Fútbol. Marco Monteleone
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Todos intuimos que dos partidos con condiciones iniciales iguales (campo, jugadores, entrenadores, árbitro, condiciones ambientales) evolucionarán de una manera totalmente diferente (efecto mariposa).1 De igual manera, si proponemos el mismo modelo de juego con jugadores diferentes o con los mismos jugadores en temporadas diferentes, éstos evolucionarán de una forma distinta, de modo que sus cualidades se separan exponencialmente unas de otras. Visto esto, fácilmente podemos reconocer que en un régimen o sistema caótico (no lineal) «es prácticamente imposible realizar predicciones a largo plazo, ya que nunca se van a conocer las condiciones finales del sistema con infinita precisión» (Marco Cuéllar, véase Seminario-Debate 2000).
¿Por qué en el fútbol nos obstinamos entonces en tener una visión mecanicista de la realidad (causa/efecto) si nosotros mismos en nuestro inconsciente la negamos a favor de un mundo complejo?
«La complejidad se ubica en sistemas, entendiendo como sistema la interacción de un grupo de elementos que hacen emerger una conducta global; ejemplos de estos sistemas los encontramos en fenómenos tales como la conciencia humana, las fluctuaciones económicas, el lenguaje, el conocimiento, la conducta del hombre, la evolución de las especies, la geometría fractal o la autopoyesis celular» (artículo en Ciencia y el Hombre, Enrique Sánchez Ballesteros, véase Seminario-Debate 2000), o también en un equipo y su modelo de juego.
A continuación, queremos puntualizar algunos comportamientos de los sistemas complejos para tenerlos como referencias en el dibujo de un modelo.
•El sistema complejo es abierto o, lo que es lo mismo, está en continuo proceso de cambio, interaccionando con el entorno, como un modelo de juego que está condicionado por varios elementos que interactúan entre sí (compañeros, contrarios…).
•Un sistema complejo es fractal, esto quiere decir que «muestra similitudes formales en diferentes niveles de análisis; la realidad es reproducible de manera más simplificada donde la red de relaciones sea menos extensa» (Romo Santos, 2000); por eso, en la comprensión de un modelo se puede simplificar la realidad proponiendo tareas reducidas pero que mantengan, para acercarse lo más posible a la realidad misma, todos los elementos que se encuentran en el juego real, cuando las circunstancias lo permitan.
•El sistema complejo es dinámico, ya que está afectado por el tiempo, de modo que el modelo de juego de un equipo puede verse afectado en el curso de la temporada.
En definitiva, cualquier modelo de juego presenta las características que aparecen en el gráfico de la página siguiente.
Recordemos que no podemos pasar por alto a los protagonistas del modelo de juego, los jugadores, que son los que interactúan entre ellos y que permiten una continua reorganización del modelo y que el entrenador tiene que saber identificar y valorar, para la mejora del juego del equipo. En un entorno en el que las situaciones están en continuo cambio y reorganización es imprescindible acostumbrar a los jugadores a reaccionar ante situaciones y momentos imprevisibles, identificándose así en la propia naturaleza del fútbol, desarrollando, respetando en cada uno su potencial y su propia creatividad entendida como «una maravillosa capacidad de encontrar orden donde en ningún modo aparece» (Paul Vernon, citado por Romo Santos, véase Seminario-Debate 2000).
Gráfico 1. Características del modelo de juego
El ciclo del juego
El fútbol, visto desde el punto de vista del paradigma complejo, representa una totalidad dinámica en la que cada momento está relacionado con el anterior y el posterior, sin solución de continuidad; la incesante transición de ataque a defensa o de defensa a ataque es denominada ciclo de juego (Antón, 1998).
Si queremos construir un modelo de juego o estudiar el juego de un equipo de fútbol, es necesario extraer algunos elementos de la realidad para identificar, en estas dos fases del juego, cuatro subfases que son:
•En fase de posesión
—Ataque organizado (AO)
—Contraataque (CO)
•En fase de no posesión
—Defensa organizada (DO)
—Organización defensiva (OD)
Gráfico 2. Ciclo del juego
Cada una de estas dos fases del juego están gobernadas respectivamente por tres principios (Bayer, C. 1986):
•En fase de posesión
→Principio 1: mantener la posesión del balón
→Principio 2: progresar hacia la portería contraria
→Principio 3: finalizar la jugada
•En fase de no posesión
→Principio 1: recuperar la posesión del balón
→Principio 2: evitar la progresión del contrario
→Principio 3: proteger la portería
Estos tres principios de cada una de las fases tendrán prioridades diferentes en función de la subfase y las situaciones en las que se encuentra cada momento del juego; por ejemplo, en la fase de ataque organizado donde el balón lo tiene uno de los centrales lejanos a la portería contraria, la prioridad no será finalizar sino mantener la posesión del balón o progresar, para después poder llegar a una situación de finalización. Es por ello por lo que los principios están ordenados y también encadenados.
Para explicar el ciclo de juego, hemos incurrido en la tradicional forma de ver la realidad: dividiéndola. Somos conscientes de que estamos hablando de algo indivisible, pero para interpretar la realidad a veces es necesario fragmentarla para posteriormente volver a unirla.
Nuestra idea es que los jugadores tengan claras las peculiaridades de cada subfase de juego para tener una representación mental de cada una, pero sin separarlas para identificarlas durante el desarrollo del juego.
Ya sabemos que todos los elementos que componen un sistema complejo, como son las subfases del juego, están interrelacionados; por ello, uno de los objetivos que nos proponemos es que cada jugador sea capaz de observar lo mismo que su compañero, respetando en cada uno su función y su diversidad, pero dando la misma interpretación de la realidad y, sobre todo, que cada jugador pueda estar preparado para los cambios que la realidad misma va a imponer.
Creemos que las subfases de juego no son siempre claramente objetivas, sino que son fruto de la interpretación de los jugadores; por ejemplo, hay equipos que en inferioridad numérica nunca contraatacan, mientras que para otros es un arma letal, les basta con tener un solo jugador que sepa aprovechar las situaciones de desequilibrio de la defensa adversaria. Lo más importante entonces es que todos reconozcan las peculiaridades de cada situación de la misma manera, y no sólo