El físico y el filósofo. Jimena Canales

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El físico y el filósofo - Jimena Canales страница 21

Автор:
Жанр:
Серия:
Издательство:
El físico y el filósofo - Jimena Canales

Скачать книгу

por la geometría de Riemann podría ser una simple fase pasajera»24. Las matemáticas desarrolladas por Bernhard Riemann eran útiles para estudiar el tiempo en términos de cuatro dimensiones y eran esenciales para la teoría general de Einstein. Pero tal vez Painlevé podría ahorrar a los físicos el esfuerzo de tener que ser expertos en el tema.

      Cuando Einstein llegó por fin a París, Painlevé volvió a desempeñar un papel importante. Intervino antes de la reyerta del alemán con Bergson y, después, durante el debate en sí. En ese momento, Painlevé estaba muy metido en política: lideraba un partido político y un movimiento social cristiano de izquierdas (la Ligue de la République) y estaba organizando una alianza entre los socialistas radicales (el Cartel des gauches) y el movimiento obrero internacional25. Por esta ocasión especial —y «para enorme regocijo de sus amigos»—, se le vio «abandonar la política durante unas horas» para debatir sobre la teoría de la relatividad26.

      ACELERACIÓN

      En uno de sus encuentros con Einstein en el Collège de France, Painlevé le preguntó qué pasaría si el tren iba «marcha atrás». Bergson estaba en el público escuchando atentamente. Entre una mar de asistentes «cuyos nombres no logro recordar», narró el astrónomo Charles Nordmann, «y que se perdían modestamente en esta asamblea de la élite intelectual francesa», destacaba el «perfil regio de monsieur Bergson»27.

      «¿Qué hora marcará el reloj del tren cuando vuelva a la estación de donde ha salido?», preguntó Painlevé. Era una pregunta trampa. Einstein, apoyado por Langevin, que le «susurraba las respuestas» a su espalda, contestó que «iría con retraso»28. Según un testigo, Painlevé opinó diferente: «Debería marcar la misma hora»29.

      Painlevé aceptaba la teoría de la relatividad especial en su totalidad. Reconocía que su coherencia interna era a prueba de balas, pero no estaba tan seguro de que hubiera que aceptar todas las premisas de la teoría general. «Sin duda, es imposible hallar una contradicción lógica en la teoría de la relatividad especial, pero aparecen graves dificultades cuando uno pasa de un sistema inercial a otro», le dijo a Einstein30.

      Los comentarios de Painlevé ponían el acento en estas dificultades, que todavía no estaban totalmente resueltas. Incluso Langevin coincidía en los problemas de aceleración y regreso, señalando que había reparado en ellos primero. Pero para Painlevé, estas dificultades también implicaban que había que considerar la teoría especial de manera diferente. Demostraban que un observador fijo y uno que volvía después de moverse no tenían por qué estar hablando de lo mismo. Es decir, que no había una «correspondencia unívoca» necesaria entre los dos. Para él, esta falta de correspondencia creaba una «disimetría fundamental» entre los dos observadores que invalidaba todo debate sobre «reciprocidad».

      Langevin replicó de inmediato a los comentarios de Painlevé, agenciándose el mérito. Se dirigió al público diciendo: «Debo insistir en que ya expuse esta falta de simetría en 1911 en el congreso de filosofía de Bolonia, así como en mi curso en el Collège de France»31. Pero aunque Langevin y Painlevé coincidían sobre la naturaleza de las dificultades, discrepaban acerca de su importancia. Cuando dos observadores comparaban sus relojes y los veían discrepar, era porque estaban comparando peras con manzanas, recalcaba Painlevé. Simplemente no estaban comparando lo mismo: el tiempo. Langevin admitía que había una «falta de simetría» entre ellos, pero seguía considerando que ambos marcaban el tiempo.

      La cuestión del reloj que iba y volvía continuó siendo un pilar de la crítica de Bergson. En su opinión, la razón por la que la aceleración —y su papel a la hora de crear las diferencias temporales— se excluía de la mayoría de las presentaciones de la teoría de la relatividad respondía a un problema más hondo. Era una especie de truco ideado para «disimular la diferencia entre lo real y lo virtual» en la obra de Einstein. Su reintegración a las discusiones de la relatividad —que sembraría dudas sobre la relación de la teoría especial con la general— era «superflua para el físico, pero capital para el filósofo»32.

