Un amor para recordar - El hombre soñado - Un extraño en mi vida. Teresa Southwick

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Un amor para recordar - El hombre soñado - Un extraño en mi vida - Teresa Southwick страница 27

Un amor para recordar - El hombre soñado - Un extraño en mi vida - Teresa Southwick Omnibus Julia

Скачать книгу

puntos —dijo Patty, que parecía horrorizada ante la idea.

      —Ojalá no tuviera que pasar por esto —dijo Emily—, pero no se me ocurre nadie mejor para cuidar de él que Cal. Henry está en muy buenas manos.

      A Cal le encantaba su trabajo y se le daba muy bien. Ésa era una de las cosas que le habían atraído de él desde el principio y también la razón por la que le había aconsejado a Patty que le llevara su pequeño a Cal.

      Cal entró en la habitación y todos lo miraron expectantes.

      —Las pruebas han ido bien —dijo sin perder tiempo—. Es bueno que Henry tenga la cabeza tan dura.

      —Gracias a Dios —Patty alzó la mano hacia Jonas, que se la estrechó al instante.

      —Todas las noticias son positivas, pero para estar completamente seguros, me gustaría dejar ingresado a Henry una noche en observación.

      Patty miró a Jonas con preocupación.

      —¿No podemos observarlo en casa? Tú puedes decirnos lo que hay que hacer.

      Cal se pasó la mano por el cuello.

      —Lo dices porque no tenéis seguro, ¿verdad?

      —Sí —Jonas acarició el cabello de su hijo—. No te confundas, doctor. Quiero que tenga todo lo que necesita, pero no se cómo voy a pagar.

      —No es tanto como piensas —aseguró Cal.

      —A mí todo me cuesta más de lo que piensas tú —Jonas se cruzó de brazos.

      —No recomiendo que te lo lleves a casa todavía.

      Henry se incorporó y señaló a Cal.

      —Eh, chicarrón, ¿te sientes mejor? —Patty lo miró—. Mira, se ha sentado.

      Cal dejó escapar un largo suspiro.

      —Tal vez no sea necesario, pero prefiero decantarme por la precaución.

      Jonas cambió el peso de un pie al otro.

      —Mira, Patty y yo agradecemos todo lo que has hecho. Y respetamos tu opinión. Pero nosotros lo observaremos.

      —Entonces os lo lleváis a casa contra el consejo médico.

      Emily conocía la intensa expresión del rostro de Cal, le había tocado sufrirla en varias ocasiones últimamente. También sabía que se debía a que le importaba de verdad. Ambas partes tenían razón.

      —Tiene que haber algún término medio entre la precaución y el sentido común —dijo Emily—. Si se va a casa, habrá cuatro adultos que pueden hacer turnos para observarle, y tú puedes decirnos qué debemos mirar.

      —Como una familia —dijo Cal.

      —Eso es lo que somos —Emily se preguntó por qué la estaba mirando fijamente, como si hubiera venido de otro planeta—. Además, tengo tu teléfono móvil si nos surge alguna pregunta.

      —Yo tengo una propuesta mejor —Cal consultó su reloj—. A ver qué te parece. Ya casi he terminado mi turno. Quedaos por aquí y me iré a casa con vosotros para pasar allí la noche y así dirigir las tropas.

      Patty y Jonas intercambiaron una mirada y luego ella dijo:

      —¿Por qué?

      Cal la miró a los ojos.

      —Porque Henry es el mejor amigo de mi hija.

      Aquello era una prueba de lo mucho que le importaba, y a Emily le dio un vuelco al corazón.

      —No tienes por qué hacerlo —intervino Jonas.

      —Ése es mi compromiso —aseguró Cal—. O lo tomáis o lo dejáis. Pero antes de que contestéis, debéis saber que estaré allí de todas formas. Y se dónde vivís.

      Emily tragó saliva antes de decir:

      —En lo que respecta al resto del coste de la visita de Henry a urgencias, encontraré la manera de pagarlo todo. A eso me dedico. Hablaré con la Hermana Mónica. Éste es un hospital solidario y tiene que cumplir con ciertas exigencias para mantener su estatus libre de impuestos.

      —Mi grupo médico factura independientemente del hospital, y no cobraré mi tiempo —se ofreció Cal.

      Patty parpadeó.

      —No queremos caridad.

      —Por supuesto que sí —intervino Jonas.

      —Jonas, creí que estábamos de acuerdo en hacer esto nosotros solos —insistió Patty.

      —Y lo estáis haciendo —le aseguró Cal—. Pero dadle a la gente la oportunidad de echaros una mano. Eso nos hace sentir mejor. Dejadme ayudaros —asintió satisfecho—. Ahora dejad que le ponga los puntos a este muchacho. No os preocupéis. Intentaré que esté lo más cómodo posible.

      Cuando salió de la habitación para buscar el material, Emily lo siguió.

      —Gracias —le dijo sonriéndole—. Eres mi héroe —las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerlas.

      No era frecuente ver a Cal sorprendido, pero ahora lo estaba.

      —¿Aunque sea un terco criticón y a veces no sepa cuándo callarme?

      Emily se encogió de hombros.

      —Los héroes no son perfectos. Tal vez por eso sean héroes. Hacen lo correcto a pesar de sus fallos.

      Cal asintió.

      —Voy a cambiarme de ropa antes de que me dé por cambiar de opinión.

      Al día siguiente, Cal se marchó de casa de Emily con ella sentada a su lado en el asiento del copiloto. Cal la miró de reojo y se dio cuenta de que estaba muy pensativa.

      —Te agradezco que vengas conmigo a buscar un regalo para el bebé de Mitch y Sam.

      —¿Cómo iba a decirte que no después de que anoche hicieras de ángel de la guarda?

      —¿Y qué ha sido del héroe? —preguntó mirándola.

      —Eso también —Emily lo miró un instante, pero su broma no sirvió para acabar con su tensión—. ¿Seguro que tu madre estará bien con Annie?

      —Sin duda —aseguró Cal entrando en la autopista—. Ella está deseando pasar tiempo con Annie, y ésta era la oportunidad perfecta.

      —¿No te parece irónico que vayamos a comprar un regalo para un bebé y hayamos dejado a nuestra propia hija con tu madre?

      —No. Además, así será más fácil y rápido escoger el regalo. ¿No te parece increíble que los dos tengamos el día libre hoy?

      —Es estupendo, después

Скачать книгу