Estiramientos y movilidad. Stephan Meyer

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      ► Figura 2.1. Proteínas del citoesqueleto sarcomérico (Fürst, 2003).

      Las fibras musculares de tipo 2 se contraen rápidamente, son blancas, y tienen un menor suministro de oxígeno. Disponen de grandes depósitos de glucógeno y son más adecuadas para la obtención anaerobia de la energía. Frente a un mayor desarrollo de la fuerza, se produce una fatiga más rápida. Están inervadas por las motoneuronas alfa grandes con fibras de conducción rápida y un patrón de impulsos irregular, que es característico de las actividades motoras específicas.

      Las fibras musculares de tipo 2 se vuelven a subdividir en tipos 2a y 2b. Las del tipo 2a se caracterizan por un elevado potencial oxidativo y glucolítico, mientras que las del tipo 2b se corresponden con las fibras rápidas «típicas» con una gran propiedad glucolítica, pero un menor potencial aerobio. Ambos tipos de fibras se presentan en un mismo músculo, pero con diferentes frecuencias. Por una parte, su distribución está genéticamente condicionada y, por otra, depende del tipo de carga muscular.

      Las propiedades mecánicas de la musculatura dependen de las características materiales de sus componentes principales: los miocitos y el tejido conectivo. Los miocitos poseen cualidades plásticas, es decir, no ofrecen una oposición significativa a la distensión, se pueden deformar y se adaptan rápidamente a nuevas exigencias (longitud del sarcómero). Pero después de la distensión no vuelven por sí mismos a la posición inicial.

      Por el contrario, la porción de tejido conectivo posee propiedades elásticas. Si bien se puede distender y deformar, cuando finalmente cesa la injerencia externa de fuerza, recupera de inmediato la longitud inicial (titina). En el músculo, los elementos elásticos están situados de forma paralela o en serie con los elementos plásticos, lo que constituye un factor importante para su comportamiento mecánico.

      La distensión pasiva o la contracción activa del músculo, aparte de actuar en el sistema nervioso, lo hace sobre las siguientes estructuras:

      • Porciones de tejido conectivo situadas paralelamente (PEC [parallel elastic component]; vaina fibrosa de titina, vaina de los fascículos).

      • Porciones de tejido conectivo situadas en serie (SEC [series elastic component]; fibrillas tendinosas).

      • Elementos contráctiles de los miocitos (► figura 2.2).

      Por lo tanto, las condiciones anatómicas y fisiológicas descritas en los apartados anteriores sirven como base para poder entender el modo de acción de los ejercicios de distensión con el fin de mejorar la movilidad.

       Contracción muscular

      El acortamiento de todo un músculo es la consecuencia de un deslizamiento entre sí de los filamentos de actina y miosina dentro de los innumerables sarcómeros dispuestos en serie. Las cabezas de la miosina se anclan a los filamentos de actina, estirándolos con un movimiento de inclinación hacia el centro del sarcómero. En esta nueva posición, las cabezas vuelven a soltarse y a anclarse otra vez más adelante. A través de este «movimiento de remo», que puede producirse más de 50 veces por segundo, los sarcómeros se acortan hasta un 40% de su longitud original. Para que este mecanismo se ponga en marcha, es necesario un impulso eléctrico del sistema nervioso central.

      ► Figura 2.2. Componentes elásticos y contráctil del modelo muscular.

       Control de la contracción muscular

      El sistema nervioso central es la instancia superior que puede desencadenar una contracción muscular mediante un impulso nervioso. Desde las células nerviosas del cerebro, los impulsos nerviosos viajan a las células motoras del asta anterior (motoneuronas alfa) de la médula espinal, que inervan las correspondientes fibras musculares a través de los nervios periféricos. Las células del asta anterior y todas las fibras musculares que inervan forman la unidad motora. Cada músculo consiste en numerosas unidades motoras (► figura 2.3).

      Cuanto más preciso deba ser el trabajo del músculo, más pequeñas serán sus unidades motoras. Nunca se activan todas simultáneamente, sino que, en función de las necesidades, se activan en fases, de manera que se produce una contracción regular del músculo.

      El nervio periférico se ramifica en el músculo en numerosas fibras nerviosas pequeñas, que constituyen la conexión entre el nervio y el músculo, con las correspondientes placas motoras terminales. En estas zonas de conexión, denominadas también sinapsis, la transmisión del estímulo ya no se produce de forma eléctrica, sino química. Mediante la suma de las alteraciones químicas, la sustancia neurotransmisora, la acetilcolina, provoca durante un corto espacio de tiempo un desplazamiento de la diferencia de tensiones eléctricas en la membrana del miocito. Cuando se supera un determinado nivel umbral, se genera un potencial de acción muscular que desencadena el desarrollo de tensión mecánica en el miocito.

      ► Figura 2.3. Unidad motora. a) En la motoneurona se encuentran muchas sinapsis de las fuentes de información aferentes, lo cual refleja el inmenso trabajo de integración de las motoneuronas. b) Sección de la médula espinal con una motoneurona en el asta anterior y su axón hacia las fibras musculares inervadas. La motoneurona tiene muchas entradas de información desde la zona central (1) y desde la periferia (2).

      En fisioterapia, al igual que en el deporte, se emplea con frecuencia el término de tono. Sin embargo, este no debe utilizarse como término científico, porque no puede medirse. El tono muscular está compuesto por dos componentes:

      • Tensión viscoelástica del tejido, no medible.

      • Actividad contráctil (eléctrica), medible.

      Las diferentes investigaciones mediante electromiografía (EMG) han mostrado que un músculo sano en fase de reposo no presenta ninguna actividad eléctrica (su tono se debe a la tensión de reposo del tejido). Cuando el trabajo muscular se desarrolla en contra de la fuerza de gravedad o en las contracciones activas, la actividad muscular aumenta notablemente y es mayor o menor en función de las necesidades.

      Fundamentalmente, la musculatura y su tensión dependen de procesos nerviosos, es decir, reaccionan ante las influencias que captan y procesan a través de su sistema sensor. Por ejemplo, en caso de que haya problemas articulares, la musculatura circundante reacciona con una mayor tensión para proteger la articulación. Es muy probable que, en este contexto, el dolor desempeñe un papel fundamental. El sistema nervioso autónomo o vegetativo también desempeña una función importante en la regulación de la tensión. En el deporte, la actividad muscular aumenta en caso de estrés, nerviosismo o ansiedad. Estos incrementos de actividad no deben confundirse con los acortamientos de la musculatura.

      En unos estudios realizados a partir de exámenes electromiográficos (Wiemann y Freiwald, 1998; Wiemann y Klee, 2000), se constató que la musculatura solo se activa levemente durante la distensión (en función de la posición de distensión). Según Freiwald, solo supone entre el 2% y el 5% de la activación máxima posible. Esta tensión de distensión

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