E-Pack Jazmin Especial Bodas 2 octubre 2020. Varias Autoras

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E-Pack Jazmin Especial Bodas 2 octubre 2020 - Varias Autoras Pack

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le tendía la taza y se sentaba sobre la mesita del café, enfrente de Tara.

      —He dejado de tomar café —contestó Tara con un hilo de voz—. Así que estabas hablando en serio… —alzó la mirada hacia Axel.

      —Sí.

      —Es la primera vez que hablo con Sloan desde hace tres años —levantó la taza, pero volvió a bajarla sin beber si quiera—. Vivíamos juntos, ¿sabes? Y compartíamos todo. Creo que no hay nada que no supiéramos el uno del otro. Después, él decidió trabajar en la clandestinidad y… —sacudió la cabeza—. Todo cambió, todo —su vida, su hermano…

      —No para siempre, esto es algo temporal. O al menos eso fue lo que me dijiste —Axel se inclinó hacia delante. Su pelo rubio caía rebelde sobre su frente mientras le sostenía a Tara la mirada—. Y también lo será esta situación.

      Por supuesto que lo sería. Porque su interés por ella no tenía nada que ver con el fin de semana que habían pasado en Braden, era únicamente una cuestión de trabajo.

      —En el caso de que… en el caso de que decida colaborar, ¿qué tengo que esperar? Quiero decir… ¿qué tendrás que hacer? ¿Seguirme constantemente? ¿Vigilar la puerta de la tienda mientras estoy trabajando? ¿Qué?

      —Estar contigo las veinticuatro horas del día. Habrá momentos en los que no será posible, y entonces me sustituirá mi reserva.

      —Un momento, volvamos a eso de las veinticuatro horas del día.

      —¿Qué pasa con eso?

      Por un momento, Tara había llegado a imaginarse a un policía armado delante de su tienda, espantando a sus clientes. Y el hecho de que su estancia en Weaver fuera temporal no significaba que pudiera arriesgarse a perder su negocio. Classic Charms no era una tapadera, sino un auténtico negocio que había conseguido convertir en un éxito. Necesitaba que la tienda continuara siendo rentable cuando naciera el bebé.

      —No puedo tenerte todo el día rondando por la tienda. La gente se llevará una impresión equivocada.

      —No sólo tendré que estar en la tienda, sino también en tu casa. Tendré que vigilarte también cuando estés en tu casa.

      —¿Durante cuánto tiempo?

      —Hasta que neutralicen la amenaza contra Sloan.

      —¿Y quiénes la tienen que neutralizar?

      —La policía, Hollins-Winword, tu hermano…

      —¿Y tú no?

      —Ésa no es mi misión.

      —¿Y cuánto tiempo tardarán en hacerlo?

      —El que sea necesario.

      Tara se llevó la mano a la frente. Comenzaba a dolerle la cabeza.

      «El que sea necesario». ¿Cuántas veces había utilizado su padre esa frase cuando tenían que cambiar de casa, cuando tenían que cambiar de ciudad o incluso de país?

      «¿Cuánto tiempo nos quedaremos esta vez?», preguntaba siempre Tara, con la esperanza de poder terminar al menos el curso escolar. Para hacer amigos, para echar raíces. Todas esas cosas que había añorado desde que podía recordar. La respuesta de su padre siempre había sido la misma: «estaremos aquí el tiempo que sea necesario, Tara», y después la enviaba con su madre, porque fuera lo que fuera lo que estuviera haciendo, siempre tenía algo más importante que hacer que contestar a las preguntas de su hija.

      —¿Y esto no lo podría hacer otra persona?

      —Sí, pero voy a hacerlo yo.

      A Tara le entraban ganas de empezar a gritar, de preguntar desesperadamente por qué, pero no lo hizo.

      —La gente… la gente se va a llevar una impresión equivocada si te ven todo el día conmigo.

      Axel arqueó ligeramente las cejas y Tara intentó no fijarse en cómo clavaba durante unos instantes la mirada en sus labios.

      —¿Prefieres que rumoreen sobre una supuesta relación o que sepan la razón por la que estamos juntos?

      —¡Prefiero que no hablen de mí!

      —Ya hablan de ti.

      —Eso no es verdad.

      —Claro que sí, pero a lo mejor no tendrían tanto interés en hacerlo si no te mostraras tan distante.

      —¡No me muestro distante! —replicó indignada—. Hablo con todos mis clientes y asisto a todos los actos que se organizan, como cualquier otro comerciante.

      —Pero todo eso está relacionado con tu trabajo. ¿Qué me dices de los amigos? Sé que no has salido con nadie.

      Tara se puso roja como la grana. Aparte de un matrimonio fracasado a los dieciocho años, no había salido con nadie, salvo con Axel, en toda su vida; una información que, estúpida de ella, había compartido con él durante el famoso fin de semana.

      —Esta noche he ido al baile —le recordó—. Y, por cierto, no creo que ni mis amistades ni mis amantes sean asunto tuyo.

      —Son asunto mío cuando necesito saber quién forma parte de tu vida —alzó la mano, intentando sofocar un posible estallido de indignación—, pero eso no importa. Estoy al tanto de lo más básico. Dejando de lado el baile de esta noche, no tienes vida social, Tara. Ni siquiera te quedas a tomar un café o a quejarte del sermón del pastor cuando vas los domingos a la iglesia.

      —¿Y por qué estás tan seguro de que no tengo vida social? ¿Te crees todo lo que dicen sobre mí?

      —Tara, fue Hollins-Winword la agencia que te trajo aquí. ¿Crees que nadie ha estado vigilándote desde entonces?

      Tara lo miró boquiabierta.

      —¿Tú… has estado… has estado espiándome?¿Sabías todo esto cuando yo… cuando nosotros? —se interrumpió. La indignación le impedía articular palabra.

      —Nadie te ha estado espiando, Tara, y cuando estuvimos juntos en Braden, la única información que tenía sobre ti era la que tú me diste. Pero la agencia ha estado ocupándose de tu seguridad desde que volviste a Weaver. Eso incluía investigar a cualquiera que se acercara a ti, pero nadie se ha acercado.

      La humillación ardía dentro de ella, haciendo compañía a una cada vez más acusada preocupación por su hermano.

      —¿Y las personas que me han estado investigando, también te han investigado a ti?

      —Si eso es lo que te preocupa, nadie está enterado de lo nuestro, algo preferible dadas las circunstancias —se levantó—. Sé que esto te va a resultar difícil de aceptar, pero si no fuera por las últimas amenazas contra tu hermano, no habría ningún motivo para que estuvieras al tanto de lo que está pasando.

      —¿Ah no? ¿No habría ningún motivo para que supiera que hay alguien vigilándome?

      —Considéralos como ángeles de la guardia.

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