Foucault y el liberalismo. Luis Diego Fernández

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Foucault y el liberalismo - Luis Diego Fernández

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que la sospecha o la fobia estatista luego del nazismo era predominante.

      Consecuentemente, Foucault esgrime que la gubernamentalidad neoliberal fue definida por Ludwig Erhard y ella es la que rige Alemania Federal desde 1948 hasta 1979 (fecha del curso). Lo que sostiene nuestro filósofo es que al situarse a la libertad económica como eje fundacional los derechos se derivan de este principio y los partidos políticos se ven obligados a certificar su adhesión para poder participar del juego electoral, así lo fue con la democracia cristiana (Adenauer y Erhard), pero también con el Partido Socialdemócrata que en 1959 en el Congreso de Bad Godesberg renuncia a la socialización de los medios de producción, la lucha de clases, acepta la legitimidad de la propiedad privada y su derecho de protección. Algo que Foucault deja explícitamente planteado al referenciar un discurso de Karl Schiller en Essen, quién fuera convocado como senador económico de Willy Brandt (1963) cuando este era alcalde de Berlín Oeste. Schiller allí expresa la incorporación de manera sistemática a la economía de mercado y el rechazo de toda planificación. De ahí en adelante la identidad del socialismo alemán quedará definida a partir de su adhesión al programa neoliberal.

      En este sentido, Foucault se pregunta: “¿Por qué esa adhesión de la socialdemocracia alemana, una adhesión, en definitiva, aunque un poco tardía, bastante desenvuelta a las tesis, las prácticas y los programas del neoliberalismo?”. (Foucault, 2008: 114). El filósofo señala dos razones: en primer lugar, adscribir a la gubernamentalidad neoliberal que refunda el Estado alemán luego de la posguerra era necesario para ser legitimado y jugar con las mismas reglas de juego de la economía libre; ello implicaba necesariamente romper no solo con el marxismo como lo hace el SPD en 1959 sino con el keynesianismo, lo que hace en 1963, distanciándose del viejo welfarismo de la tradición laborista inglesa; en segundo lugar, la adhesión también daba cuenta, por default, de la ausencia de una gubernamentalidad socialista autónoma. En este sentido, la socialdemocracia entra al juego a tal punto que en 1969 su candidato Willy Brandt será elegido Canciller de Alemania Federal sosteniendo banderas de la economía social de mercado. Foucault es explícito en su hipótesis:

      Por mi parte, diré que lo que falta en el socialismo no es tanto una teoría del Estado sino una razón gubernamental, la definición de medida razonable y calculable de la extensión de las modalidades y los objetivos de la acción gubernamental. El socialismo se da o propone, en todo caso, una racionalidad histórica. Los neoliberales de quienes les hablé, como Von Mises, Hayek, etc., negaron en esos años, en particular Von Mises, que hubiera racionalidad económica del socialismo. Digamos que el problema de la racionalidad económica del socialismo es una cuestión sobre la que se puede discutir. Sea como fuera, el socialismo se propone una racionalidad económica así como propone una racionalidad histórica (…) Pero creo que no hay gubernamentalidad socialista autónoma. No hay racionalidad gubernamental del socialismo. De hecho, el socialismo –y la historia lo ha demostrado- sólo puede llevarse a la práctica si se lo conecta con diversos tipos de gubernamentalidad (…) Pero, en todo caso, no creo que haya por el momento gubernamentalidad autónoma del socialismo. (Foucault, 2008: 117-118).

      Podemos decir con Foucault que en el liberalismo hay una teoría del gobierno, algo ausente en el marxismo. El socialismo carece de la pregunta por la racionalidad de gobierno y en su lugar antepone el interrogante por la racionalidad histórica, por ello debe adoptar otros principios para gobernar, por ejemplo, los liberales. Esa carencia de gubernamentalidad autónoma socialista será un eje central que retomaremos en los capítulos posteriores. La pregunta que señala Foucault por la autenticidad o falsedad de un gobierno socialista emerge del conflicto producto de esta falta de gobierno específico.