      En las décadas siguientes, la teoría general de Einstein fue cosechando más y más apoyos. Un grupo de científicos que trabajaban en nuevos observatorios norteamericanos a gran escala se convirtieron en el «jurado de Einstein» y fallaron en favor del físico33. Esta generación de investigadores, que interpretaba el tiempo según las ecuaciones de la relatividad general, no necesitaba conceptos extraídos de largos debates para aclarar la relación entre la teoría especial y la general. La «correspondencia unívoca» de Painlevé y la «vivencia» de Bergson, en cambio, estaban diseñadas para demostrar que las diferencias en las condiciones de viaje creaban divergencias temporales. Esta nueva generación de investigadores usaba conceptos propios; y los intentos por entender las diferencias temporales de los relojes de un modo que no estuviera directamente ligado a ellos fueron perdiendo cada vez más fuelle34. Pero la victoria de Einstein no fue pan comido: algunos de los científicos más destacados que estudiaron la relatividad siguieron apoyando a Bergson.

      6

      ¿VALE LA PENA MENCIONARLO?

      UNIVERSITY COLLEGE, LONDRES

      El 4 de mayo de 1912, dos meses antes de su muerte, Henri Poincaré, un renombrado científico y filósofo de la ciencia, fue a Londres a dar un discurso sobre la teoría de la relatividad. Sería su última manifestación importante sobre la cuestión. Poincaré ni siquiera mencionó a Einstein, pero sí a Bergson. «El tiempo de los científicos sale de la duración bergsoniana», explicó1.

      La relación entre Einstein y Poincaré es una de las más fascinantes de la historia de la ciencia y está envuelta en un halo de misterio y controversia2. Poincaré contribuyó tanto a la teoría de la relatividad que muchos han afirmado que merece cierto reconocimiento por ella. Einstein leyó con avidez la obra de Poincaré antes y después de escribir su famoso artículo de 1905. Tal vez solo se saltó uno o dos ensayos3. En 1921 un amigo íntimo advirtió a Einstein que un colega francés estaba pregonando a los cuatro vientos que sus descubrimientos [los de Einstein] no eran suyos: «Supuestamente Poincaré lo había inventado todo y tú solo tuviste que desarrollar sus ideas»4. La obra más antigua de Poincaré sobre esta materia se adelantó muchos años a la de Einstein, pero difería de la del alemán en aspectos destacados. ¿Por qué un experto de ese calado en la teoría de la relatividad hablaba de las opiniones de Bergson sobre el tiempo y del espacio, pero no consideraba digno de mencionar ni siquiera el nombre de Einstein, ni siquiera en una charla sobre esta materia…? ¿Por qué algunos científicos se quedan tan cerca de los grandes avances pero no terminan de dar el paso?

      Poincaré tenía muchísimos lectores que devoraban sus libros y los numerosos artículos que escribía para reputadas revistas. Provenía de una familia de élite, acostumbrada a ocupar las vacantes más codiciadas de prestigiosas instituciones. Su primo Raymond Poincaré fue primer ministro de Francia en cinco ocasiones no consecutivas y presidente de Francia entre 1913 y 1920. Poincaré no tuvo problemas en compaginar cargos de servicio público (sobre todo como consultor del sector de la minería, el transporte y las telecomunicaciones) con la investigación fundamental, contribuyendo a las ciencias aplicadas y teóricas en ingeniería, matemática, física, astronomía e incluso filosofía.

      Aunque Poincaré fue uno de los científicos más eminentes en trabajar en la teoría de la relatividad, no aceptó las conclusiones de Einstein. Aceptaba de buen grado todos los hitos experimentales de la teoría, pero decidió adherirse a la «mecánica ordinaria». En Londres, Poincaré preguntó: «¿Cuál será nuestra postura con respecto a estas nuevas concepciones?». Los físicos que decidían adoptarlas

Скачать книгу