Psicoterapia Corporal. Vassilis Christodoulou

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Psicoterapia Corporal - Vassilis Christodoulou

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se denominan tan solo eufemísticamente ‘centradas en los niños’, por más que nos guste caracterizarlas como tales. Aquellas sociedades en las que la prioridad primordial es la producción de bienes materiales están condenadas a ser menos alegres y a convertir la vida en una lucha por la existencia. En dichas sociedades – y por más duro que suene, esto necesita ser dicho – la gente no tiene tiempo de criar niños sanos. La prisa en sí misma y la falta de respeto por el ritmo de desarrollo propio del niño constituye una violación y como tal queda grabada en el sistema del niño. ¿Cuántas madres, bajo la inexorable presión del trabajo, dejan de dar el pecho a sus bebés de forma prematura? ¿Y qué hay de aquellas madres quienes, ya sea por desconocimiento o por la creencia de que perderán la forma de sus senos, ni tan siquiera dan el pecho a sus bebés? Esta deficiencia quedará grabada como un trauma, con sus correspondientes consecuencias. Lo mismo ocurre con cualquier adulto que sostenga a un bebé sin mostrar ningún respeto por la sensibilidad específica del cuerpo del niño. El joven ser humano que justo acaba de ver la luz del día y que experimenta su primer contacto con el mundo exterior – sin el protector amortiguador del útero que lo nutría y le ayudó a crecer desde aquel organismo unicelular, desde aquella ameba, a un ser humano completo – es mucho más sensible de lo que algunos puedan creer. Lo que sea que ese niño haya almacenado en su memoria como un engrama, la experiencia original, si es traumática, nunca será eliminada. Aquello que pueda resultar trivial y sin importancia para un adulto puede ser a menudo de gran importancia para el niño. Por ejemplo, muchos de los traumas tempranos con los que nos encontramos en la terapia se originan en malas, repentinas y precipitadas maniobras realizadas por el personal médico o paramédico durante el parto. En ningún caso debe convertirse la sala de partos en una línea de producción de fábrica como resultado de presiones económicas o de cualquier otro tipo. Los seres humanos producen máquinas; no somos máquinas. Puedo claramente recordar los llantos y muecas de un niño indefenso manifestadas por muchos de mis pacientes cuando, a pesar de la cálida temperatura de mi cirugía, ellos temblaban de frío al revivir la experiencia de su nacimiento. Solamente un cálido abrazo, una gentil caricia y una sonrisa amorosa de bienvenida pudieron ofrecerles calor.

      “¡Oh Dios mío!, ¿dónde están poniéndome? ¿Por qué no me dejan dentro de mi mami? Me están sujetando boca abajo y me están colocando en algo metálico. Está aún más frío que la habitación. No me gusta… Quiero a mi mami”.

      Las madres, no obstante, están, como la mayoría de la gente hoy en día, sujetas a los dictados de un modelo biomédico que se preocupa más a menudo del confort del personal médico o paramédico, de los horarios de cirugía y del ordenado funcionamiento del sistema de salud que no de los pacientes. Y hay aquí falta de información, mientras la cantidad de desinformación es asombrosa – y esto no es sólo debido a la ignorancia sino también a intereses establecidos.

      La falta de sensibilidad por parte de la madre durante el embarazo es un factor decisivo en el desarrollo del embrión. ¿Cuál es su estado psicosomático? ¿Cómo se alimenta a sí misma? ¿Cómo cuida su cuerpo? ¿Cómo se comunica con el bebé que está en su útero? ¿Se encuentra en un estado mental de calma o tensa y con ansiedad? ¿Se siente deprimida? ¿Está de duelo por alguien o por algo? ¿Cómo procesa el duelo? ¿Qué tipo de relación mantiene con su pareja? Todas estas cosas juegan un papel en el embarazo. No estoy diciendo aquí que exista una madre ideal o un momento perfecto para traer al mundo a un bebé (en la mayoría de los casos no existe ese momento). Las dificultades y problemas son parte de nuestra vida diaria. Es imposible desterrar el dolor, la inseguridad, la tristeza y el peligro de nuestras vidas. Aun así, una cosa es estar triste por algo y otra muy distinta sentirse derrotado por ello. No es lo mismo sentir una inseguridad racional, una que presupone nuestra aceptación del hecho de que no podemos controlarlo todo, que sentir que nos encontramos en un callejón sin salida. Nuestro cuerpo reacciona de acuerdo a la forma en que nos tomamos e interpretamos los eventos, no de acuerdo a los eventos en sí mismos. Quiero aquí empatizar el hecho de que nuestra asimilación de los sucesos o eventos- los cuales, como ya he dicho y seguiré mostrando a través de un gran número de diferentes casos clínicos, determina la forma en la que nos sentimos afectados por ellos – no siempre sucede a un nivel consciente.

