E-Pack Jazmin Especial Bodas 2 octubre 2020. Varias Autoras

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу E-Pack Jazmin Especial Bodas 2 octubre 2020 - Varias Autoras страница 37

Автор:
Серия:
Издательство:
E-Pack Jazmin Especial Bodas 2 octubre 2020 - Varias Autoras Pack

Скачать книгу

que yo no conozco y al que no has visto desde hace una semana.

      —Axel, ¿por qué no te sientas? —le pidió Rebecca—. Tara, ven conmigo.

      En cuanto cerraron la puerta de la sala de exploración, Tara se volvió hacia Rebecca.

      —De verdad, no necesito que me examines. El bebé está bien, incluso se mueve.

      —Estoy segura de que tienes razón —dijo Rebecca, pero continuó guiándola hacia la camilla, le hizo sentarse y comenzó a tomarle la tensión—. Pero creo que mi sobrino necesita algunos minutos para tranquilizarse, y tú has pasado por una situación muy difícil. Todos sentimos mucho lo de tu casa.

      —Gracias. Todavía me cuesta creerlo.

      —Lo comprendo —respondió Rebecca—. ¿Quién es tu tocólogo? —Tara le dijo el nombre—. Buena elección. Pero Braden está un poco lejos de Weaver para cuando llegue el momento del parto, ¿has pensado en eso?

      —Todavía faltan varios meses.

      —Estás casi a mitad del embarazo, pero, por supuesto, la decisión tienes que tomarla tú.

      —Axel no piensa lo mismo.

      —El bebé es suyo, supongo.

      —Sí —contestó Tara con un hilo de voz.

      —Bueno —Rebecca le palmeó la rodilla y se sentó en un taburete que había al lado de la camilla—. A pesar de lo que Axel pueda pensar, todo lo que me digas va a quedar entre nosotras. Pero creo que debería advertirte que los hombres de la familia Clay se toman muy en serio sus responsabilidades como padres.

      —Sí, ya me he dado cuenta.

      —¿Tienes náuseas, mareos?

      —No, ya te he dicho que estoy perfectamente —esbozó entonces una mueca—. Las vitaminas que estaba tomando han debido arder con el resto de la casa.

      —Bueno, por lo menos eso se puede reemplazar —le escribió una receta y se la tendió.

      —Gracias.

      —¿Hay algo más que te preocupe? ¿Quieres hacerme alguna pregunta?

      Tara negó con la cabeza.

      —De acuerdo entonces. Vamos a enfrentarnos a Axel.

      Le encontraron de pie, paseando por la consulta. En cuanto oyó que se abría la puerta, se volvió hacia ellas.

      —Todo va perfectamente —le dijo Rebecca, se acercó a su sobrino y le dio un beso en la mejilla—. Y, lo primero de todo, felicidades.

      —Gracias, ¿Tara también está bien?

      —No tiene nada que no pueda curarse dentro de cinco meses —respondió Rebecca con una sonrisa—. Y ahora, será mejor que os vayáis. Tengo que leer unos informes.

      Axel volvió a agarrar a Tara de la muñeca, como si temiera que pudiera salir corriendo, y no la soltó ni cuando pasaron por la farmacia ni cuando fueron en la camioneta hasta los juzgados. Pero cuando llegaron frente a una puerta con una placa en la que ponía «matrimonios», Tara decidió que había llegado el momento de plantarse.

      —Axel, esto es un error.

      —Tenemos que casarnos antes de traer un hijo al mundo.

      Y también tendrían que estar enamorados, pensó Tara desolada.

      —Esto sólo va a complicar las cosas. Ya estuve casada en otra ocasión y mi matrimonio sólo duró un mes.

      —Sólo teníais dieciocho años. Erais un par de niños que no sabíais lo que hacíais, ni qué esperabais de la vida.

      Empujó la puerta que tenían delante y tiró de Tara hacia el interior donde, por fin, le soltó la muñeca.

      —¿Hay alguien aquí?

      —Ahora mismo les atiendo —respondió una voz—. Si necesitan una licencia, los formularios están encima del escritorio.

      Axel tomó uno de los formularios y comenzó a rellenarlo.

      —¿Cuál es tu segundo nombre?

      —Beth, pero me sorprende que no lo sepas.

      —¿Fecha de nacimiento? —él mismo contestó—. Veintiséis de octubre.

      —No tiene sentido rellenar ese formulario —le dijo Tara en un susurro—. No deberíamos casarnos.

      Axel firmó el formulario y le tendió el bolígrafo a Tara.

      —Fírmalo.

      —Tú no me quieres.

      Sin embargo, no podía negar que ella sí le quería a él. Le quería desde el día que le había pedido que pidiera un deseo y soplara las velas de su tarta de cumpleaños.

      —Firma.

      Tara tomó el bolígrafo, firmó y sintió un ligero mareo. ¿Qué demonios estaba haciendo?

      Justo en ese momento, salió el encargado de aquella sección. Se frotó las manos y se sentó detrás del escritorio.

      —Vaya, eres tú, Axel. Estaba a punto de cerrar —miró a Tara y frunció el ceño—. Siento mucho lo de su casa, señorita.

      El funcionario tomó el formulario y comenzó a teclear en una vieja máquina de escribir.

      —¿Queréis pagar la licencia en efectivo o con tarjeta?

      Axel le tendió varios billetes cuando el hombre terminó de escribir la licencia, la guardó en un sobre y se la tendió.

      —Con mis mejores deseos.

      —Gracias, George —Axel agarró el sobre y urgió a Tara a dirigirse hacia la puerta.

      Una vez en el interior de la camioneta, Tara consideró la posibilidad de pedirle que pasaran por su casa, pero rápidamente descartó la idea. Él se habría negado y ella no estaba segura de que estuviera preparada para ver aquel destrozo. En cambio, intentó hacer entrar a Axel en razón.

      —Creo que te equivocas al querer casarte conmigo por el bebé. Y estoy segura de que puedes comprenderlo.

      —Hay peores motivos.

      —¡Pero no estás enamorado de mí!

      —¡Y tú tampoco estás enamorada de mí!

      Tara desvió la mirada.

      —Tienes dos opciones, cariño —dijo Axel cuando giraron en la autopista—. Puedes decidir entre una ceremonia civil o religiosa. Porque para cuando volvamos a casa, la noticia de que vamos a casarnos ya habrá corrido por todo el pueblo.

      —Ni siquiera sabes si el niño es tuyo —replicó Tara,

Скачать книгу