La primera generación. Estudiantes que inauguraron la Facultad de Medicina de Bilbao en 1968. vvaa

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sí profesionalmente y yo no veía qué criterios eran los correctos. Además, la figura del jefe era por un lado criticada, pero por otra venerada, hasta el punto de que el Dr. Valverde le hizo a Usandizaga padrino del hijo que nació en aquella época.

      Un día me encontré con Luis Renedo, que había estado en Basurto y luego se trasladó a Cruces para hacer la especialidad y me dijo que intentase hacerla en Cruces como residente, para lo que había que presentarse a un concurso que se hacía en cada hospital en el que se solicitara el puesto. Me invitó a ir al Departamento de Ginecología de Cruces cuando él estuviese de guardia para enseñarme las instalaciones. Coincidí con el Dr. Anza como jefe de guardia y entre los dos me convencieron de que mi porvenir era mucho mejor en ese Departamento que en Basurto.

      Cuando salió la convocatoria de plazas de interno-residente me presenté a interno (consistía en un año rotando por los principales Servicios del Hospital) y a residente. Me recorrí España haciendo exámenes y entrevistas y me dieron plaza en Bilbao, La Paz (Madrid), La Fe (Valencia) y Santander. La primera opción era ir a La Paz, que entonces estaba considerado el mejor hospital de España, pero el sueldo era de 13600 pesetas y como queríamos casarnos y a Marije en el único sitio en el que no le dieron plaza fue en Madrid, decidimos quedarnos en Bilbao y hacer la especialidad en Cruces.

      Me presenté al Dr. Rodríguez Escudero, que era el jefe del Departamento desde hacía solo seis meses y tenía treinta años, y me dijo que primero hiciera el rotatorio porque me daría una base para poder hacer luego la especialidad. Así que durante un año roté por Cirugía, Pediatría, Medicina Interna, Traumatología y Ginecología. Cuando terminaba mis obligaciones en el Servicio en el que rotaba me iba a Ginecología y allí me fueron conociendo antes de entrar a formar parte del Departamento de una forma oficial.

      El recuerdo que tengo del periodo de residente es que aprendí mucho y me divertí más todavía. La medicina que se hacía en Cruces era distinta a la de Basurto, los médicos que eran mis jefes discutían los casos, pusieron en marcha los protocolos y trataban al residente como a un igual, la relación era muy buena y, aunque en aquella época no estaba el Departamento muy bien organizado, todo el mundo tenía ganas de mejorar. El espíritu era mucho más abierto que en Basurto y, en definitiva, yo me encontraba mucho más a gusto.

      MI VIDA PROFESIONAL

      En 1979 conseguí la plaza de médico adjunto del Departamento de Obstetricia y Ginecología del Hospital de Cruces. Para mí fue un logro muy importante. Me gustaba la medicina hospitalaria y llegar a ese puesto era mi primera meta profesional.

      Empecé trabajando en la Consulta de Embarazo y allí estuve dos años. Después pasé a la Sección de Partos, donde me acompañó Andrés Benito, al que tengo que agradecer lo mucho que me enseñó, tanto desde el punto de vista de la Obstetricia, como desde el punto de vista humano. Era una gran persona. Es una pena que falleciera joven debido a la enfermedad de Niemann-Pick. Lo sentí mucho desde que empezó a comportarse de una forma extraña dos años antes de morir.

      Me gustaba mucho más la Obstetricia que la Ginecología y el puesto de trabajo era muy interesante, pero la sala de partos era de mucho estrés. Así es que cuando el Dr. Escudero, Paco de aquí en adelante, me propuso hacerme cargo de la ecografía, me pareció todo un reto. Paco no creía mucho en ese procedimiento diagnóstico, pero sabía que podía ser una prueba con un gran porvenir. Cuando yo llegué al Departamento había un ecógrafo estático (había que recorrer con el transductor la zona del cuerpo a explorar y salía en la pantalla una imagen fija de lo que había debajo). Este instrumento se utilizaba para colgar las batas blancas cuando nos marchábamos a casa. Nunca nadie supo manejarlo, ni se pudo realizar ningún diagnóstico con él. En los años 80, Juan Diaz-Emparanza empezó a manejar un aparato de ultrasonidos con el que ya se veía algo. Para darnos cuenta de lo mal que se veía, solo decir que mi hija Elena iba a ser Pablo hasta que nació y parece que se le cayeron los huevillos por el camino. Diaz-Emparanza me dijo un día que para él la ecografía había sido la mayor frustración de su vida.