      Lo que Foucault define con precisión es que la gubernamentalidad neoliberal en el caso alemán no es tanto una ideología como un tipo de programación nueva, un arte de gobierno y una conducción que refunda el Estado luego del nazismo, por lo tanto, la izquierda se ve en la obligación de modificar sus posiciones para jugar este nuevo juego de verdad. La pregunta por una política de izquierda posible es lo que desnuda la interrogación de Foucault:

      Si les parece, tomemos las cosas una vez más desde otro punto de vista y digamos lo siguiente: cuando se cruza la frontera que separa las dos Alemanias, la de Helmut Schmidt y la de [Erich Honecker], cuando se atraviesa esa frontera, la cuestión que todo buen intelectual occidental se plantea es, desde luego, la siguiente: ¿dónde está el verdadero socialismo? ¿En el lugar de dónde vengo o en el lugar a dónde voy? ¿A la derecha o la izquierda? ¿De este lado, del otro lado? ¿Dónde está el verdadero socialismo? Pero, ¿acaso tiene sentido preguntarse dónde está el verdadero socialismo? ¿No habría que decir, en el fondo, que el socialismo no es más verdadero aquí que allá, sencillamente porque no tiene que serlo? En fin, lo que quiero decir es esto: de una manera u otra, el socialismo está conectado con una gubernamentalidad. Aquí está conectado con tal gubernamentalidad, allá esta conectado con tal otra; aquí y allá da frutos muy disímiles y, al azar, claro, de una rama más o menos normal o aberrante, los mismos frutos venenosos. (Foucault, 2008: 118-119).

      Lo que detecta Foucault es, en primer lugar, la diferencia de juegos de verdad en marcos políticos disímiles (uno liberal, otro marxista) y en segundo lugar, como dijimos, la ausencia de una racionalidad de gobierno autónoma por parte del socialismo. En este aspecto queda claro que para Foucault no hay simbiosis posible entre liberalismo y socialismo, por ende, la adhesión a la gubernamentalidad neoliberal implica la reinvención de una posición de izquierda a partir de estas nuevas reglas del juego. El grave déficit del socialismo lo conduce necesariamente a adoptar una gubernamentalidad liberal como en Alemania Federal o una gubernamentalidad de partido como en Alemania Democrática. Las características de una izquierda que suscribe la racionalidad de gobierno liberal en el siglo XX será lo que exploraremos con Foucault.

      6- (Foucault, 2006b). Lecciones del 1 y el 8 de febrero y el 5 de abril de 1978.

      Del liberalismo clásico a los neoliberalismos del siglo XX

      ¿Cómo no gobernar demasiado?

      En la lección primera de Nacimiento de la biopolítica Foucault expone la expresión “arte de gobernar” con la finalidad de determinar el dominio de la práctica del gobierno, sus diferentes objetos y reglas generales. Así lo expresa: “En suma, es el estudio de la racionalización de la práctica gubernamental en el ejercicio de la soberanía política”. (Foucault, 2008: 17). La clave estará allí en la noción de “racionalización” o “racionalidad” de la práctica. Foucault es explícito en la metodología a emplear al igual que en sus trabajos anteriores: “No interrogar los universales utilizando la historia como método crítico, sino partir de la decisión de la inexistencia de los universales para preguntar que historia puede hacerse”. (Foucault, 2008: 19).

      Por ende, la aproximación foucaultiana a la problemática del arte de gobernar no partirá de la universalización abstracta sino de la ratio gubernamental a partir de prácticas administrativas concretas. Para ello Foucault retoma los tópicos tratados en el curso Seguridad, territorio, población (1977-1978) en particular la cuestión del viraje del dispositivo disciplinario al dispositivo de seguridad. Allí postulará el filósofo que “la libertad no es otra cosa que el correlato de la introducción de los dispositivos de seguridad”. (Foucault, 2006b: 71). Subsiguientemente, la pregunta por la racionalidad de la gubernamentalidad liberal requiere el desarrollo de una secuencia previa: en primer lugar, la emergencia de una racionalidad que Foucault llama “razón de Estado” en el siglo XVI y que exige que el propio Estado se recorte como una realidad específica y autónoma. El Estado existirá para sí mismo y en plural reconvirtiendo el patrón divino de gobierno legado del Medioevo. Este Estado se encarna a partir de nuevas maneras precisas de gobernar: el mercantilismo en el plano económico y el Estado de policía. Mercantilismo y policía constituyen entonces este nuevo arte de gobernar

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