E-Pack HQN Susan Mallery 2. Susan Mallery

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E-Pack HQN Susan Mallery 2 - Susan Mallery Pack

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para nosotros es fácil comprenderlo, pero para ella no fue tan fácil. Pero el acoso no terminó allí. Esas chicas querían castigarla. Siguieron asediándola incluso después de dejar la universidad –Heidi alzó la barbilla–. Terminó suicidándose. Lo consiguió después de dos intentos. La policía estuvo investigando, pero esas chicas hicieron un buen trabajo ocultando su rastro y no pudieron denunciarlas.

      Rafe soltó una maldición.

      –Lo siento.

      –Yo también. Porque aprendí muchas cosas de esa época de mi vida. Sobre todo, aprendí que hay circunstancias que te convierten en alguien especialmente vulnerable a los otros.

      –¿Qué quieres decir, Heidi?

      Heidi quería decirle lo que sabía, decirle que ya no iba a seguir engañándola. Pero eso sería renunciar al mínimo poder que esa información le daba.

      –Nada –contestó–. Perdona, tengo que ir a llamar a una amiga.

      Corrió hacia la casa y subió al piso de arriba. Una vez a solas en su habitación, llamó a Charlie y a Annabelle para decirles que había decidido seguir adelante con el plan y aceptar su ayuda. Y rezó para que eso bastara para conservar su casa.

      Dos días después, Rafe seguía sin comprender el misterio que rodeaba a Heidi. Se mostraba amable, pero distante. No había podido quedarse a solas con ella y aunque le habría gustado poder decir que le estaba evitando a propósito, no podía estar seguro.

      En realidad, tampoco tenía nada concreto que decirle, pero se sentía como si estuviera alejándose de él y no tenía la menor idea de por qué.

      Después de cenar se había ido con sus amigas, dejándole solo e inquieto. Había intentado entretenerse viendo la televisión con su madre y con Glen, pero no conseguía concentrarse en el programa. Había salido fuera y se había encontrado con Shane, que regresaba en aquel momento del establo.

      –Estás controlando constantemente a tus caballos –comentó mientras se dejaba caer en una de las sillas de mimbre del porche, parte del mobiliario que habían llevado el día anterior.

      –Están en un lugar nuevo para ellos después de haber hecho un viaje muy largo –contestó Shane, sentándose en un sofá frente a él–. He invertido en esos caballos hasta mi último penique. Sería una estupidez por mi parte no asegurarme de que están bien.

      –Comprendido.

      Rafe miró hacia el cielo con los ojos entrecerrados. Todavía no había salido el sol y el aire era cálido. Oía el canto de los grillos y el susurro del viento entre los arbustos. Sería una noche hermosa, la noche ideal para seducir a una mujer. Era una pena que la única mujer que le interesaba hubiera perdido el interés por él. Miró fijamente a su hermano. Sí, Heidi había perdido el interés por él justo en el momento en el que había aparecido Shane.

      –¿Quieres que hablemos de ello, Rafe? –le preguntó su hermano–. ¿De lo que quiera que te tenga tan excitado?

      Rafe arqueó una ceja.

      –Todavía puedo contigo, te lo advierto.

      –Tengo mis serias dudas, pero creo que los dos somos demasiado mayores como para intentar comprobar esa teoría. Quedaríamos ridículos rodando en el suelo.

      –Estoy completamente de acuerdo contigo –puso las manos detrás de la cabeza–. Es Heidi.

      –Me lo imaginaba.

      –Es una mujer... complicada.

      –También lo es la situación. Ninguno de vosotros sabe lo que va a pasar con el rancho.

      –Lo sé.

      –¿Es eso lo que te preocupa? ¿Lo que pueda pasar después con Heidi?

      Era una pregunta para la que no tenía respuesta. Aunque esperaba ganar el caso, no le gustaba la idea de echar a Heidi. Ella pertenecía a aquel lugar, tenía allí una vida con sus malditas cabras. ¿Y eso qué significaba para él? ¿Que debería cambiar de planes y dejarle un espacio en su vida? Dejarle alguna hectárea y las cuevas podría ayudar, pero no sería suficiente. Las cabras necesitaban más terreno. Por lo que él tenía entendido, solo las tenía reunidas en invierno. Durante el resto del año dejaba que se movieran a su antojo por todo el rancho. Una vez construidas las casas sería imposible.

      Un problema sin solución, pensó sombrío. Desde luego, no eran los que más le gustaban.

      –¿Por qué has venido? –preguntó, principalmente para pensar en otra cosa–. Pensaba que te gustaba estar en Tennesse.

      –Y me gusta, pero creo que ya es hora de que vaya pensando en montarme un rancho por mi cuenta. Estoy pensando en comprar algo de tierra.

      –¿Aquí? ¿Y si no gano el juicio?

      Shane se echó a reír.

      –En ese caso, supongo que cambiaría el eje de la tierra y comenzaría a girar irremediablemente por el espacio –se encogió de hombros–. Me gusta Fool’s Gold. Me gustaría instalarme aquí de todas formas.

      –¿Y formar una familia?

      –A la larga, sí.

      Rafe miró a su hermano.

      –¿Eso incluiría una esposa?

      –Claro. ¿A ti no te gustaría tener una familia?

      –Sí, claro que me gustaría.

      –¿Por qué necesitas una casamentera?

      –Porque no soy capaz de encontrar a la mujer adecuada por mis propios medios y no sé de qué manera podría evitar volver a hacer las cosas mal.

      –Dímelo a mí.

      Rafe esbozó una mueca.

      –Lo siento. No pretendía sacar el tema.

      –No te preocupes. Ya ha pasado mucho tiempo.

      Era cierto, pero aun así, Rafe tenía la sensación de que Shane continuaba arrepintiéndose de su primer matrimonio. Shane se había enamorado localmente y le había entregado el corazón a una belleza salvaje que no conocía el significado de la palabra «fidelidad». Incapaz de compartir su cama con otros hombres, Shane la había dejado.

      El matrimonio de Rafe había terminado de manera mucho menos espectacular, pero aquella ruptura continuaba afectándole. No echaba de menos a su mujer, claro que no, pero continuaba inquietándole el no haber averiguado en qué se había equivocado.

      –Supongo que una profesional sabrá cómo hacer las cosas –dijo–. Nina me ha prometido que puede ayudarme a encontrar exactamente lo que estoy buscando.

      –¿Y la crees?

      –No confío lo suficiente en mí mismo como para pensar que puedo hacer las cosas bien.

      Shane asintió lentamente.

      –Me encantaría decirte que eres un

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