¡Ganar!. Brad Gilbert

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jugarle abierto a su drive (ya sea con el servicio o desde el centro), porque su tendencia era devolverla cruzada a mi drive. Si le quedaba un poco corta, probaría con mi mejor tiro, el approach3 de derecha, paralelo y a su revés. Entonces iría al fondo a esperar una devolución paralela.

      Entonces, cuando tuviera el saque, mi plan de juego debería ser: sacar ancho hacia el drive de Becker. Buscar la oportunidad de tirarle un approach a su revés. Seguirlo y quedarme cerca del fondo. Esa sería mi combinación 1-2-3.

      Dos elementos entraban en consideración cuando cotejaba la experiencia de mis partidos anteriores con Boris. Antes que nada, él tendría que cambiar la empuñadura del drive (debajo de la raqueta) por la del revés (de algún modo sobre la raqueta) mientras se moviera de lado a lado en la cancha a todo galope. En los partidos anteriores había visto que no lo hacía tan bien. Era solo una falla técnica que aparecía de tanto en tanto. En cualquier caso, si hiciera el cambio de empuñadura y consiguiera un buen tiro, su tendencia era jugar paralelo. No todo el tiempo, pero era su primera opción.

      Observa los videos. Verás que prefiere ese tiro. ¿Qué pasaría en esa instancia? Si yo estaba ya ubicado, ¡listo! Volea de drive hacia el campo abierto. Usé esa combinación de tiros con éxito ante Boris muchas, muchas veces.

      En cuanto a su saque, me diría: “Boris tiene un saque fenomenal. No intentes hacer demasiado, solo ponerla en juego, hacerle pegar una o dos bolas extras por punto. Mantener la pelota en juego. Esa era la clave ante Becker: hacerle jugar la bola extra una y otra vez. Becker podía sentirse frustrado y yo quería frustrarlo. Por supuesto, si empezaba a encadenar tiros ganadores, yo estaba en un problema. Pero me seguiría diciendo que en lo que quedaba de partido debía mantener la pelota en juego, hacerle jugar la bola extra, sin perder la paciencia. No trates de que las cosas pasen tan rápido.

      Romperse el lomo por Boris

      También pensaba acerca de la “personalidad” de la competencia y del rival que tenía enfrente. Boris Becker era como un caballo pura sangre. Su condición física, su potencia y sus movimientos eran tan puros que podían ser intimidantes. Era grande y también jugaba en grande. Me mentalizaba antes de enfrentar a Becker: “No te dejes impresionar. No permitas que su presencia te abrume. Focaliza tu atención en tu plan de juego y no en el suyo”. Tenía que hacer eso o le echaría un vistazo a lo que Becker traía a la cancha y me retiraría. (Esto es importante para tu tenis. No te dejes impresionar hasta después del partido. Nunca antes).

      Quería que él me viera romperme el lomo, devolviendo todas las pelotas. Quería demostrarle que iba a disputarle cada punto del partido, incluso si duraba una semana. Quería hacerle creer que nunca me rendiría. Quería que tuviese la sensación de que no iba a abandonar. Que yo era permanente. Frente a alguien como Michael Chang eso podía no importar. Pero contra Becker podía ser muy importante. Él no tenía mucha paciencia si se estiraban los puntos, los games y el partido.

      Sabía que si empezaba a ponerse impaciente, empezaría a fallar los tiros porque intentaría terminarlo rápido. Mientras me programaba mentalmente para el juego de Becker, me preparaba para explotar tanto sus tendencias como sus debilidades físicas y emocionales.

      Mi repaso mental y plan de juego para Becker

      1 Mejorar mi porcentaje de primeros saques. No intentar aces o winners con el saque. No dejar que vea muchos segundos saques.

      2 Sacarle a su drive con regularidad. Buscar la devolución cruzada corta. Approach paralelo. Acampar cerca de la calle de dobles.

