mejoró, como mejorará el tuyo.

      Después de poner en práctica la fórmula de Brad, si alguno te acusa de “ganar feo”, solo responde: “Gracias. Estuve trabajando en eso”.

       Steve Jamison

      McEnroe: un maestro pierde feo

      John McEnroe vivía su peor pesadilla. Solo que no era una pesadilla. Era el Masters, en el Madison Square Garden, frente a miles de sus fans de Nueva York, tan leales como ruidosos. Esa noche, McEnroe, campeón defensor y número dos del ranking mundial, de a poco se iba dando cuenta de que iba a perder contra un tipo que no le caía bien y cuyo tenis despreciaba. Ese tipo era yo. Una humillación, y por eso echaba humo.

      Sus ojos lo delataban. Tenía la mirada de un chico que acaba de prender fuego al gato del vecino: asustada y perversa. Ese ceño fruncido de McEnroe, lleno de odio. En un cambio de lado me gruñó: “Gilbert, ¡no mereces estar en la misma cancha que yo!”. Estaba perdiendo la cabeza. Nos cruzamos a pocos centímetros y por si no lo hubiese entendido, agregó: “Eres el peor. ¡El peor!”.

      McEnroe continuó cuesta abajo: se quejó del sensor electrónico de las líneas; en el segundo set discutió con un espectador y recibió una advertencia disciplinaria por “conducta de visible obscenidad”. Estaba completamente fuera de sí. Se gritaba a sí mismo, tiraba la raqueta, caminaba echando pestes y se mofaba de la multitud (¡sus propios fans!). Por momentos parecía estar al borde de un colapso nervioso.

      Era uno de sus mejores partidos. Pero al final, el tipo que no merecía estar con él en la misma cancha ganó en tres sets durísimos. En realidad, dos sets durísimos, porque el tercero fue un paseo: 5-7, 6-4, 6-1. Para el match point John era un gatito indefenso. Pero no era el final.

      Más tarde arrojó una bomba. McEnroe anunció su “retiro” del tenis a los veintisiete años. ¡Y en parte me culpó a mí! “Cuando empiezo a perder con jugadores como él (“él”, un servidor), tengo que reconsiderar qué estoy haciendo en este juego”. Si pensaba que me iba a sentir insultado se equivocaba. De hecho, me encantó. En los siete partidos anteriores apenas le había ganado un set. Ese triunfo en el Masters fue glorioso. Demasiado glorioso como al final resultó, pero habrá más después.

      El banco no piensa que juego feo

      John McEnroe y yo nunca fuimos exactamente lo que se dice mejores amigos. Supongo que eso ocurre cuando dos personas no se caen bien. Él pensaba que yo tenía malos golpes. Yo pensaba que él tenía una mala actitud. Pero la verdad es que McEnroe tenía razón. En los papeles, no debía perder conmigo. Como así tampoco Becker, Agassi, Connors, Chang, Edberg, Courier, Forget, Sampras, Stich, Wheaton y un montón de otros tipos con mejores golpes y con más de lo que se conoce como habilidad natural.

      Por suerte para mí, los partidos de tenis no se juegan en los papeles. Se juegan en canchas. Y como se juegan allí, fui capaz de ganarles a esos y a otros jugadores por el precio de cinco millones de dólares. En 1991, era el octavo jugador en la lista de dinero recaudado en todos los tiempos. Si a eso se le suman los ingresos por publicidades y exhibiciones que llegaron por esos triunfos, para 1993 mis ingresos totales en el tenis llegaban a los ocho millones de dólares. ¿Gané feo? Todo camino al banco.

      Todo eso ocurrió porque usé el talento y las destrezas que tenía calculando la manera de maximizar su potencial: eso me daba las mejores chances de ganar. Fue por eso que pude vencer a jugadores que eran supuestamente “mejores” que yo. Tú puedes hacer lo mismo. Saca a relucir lo mejor que tengas. Juega mejor al tenis sin mejores golpes.

      Un nuevo yo, 20% mejor

      Para empezar, quiero decirte algo sobre tu juego. La manera de lograr el mayor progreso en el menor tiempo posible es entender y aprovechar mejor las ventajas que existen en cada partido que juegas. Las grandes oportunidades y las pequeñas oportunidades. Sobre todo las pequeñas oportunidades, las que los otros tenistas desatienden por ignorancia o por pereza. Si a eso quieres llamarlo ganar feo, ve para adelante y hazte feo. Desarrolla tu poder de observación y análisis, usa luego esa información y tus chances de ganar crecerán 20% o más.

      El tenis con cerebro muerto: el jugador inconsciente

      La mayoría de los jugadores de fin de semana, los que juegan en

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