Fútbol. Marco Monteleone

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Fútbol - Marco Monteleone Deportes

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especial del jugador en circulación aunque no sea el poseedor del balón: alternar la atención sobre el poseedor del balón y sobre otro posible receptor. Es necesario el dominio del propio cuerpo en el espacio respecto al entorno para favorecer la intervención y tener una buena capacidad de análisis y anticipación de la situación. Saber orientarse a partir de la distancia entre el contrario y el compañero, respecto al balón y también de acuerdo con sus características.

      •Ocupar posiciones intermedias (Caneda, Lillo): los jugadores tienen que mantenerse escalonados para cubrir los espacios en las zonas peligrosas, teniendo una doble función de cobertura y marcaje.

      •Esfuerzo útil (evitar desplazamientos innecesarios cuando el adversario se encuentra fuera de distancia peligrosa): los jugadores han de saber reconocer cuándo y dónde las situaciones del juego permiten recuperarse físicamente.

      • Corresponder a los tiempos de traslación (Caneda, Lillo): muchas veces los jugadores se dejan «hipnotizar» por la pelota, quedándose parados y mirándola cuando ésta se encuentra trasladándose de un carril a otro. Este error hay que corregirlo; los jugadores deben aprovechar el momento en que la pelota se traslada para cerrar los espacios.

      Las interacciones entre el conocimiento de los principios específicos del juego colectivo, el contexto cultural, las ideas y las experiencias vividas (en partidos y entrenamientos) conllevan a la formación en cada jugador de los conceptos tácticos básicos del juego de ataque y defensa.

      •En posesión del balón (Ferrari, 2001):

      —Escalonamiento

      —Penetración

      —Amplitud

      —Movilidad

      —Imprevisibilidad

      •En fase de no posesión del balón (Ferrari, 2001):

      —Escalonamiento

      —Acción retardadora

      —Concentración

      —Equilibrio

      —Control y limitación

       Escalonamiento versus escalonamiento

      En la fase de posesión del balón, los jugadores se disponen de manera escalonada. Para fomentar la colaboración hay que evitar estar en la misma línea, procurando formar una serie de triángulos con la presencia constante de un vértice bajo, por detrás de la altura del balón, para favorecer el mantenimiento de la posesión, ofreciendo la posibilidad de más líneas de pase, y al mismo tiempo para evitar los pases horizontales (paralelos a la línea de fondo).

      Del mismo modo, en la fase defensiva el equipo tiene que mantenerse escalonado para favorecer la cobertura mutua, lo que da opción a vigilar al contrario más próximo y también a ofrecer ayuda al compañero en caso de que éste sea desbordado; por eso es importante ocupar los espacios de manera que los contrarios no se muevan y no se relacionen con facilidad.

       Penetración versus acción retardadora

      Para conseguir uno de los objetivos primarios de ataque, o sea, la finalización con éxito, es importante que los jugadores tengan bien claro que la prioridad es que el balón progrese con precisión y rapidez (esto no significa quitarse el balón de encima) para superar al contrario o a una línea entera. Los jugadores tienen que saber asumir la responsabilidad de hacer pases para conquistar el espacio hacia delante según sus posibilidades y, sólo como segunda opción, realizar pases a jugadores libres a su lado o por detrás. En muchas ocasiones suele pasar que para realizar un pase en profundidad es necesario hacer previamente un pase de cara a un compañero que se encuentra en una posición más retrasada, con el objetivo de dificultar la presión del equipo contrario; además, el juego vertical no sólo depende del poseedor, es muy importante que quien reciba sepa ocupar el espacio adelantado en el tiempo justo para que se dé un juego rápido y eficaz.

      Para contrarrestar el juego en profundidad se utiliza el pressing y el fuera de juego, no dando la posibilidad de pensar al contrario, con movimientos hacia delante. Otra opción es realizar un repliegue aumentando la densidad hacia la propia portería, priorizando en el principio de protección de ésta. En los tres casos se alteran los tiempos de la jugada de ataque contrario, los dos primeros la presionan y el tercero la retrasa favoreciendo el repliegue de los compañeros más adelantados.

       Amplitud versus concentración

      El equipo que tiene la posesión del balón debe saber aprovecharse de todas las zonas del campo, ocupando también la zona contraria donde está el balón, con el objetivo de abrir la defensa contraria y tener más opciones de ataque cuando no es posible la verticalidad.

      Por el contrario, los jugadores del equipo que defiende tienen que reducir la distancia entre ellos para garantizar la superioridad numérica en la zona del balón (lado fuerte), dejando más o menos libre (según las características de los contrarios) la zona opuesta (lado débil). Cuanto más se acerca el balón a la propia portería, más se reduce la distancia en sentido vertical y horizontal, sin llegar a superponerse las líneas, respetando el concepto de escalonamiento.

       Movilidad versus equilibrio

      Sin movilidad es muy difícil, por no decir imposible, que se generen jugadas de peligro en ataque, por eso, los jugadores tienen que saber cómo y cuándo moverse para crear espacios si éstos no se manifiestan. A veces, el movimiento de un jugador es una señal (praxema, véase p. 90) para que otros jugadores se beneficien del movimiento con el objetivo de ocupar nuevos espacios y evitar que dos o más compañeros de equipo ocupen la misma zona.

      Para defender un equipo muy móvil, es importante que los jugadores no se pongan a perseguir a los contrarios en cada zona del campo, priorizando la cobertura mutua (equilibrio) más que la marca individual, dependiendo también de si hay superioridad numérica en defensa o no, y tomando como referencia no sólo al oponente directo sino también el balón, la portería, los compañeros y los adversarios.

       Imprevisibilidad versus control y limitación

      Es conveniente que el equipo que ataca provoque incertidumbre a los contrarios para aumentar sus tiempos de reacción y provocar que se hagan más eficaces las jugadas de ataque. Para que esto suceda, los atacantes no tienen que repetir siempre la misma jugada (hay que desarrollar variedad táctica y motriz); los jugadores, según su potencialidad, deben ser tan creativos como para resultar lo bastante imprevisibles o, por lo menos, si repiten las mismas soluciones tácticas sería importante variar el ritmo de ejecución de éstas y hacer movimientos de engaño para aumentar, como anteriormente se ha dicho, las variables de incertidumbre de los defensores.

      Por delante de la creatividad y la imprevisibilidad, el arma más eficaz para un defensa es la racionalidad. Siempre se considera que un buen defensor es aquel que no asume ningún riesgo inútil, que sabe valorar si entrar o acompañar al oponente poseedor del balón, que sabe leer las situaciones y que sabe preverlas; en resumen, que sabe limitar y controlar al atacante calculando las posibles consecuencias de cada elección.

      En definitiva, vamos a esquematizar los conceptos tácticos del juego de la siguiente forma, tomando como referencia el gráfico de los principios de juego de Ferrari (2001), modificado:

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