Psicoterapia Corporal. Vassilis Christodoulou

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Psicoterapia Corporal - Vassilis Christodoulou

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¿Qué tipo de error crees que tienes tanto miedo de cometer aquí?

      C.D.: No lo sé. Siempre soy así, intento controlarlo todo siempre.

      V.Ch.: ¿Lo consigues? ¿Consigues controlarlo todo?

      C.D.: No, sé que es imposible, pero no puedo hacer nada para cambiar la forma en la que pienso. Incluso he tomado antidepresivos pero era lo mismo.

      V.Ch.: Vamos a centrarnos en tu cuerpo. ¿Cómo te sientes en este momento en tu cuerpo?

      C.D.: Me siento un poco mejor. Me siento diferente que al principio de la sesión, creo que porque me ha pedido que me sienta lo más cómodamente posible y a una distancia a la que me sienta cómodo. Sentía dolor en mi estómago y mi respiración alta (¿?) en el pecho. En un momento dado me he sentido mareado. Ahora ya no.

      V.Ch.: ¿Te sientes mareado a menudo?

      C.D.: Con mi padre, especialmente si tengo que enfrentarme a él para solucionar algún desacuerdo. Trabajamos juntos en el negocio familiar, ¿sabe? Cuando estoy con él me siento literalmente sin aliento. Desde hace años mi pulso ha estado constantemente por encima de 100 y mi presión arterial a 14/9 o incluso superior. Y ahora tengo taquicardias… Mis manos están frías y sudorosas.

      V.Ch.: ¿Cómo se siente tu cuerpo ahora que tienes menos ansiedad?

      C.D.: Mejor, aunque me siento triste.

      V.Ch.: ¿Y cómo se siente tu cuerpo cuando estás triste?

      C.D.: Siento un peso en mi pecho y no puedo respirar profundamente.

      V.Ch.: ¿Qué te ayudaría en este momento a sentirte mejor?

      (Estuvo en silencio durante un rato).

      V.Ch.: De acuerdo, ¿podemos acercarnos un poco? Si está bien para ti, me gustaría que nos pusiéramos de pie y que nos colocáramos el uno al lado del otro, con tu espalda descansando en la mía y a ver cómo te sientes.

      (Este joven necesitaba apoyo por un lado y respeto hacia sus límites por otro. Es por eso que sugerí el contacto espalda contra espalda como la primera forma de contacto. Después probamos con las manos y con el contacto visual).

      V.Ch.: ¿Cómo te sientes ahora que puedes descansar en mi espalda? ¿Te sientes lo suficientemente seguro como para dejarte ir?

      C.D.: Me siento bien.

      V.Ch.: ¿Puedes dejarte ir? ¿Lo que sientes te resulta familiar?

      C.D.: Me puedo dejar ir… Es como si estuviese descansando en la espalda de mi abuelo. Él es un símbolo de fuerza para mí. Cuando era pequeño y me sentía abatido me iba hacia él…

      V.Ch.: Muy bien, ahora mantén esa sensación y dime qué más podría ayudarte a sentirte mejor.

      (Me alejé un poco de él para que ya no hubiese contacto físico entre nosotros).

      V.Ch.: ¿Cómo te sientes ahora?

      C.D.: Le extrañará pero me siento como si usted no me quisiera. Me siento rechazado. Casi no le conozco y nuestra relación es… y aun así siento como si usted no me quisiera.

      V.Ch.: Dime qué sientes en el cuerpo.

      C.D.: Me siento como si fuese a llorar.

      (Empezaron a caerle lágrimas; lloró en silencio y continuaría llorando de esta forma durante meses).

      V.Ch.: ¿Es así como te sientes, triste, cuando pierdes tu apoyo?

      C.D.: Lo que sea que siento no me resulta fácil. Mi abuelo era el único apoyo que tenía. Y todo esto me parece una tontería, pero es como me siento.

      V.Ch.: ¿Hay algo en mi actitud que te haga sentir la necesidad de disculparte? ¿Sientes quizá que te estoy juzgando?

      C.D.: No…

      V.Ch.: Tomaremos nota de ello. ¿Te sientes “raro” aquí, conmigo, sabiendo que no es mi comportamiento lo que te hace sentir así? ¿Te importa si nos acercamos? ¿Podemos cogernos de las manos un momento?

      C.D.: No, está bien.

      V.Ch.: Bien. Ahora, tómate tu tiempo y dime: ¿cómo te sientes con este contacto?

      C.D.: Emocionado. Me siento emocionado y siento mi pecho más ligero y puedo respirar más profundamente. Y ya no me duele el estómago.

      V.Ch.: Parece que necesitas este contacto, que hace que te sientas mejor. Ahora mírame a los ojos, continúa cogiéndome las manos y dime cómo te sientes.

      C.D.: Siento como una masa en mi garganta y dificultad al respirar. Tengo miedo de que me vaya a criticar por algo…

      V.Ch.: Vuelve a donde estabas, siéntate lo más lejos que necesites y dime cómo te sientes. Puedes volver cuando lo necesites.

      Después de un rato:

      C.D.: Ahora siento mis hombros más relajados. Tan pronto como me he dado cuenta de que usted no me presionaba me he sentido bien y he podido acercarme a usted.

      V.Ch.: Dime, ¿de qué manera sentías que te estaba presionando?

      C.D.: Sentía que esperaba algo de mí. Siempre dudo qué hacer cuando alguien espera algo de mí.

      Este joven intentaba querer lo que los demás querían con tal de gustarles, a pesar de lo que los demás pensaran de él, que en muchos casos era que era una persona egoísta empeñado en salirse con la suya. Recientemente, tras el trabajo corporal que habíamos hecho, ha comenzado a respirar mejor, muestra una mirada más firme y sus manos no están tan frías y sudorosas como al principio. Cuando dispone de su propio espacio y se respetan sus límites no se siente amenazado y puede conectar con confianza. Cualquier cambio en el estado mental y las emociones de una persona se manifiesta en el cuerpo.

      Lo que debemos hacer en nuestra primera sesión terapéutica con un paciente nuevo, además de obtener datos básicos sobre su historia, es, en el 'aquí y ahora' de la sesión, crear las condiciones en las cuales el paciente sienta que se respetan sus límites, que nadie va a criticarle y que obtendrá el apoyo que necesita. El terapeuta corporal no se limita a las palabras, ni es limitado por éstas. Utiliza palabras y escucha cuidadosamente, pero no se queda ahí. Recolectará información importante escuchando lo que el paciente le dice y cómo lo dice. Con todo, obtendrá información más importante observando la correspondencia, o la falta de ésta, entre lo que el paciente cuenta y su cuerpo. ¿Hacia dónde mira el paciente cuando habla? ¿Dice que se siente tranquilo y cómodo mientras aparta la mirada del terapeuta y el cuerpo muestra que está de camino a la puerta de salida? ¿Cómo es su respiración? ¿Respira desde el abdomen o desde el pecho? ¿Es su respiración profunda, superficial o caótica e irregular?

      El cuerpo habla a quien quiera escuchar

      Hemos aprendido en psicoterapia que el cuerpo realmente habla a quien esté preparado y disponible para escucharle. Observamos el tono muscular y tomamos nota de la postura del tronco y de la columna vertebral y del estado de las manos, los pies, la nuca y el rostro. ¿Cómo responde el paciente al toque? ¿Cómo responde a los ejercicios destinados a ayudarle a sentir posibles bloqueos en su cuerpo?

      Para

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