Fútbol. Marco Monteleone

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Fútbol - Marco Monteleone Deportes

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de apoyo de una segunda o tercera oleada para pasar a una subfase de ataque organizado o, en caso de pérdida del balón, a una subfase de organización defensiva.

       Ataque organizado (AO)

      Es la subfase del juego en posesión de balón en la que se busca la finalización en la portería contraria, ante un equipo en fase de defensa organizada, o sea, con todos o casi todos los contrarios en situación de espera. En función de las características del equipo que ataca y también del equipo que defiende, se pueden desarrollar dos tipos de ataque organizado (Castelo, 1999):

      •Ataque directo: basado en buscar la finalización en tiempo y número de pases reducido.

      •Ataque posicional: basado en la construcción de jugadas elaboradas con un alto número de pases, prioritariamente en corto, para llegar con el balón controlado a zona de finalización.

       Defensa organizada (DO)

      Subfase en el momento de no posesión de balón donde el equipo intenta organizarse para recuperar el dominio del balón o evitar finalizaciones cerrando los espacios más peligrosos, no permitiendo la progresión en ellos y orientando el juego a los espacios donde sea más fácil la recuperación por motivos espaciales (por ejemplo, las bandas) y estratégicos (por ejemplo, orientando la presión hacia los contrarios con menos recursos en posesión de balón). Esta presión puede ser llevada en cuatro alturas diferentes del campo (Bragagnolo, Gaburro, Romagnoli, 2004):

       Contraataque (CO)

      Subfase en posesión de balón donde el equipo intenta progresar para llegar a la finalización lo más rápido posible, aprovechando la falta de organización en fase defensiva de los contrarios. Según el tiempo de llegada hacia las zonas más próximas de la portería rival, los grupos de jugadores del equipo que contraataca se pueden clasificar en (Antón, 2000):

      •Primera oleada

      •Segunda oleada

      •Tercera oleada

       Organización defensiva (OD)

      Subfase en la que no hay posesión de balón, en la que el equipo que defiende se encuentra en una situación de desequilibrio defensivo como consecuencia de una jugada anterior de ataque que termina. En este momento del juego, normalmente se pueden distinguir dos bloques en el equipo que defiende, uno adelantado y otro atrasado. En función de la zona de pérdida del balón, de la manera de atacar del equipo (ataque directo, ataque posicional) y, en consecuencia, del número de jugadores del bloque adelantado, se priorizarán los diferentes objetivos. En general, si suponemos que nuestro equipo pierde el balón en zona de finalización se pueden generar cuatro formas de reorganizarse defensivamente:

      •Repliegue ultraofensivo: consiste en agrupar a los jugadores en una zona muy cercana al balón. La prioridad es la recuperación del balón (principio 1 de defensa).

      •Repliegue ofensivo: en este caso se intenta recuperar el balón sobre la zona de medio campo. La prioridad es evitar la progresión del equipo contrario y recuperar el balón (principios 1 y 2 de defensa).

      •Repliegue defensivo: con este tipo de repliegue se intenta reorganizar la fase defensiva en la propia mitad de campo. La prioridad es evitar la progresión y defender la portería según la situación (principios 2 y 3 de defensa).

      •Repliegue ultradefensivo: consiste en reunir a los componentes del equipo lo más rápidamente posible en zonas muy próximas al área propia. La prioridad es defender la portería (principio 3 de defensa).

      Cada equipo puede tener como elección preferente un tipo de repliegue más que otro, no obstante éste también puede estar condicionado por las contingencias del juego.

      Estudiando la evolución del juego del fútbol desde la segunda mitad del siglo xix hasta la actualidad y teniendo en cuenta los importantes cambios de algunas reglas del juego (por ejemplo, la regla del «fuera de juego» de 1925), se observa una continua reorganización del fútbol, pasando de un estilo de ataque muy marcado y basado sobre capacidades individuales llamado «Kick And Run»,2 hasta llegar a estilos de juego extremamente elaborados en los que las relaciones entre los jugadores han sido más importantes que los propios jugadores.

      Desde el punto de vista defensivo se ha pasado de la defensa al hombre hasta la defensa zonal; de forma general se ha favorecido la colaboración más que la individualización. Si estudiamos este proceso histórico desde el paradigma de la complejidad, se puede llegar a afirmar que con el paso del tiempo se ha intentado reducir más el caos a favor del orden.

      La presencia del «desorden» es lo que nos lleva a la búsqueda continua de principios de organización colectiva que intenten reducir la imprevisibilidad, aunque nunca se podrán eliminar definitivamente los factores que la provocan; esto es lo que hace tan atractivo un deporte como el fútbol.

      Según el biólogo Roberto Marco Cuéllar (2000):

      La vida nace y se organiza en las cercanías de regiones caóticas, precisamente en zonas donde la transición entre distintos atractores sea siempre suave y gradual, evitando la posibilidad de transiciones bruscas que puedan desestabilizar o incluso aniquilar al sistema.

      Si identificamos la «vida» con el fútbol, para estar preparados para enfrentar factores desestabilizadores hay que mantener niveles altos de organización (modelo de juego); cuanto más altos están, menos bruscos serán los factores desestabilizadores y mayores serán las posibilidades de adaptación.

      Los altos niveles de organización de un equipo dependerán de la mayor o menor asimilación de los principios colectivos del juego para llegar a la formación de los conceptos tácticos, progresando hacia el desarrollo de los medios tácticos grupales, y todo ello relacionado con las intenciones tácticas de cada jugador.

      La conducta de un jugador en un partido tiene que estar motivada y condicionada por niveles superiores de la realidad, es por eso que el primer nivel de organización está representado por los propios principios del juego colectivo (Antón, 2002).

       Principios específicos del juego colectivo

      Cada jugador, independientemente de su función específica y del modelo de juego, según la fase del juego en la que se encuentra (posesión o no posesión), tiene que respetar determinados principios que favorezcan el juego colectivo y de colaboración.

      Los principios representan la base en que se sustentan cualquiera de esas intervenciones, el camino o disposición mental que nos permite llegar a cumplir los objetivos y que, por consiguiente, todo jugador debe comprender desde el primer instante y en ningún momento debe olvidar.

      CANO, 2008

      Los principios son reglas o leyes principales que rigen los comportamientos y las relaciones (Jiménez, 2004, citado en Cano, 2008). Para ser comprendidos y asimilados tienen que estar siempre presentes en cada tarea de entrenamiento y, sobre todo, no ser contradictorios, puesto que se consideran la principal guía para todos los jugadores del equipo.

      Antón (1998) clasifica los principios del juego colectivo a partir de una serie de variables que vamos a describir a continuación, incluyendo algunos más de Lillo y Caneda3 que también nos parecen

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