      Cuando consideramos al bebé indefenso dentro del útero de su madre y el hecho de que se alimenta de las emociones de su madre – emociones que se convierten en cambios bioquímicos, además de en otras cosas – es cuando podemos comprender cuán importantes son las respuestas de la madre a la realidad que la rodea.

      Quizá deberíamos parar por un momento y considerar un hecho obvio: no traemos niños al mundo para llenar vacíos propios o en nuestra vida social. Los niños no son accesorios de moda. Y tampoco pueden cerrar las grietas de un matrimonio a punto de romperse. Cuando los niños se usan como herramientas para satisfacer cualquier propósito que no sea su propia existencia, este hecho queda grabado en su sistema como una violación, con serias consecuencias en el desarrollo del niño. La frase 'los iguales se atraen' puede no ser cierta en este caso. Cada experiencia tiene su propia energía. Un trauma, en términos energéticos, atraerá otro trauma, y una violación siempre traerá otra a su paso. En cuanto a energía, las víctimas de una violación atraen a sus agresores, que contienen la energía del violador. De la misma manera, individuos fóbicos atraerán la energía de los psicópatas.

      PACIENTE: Ahora entiendo porque en cada curso de primaria y de secundaria había al menos un profesor que flirteaba conmigo… Llevaba la palabra 'víctima' escrita en la cara y yo era la única incapaz de verlo.

      V.Ch.: Déjame ponerlo de otra manera… no eras la única que no podía verlo. Las únicas personas que lo veían eran violadores potenciales. Son ellos los que tienen el potencial de elegir a sus víctimas.

      La primera parte de este diálogo es de una mujer que sufrió su primera violación en su propia casa, a manos de la persona que tenía que haberle ofrecido seguridad: su propio padre. Desde ese momento y hasta el momento en que por fin se sanó, no hubo ni una escuela o ningún lugar de trabajo dónde no intentarán acosarla al menos una vez. Es bien sabido que, en la mayoría de los casos, las víctimas de una violación suelen llevar una historia de violaciones.

      El acoso sexual, y debemos enfatizar esto, no es la única forma en que los límites personales de una persona pueden ser violados. Nuestros límites personales no están fijos desde el momento en que nacemos. Los construimos a través de relaciones que respetan nuestra individualidad como niños y, mediante el respeto que recibimos hacia nuestro ritmo personal de desarrollo, en cada estadio individual de éste, por los adultos que nos cuidan.

      Nuestros límites forman la base de nuestras relaciones

      Examinar los principales déficits en el desarrollo de un paciente, mayormente respecto a sus límites, es una prioridad para el terapeuta pues es en la base de este examen dónde podrán crear el marco de apoyo esencial que permitirá que el paciente pueda revivir experiencias traumáticas en un ambiente terapéutico seguro.

      El hombre es siempre una entidad única e indivisible.

      Sin límites no podemos existir como entes individuales. Con límites inflexibles, con fronteras fijas e impenetrables, no podemos existir como una sociedad de entidades humanas. Y ningún ser humano que viva sin la sociedad de los otros es realmente un humano. Esto nos lleva a los que los antiguos Griegos y los Padres de la Iglesia creían: ningún ser humano puede vivir solo; un ser humano que esté solo no es realmente un ser humano. Nuestros propios campos energéticos no pueden existir sin la sociedad de otros seres humanos.

UN EJEMPLO DE NUESTROS LÍMITES PERSONALES puede mostrarse en las membranas celulares. La membrana celular es el límite que separa la parte interna de la célula, que forma parte de nuestro ser, de lo que se encuentra en el exterior y es ajeno a ella. La membrana es flexible y permite un flujo bidireccional de materia a través suyo. Permite que fluyan a su interior elementos buenos, útiles y nutritivos, mientras mantiene de forma segura elementos dañinos en el exterior. También permite extraer

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