      Cuando yo me hice cargo de la ecografía ya había aparatos con los que podía verse en tiempo real, pero nos servían de poco porque no teníamos conocimientos sobre lo que significaban las imágenes. El desarrollo de la ecografía ha sido paralelo a mi vida profesional. Según alguien se daba cuenta de lo que significaba una imagen y lo publicaba, los demás lo incorporábamos a nuestros conocimientos.

      Cuando en 1987 tuve la oportunidad de trabajar en el Instituto Dexeus en Barcelona, fue como subir de repente un tramo de escaleras en mis conocimientos y a la vuelta a Cruces empecé el desarrollo de la Unidad, que al principio se llamó de Ecografía, y como se fueron incorporando otras técnicas, se terminó llamando Unidad de Diagnóstico Prenatal.

      Pero tengo que volver a decir cuánto ha evolucionado la Medicina en este tiempo. Cuando diagnosticábamos una malformación fetal por ecografía, luego queríamos comprobarla al nacimiento del feto, fuera recién nacido o producto abortivo. Pero todo eran inconvenientes. Cuando era un aborto, los pediatras no se hacían cargo y el feto se enterraba sin estudiar adecuadamente. Si conseguíamos que se enviara a Anatomía Patológica, el estudio era inexacto, a nadie le importaba. Tengo que contar que en varias ocasiones apareció el informe como “normal” después de que la paciente había interrumpido el embarazo porque le habíamos diagnosticado una malformación grave. La repuesta del anatomopatólogo “de normal”, no tenía mala intención sino desconocimiento de una ciencia que estaba en sus albores en ese momento.

      Sin embargo, en las últimas sesiones clínicas a las que acudí antes de jubilarme, las anatomopatólogas eran capaces de diagnosticar hasta problemas en la migración neuronal. La evolución ha sido increíble.

      Entre las técnicas que se empleaban dirigidas por ecografía estaba la amniocentesis. Como el protocolo que habíamos implementado decía que se podía realizar esa prueba invasiva a todas las madres que contaban con más de treinta y cinco años, y la edad de tener hijos se ha ido retrasando, realizábamos hasta mil amnios al año. El riesgo de que se estropeara el embarazo era solo del uno por ciento, pero la rentabilidad del procedimiento era muy baja. Así es que propuse a la directora médica de Cruces, Michol González, poner en práctica el Test Combinado del Primer Trimestre, que permitía seleccionar mediante un algoritmo en el que se incluía la edad materna, el grosor del pliegue nucal en el feto y la alfa-feto-proteína en sangre materna, el riesgo de que el feto padeciera un Síndrome de Down. Si ese riesgo era mayor de 1/270, se realizaba la prueba invasiva. El Test Combinado evitaba realizar más de las debidas. Instaurar este procedimiento fue muy complicado y se dilató en el tiempo, pero cuando a la Dra. González le hicieron directora médica en los Servicios Centrales de Osakidetza, me llamó y me dijo que hiciera un plan para poner en práctica el Test Combinado del Primer Trimestre en toda la red sanitaria vasca. Se convirtió en un plan que he dejado como herencia y que es, probablemente, lo que más satisfacción me ha producido.

      Aquello resultó también en un impulso enorme para la Unidad de Diagnóstico Prenatal, junto con la acción de mi amigo Txanton Martínez Astorquiza, que sí creía en la ecografía como procedimiento diagnóstico. Se compraron nuevos ecógrafos, se informatizó la Unidad, se ubicó en un espacio mucho más digno y, sobre todo, se contrató personal para la Unidad. Uno de esos contratos que elevó la calidad de la Unidad, fue el de la Dra. Nerea Maiz, que había trabajado con el Dr. Nikolaides en Londres y que comenzó a realizar intervenciones en los fetos, además de ponernos a un nivel superior en nuestros conocimientos de ecografía. Algunos ginecólogos mejoraron su especialización en ecografía y la Unidad empezó a trabajar con tres despachos permanentes. Poco antes de jubilarme se contrató para la Unidad al Dr. Burgos, que aparte de buen amigo, me ha sustituido en todas mis funciones excelentemente.

      Me parece más importante hacer hincapié en la evolución de la Medicina que en mis asuntos personales, pero durante este tiempo yo también hice mis pinitos profesionales. Conseguí el rango de jefe

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