      3 Tratar de crearle errores con su drive. No darle ritmo. Repito: no darle ritmo.

      4 No intentar hacer demasiado con mi devolución de saque. Devolverla. Hacerle pegar otro tiro.

      5 Trabajar duro en cada punto. Trajinarlo. Boris suele impacientarse.

      6 No impresionarme con nada de lo que haga. Dejar que castigue a la pelota todo lo duro que quiera. ¡Pero hacerlo castigar la bola una y otra vez! Siempre intentar que tenga que pegar un tiro más.

      7 Boris se puede frustrar, si las cosas no salen a su manera. Intentar que esté en la cancha más tiempo de lo que quiere. Si empieza a gritarse en alemán significa que empieza a tambalear.

      ¿Funciona? Sí. ¿Funciona todo el tiempo? Sí. No ganarás siempre, por supuesto. Pero mi procedimiento mejorará tus chances de ganar siempre. Y eso era todo lo que intentaba hacer cuando jugaba, mejorar mis chances de ganar.

      US Open 1987, Grandstand Court

       Becker vs. Gilbert

       Octavos de final

      Usé este plan con mucha efectividad ante Becker. De manera más notable en los octavos de final del US Open 1987. En ese momento, él era el número cuatro del ranking mundial y yo luchaba por meterme entre los top ten.

      Boris me pasó por encima con un 6-2 en el primer set y después ganó el tie-break en el segundo set. Estaba 3-0 arriba en el tercero. Yo estaba muy cerca de un punto de no retorno y Boris lo sabía. Podría haber cerrado el partido muy pronto.

      Boris exudaba tanta confianza que podía hacer que su rival dejara de creer en sí mismo. Su pelo se tornaba más colorado. Sus pestañas se ponían tan blancas que casi desaparecían contra su piel pálida. Era físicamente más grande que yo y su postura lo hacía todavía más grande. Un aura de pureza atlética lo rodeaba cuando circulaba y se podía sentir del otro lado de la red. Tenía una presencia tremenda. Cuando iba adelante en el marcador la confianza que demostraba iba más allá de la arrogancia. Te decía con su lenguaje corporal que se sabía mejor que el resto. Excepto que yo no lo creía.

      El tercer set continuó conmigo al servicio. Logré ponerme 1-3, para mantenerme en partido, pero sabía que si Boris ganaba su saque se ponía 4-1 y yo era historia. Entonces cometió un serio error mental. Boris pareció tener un lapsus en su concentración. Jugó un game muy relajado, casi aletargado. Me regaló algunos puntos con doble faltas y de pronto estaba 2-3 y otra vez con el saque. En mi mente tenía esperanzas por lo que sabía (y había repasado) acerca de Becker. De repente pude vislumbrar un modo de ganar. Les explico cómo.

      Nuestro partido vespertino había sido postergado por lluvias. Por eso empezamos muy tarde y en condiciones extremas de calor y humedad. La temperatura ese lunes en Nueva York rondaba los 32 °C. En el court del Grandstand se sentían como si fuesen 90. Era como estar jugando un día bochornoso en la selva, una selva que tenía aviones volando por encima de nuestras cabezas cada cinco minutos. La concentración se tornaba difícil.

      A pesar de que no me gusta el calor, sentí que podía jugar a mi favor. Algunas semanas antes le había ganado a Boris en Washington en condiciones climáticas similares, cuando se derrumbó en el último set. Sentí que, si de algún modo podía rapiñar ese tercer set, podría generarle un efecto muy negativo. Podría llevarlo a pensar en nuestro partido anterior en la calurosa humedad y en lo que había ocurrido.

      Creí que él ya había asumido que me ganaría en sets corridos. Si le podía robar ese set después de que estuviera tan cerca de ganar el partido (dos sets arriba y 3-0), se decepcionaría de sí mismo. Y si lograba hacerlo jugar más tenis en esas condiciones, se enojaría mucho consigo mismo.

      Y yo sabía lo que eso podría significar. Se convirtió en una gran motivación. Honestamente sentí que estaba por meterme en la mente de Boris, perturbar en grande su compostura. Y esa oportunidad existía porque yo estaba muy atrás en el marcador. O, si vamos más a la

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