Un amor para recordar - El hombre soñado - Un extraño en mi vida. Teresa Southwick

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Un amor para recordar - El hombre soñado - Un extraño en mi vida - Teresa Southwick Omnibus Julia

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hasta que finalmente Jonas dijo:

      —En serio, yo lo cambio si quieres.

      —No pasa nada. Puedo hacerlo yo. Estás a punto de terminar y no quiero interrumpirte —Patty le dio un beso en la mejilla y desapareció por la puerta del apartamento.

      Cal miró a Jonas y trató de pensar en algo de lo que charlar con un chaval con el que tenía tan poco en común.

      —¿Y cómo te va?

      —Ya ves, trabajar a tiempo completo me mantiene ocupado —el chico se pasó el antebrazo por la frente—. Tengo un descanso entre las clases de verano y el semestre de otoño, pero me parecen como vacaciones. Así podré pasar más tiempo con Patty y Henry.

      —¿Dónde trabajas?

      —En el hotel Suncoast. Aparco coches, pero hoy libro.

      —He oído que se puede ganar un buen dinero.

      Jonas se encogió de hombros.

      —No me puedo quejar.

      —¿Y qué estudias en la escuela?

      —Contabilidad.

      —¿Y qué tal las notas?

      —Pareces mi padre —el chico se encogió de hombros—. No están mal.

      Cal quería preguntarle cómo era capaz de mantener aquel ritmo, pero él ya lo sabía. A su misma edad, él también tuvo que hacer malabarismos entre la escuela y el trabajo porque el bebé había formado parte de la mentira. Sus notas habían subido porque utilizó los estudios como excusa para escaparse cada vez que su mujer intentaba llamar la atención tomándose una sobredosis de pastillas que luego no era tal o cortándose las muñecas. Tras cada episodio, Cal ponía otra venda a su relación y se sumía en sus clases.

      Sus padres le habían enseñado a no tomarse los votos matrimoniales a la ligera, y se había quedado donde estaba porque eso era lo que debía hacer. Pero Patty y Jonas no habían pronunciado ningunos votos, y Cal se preguntó qué era lo que los mantenía juntos.

      —Entonces, ¿te gusta pasar tiempo con Patty y el niño? —le preguntó.

      Jonas lo miró a los ojos.

      —Sí.

      —Entonces, ¿por qué no os casáis?

      —Porque mis padres nos están ayudando, y quiero esperar hasta que pueda ocuparme de Patty y Henry por mí mismo. Los dos necesitamos educarnos para poder darle una buena vida a Henry. El hecho de que no estemos casados no significa que no vaya a estar allí para ellos.

      Cal recordó lo que Emily había dicho respecto a la educación. Tenía razón, y los chavales estaban desde luego practicando aquella filosofía. El respeto que sentía por su sabiduría y su coraje seguía creciendo.

      Patty salió con Henry, que llevaba en la mano un coche de juguete. Cuando vio a Cal, lo dejó caer y estiró los brazos.

      —Eh, muchacho —dijo Cal—. ¿Ha tenido éxito la operación de cambio de pañales?

      —Oh, sí —respondió Patty—. Ahora está encantado.

      —¿Dónde está Lucy? —preguntó Cal.

      Jonas y Patty se miraron antes de que Patty contestara.

      —Su novio apareció hace un par de semanas.

      —¿El padre de Oscar?

      —Jonas asintió.

      —Dice que quiere estar cerca.

      —No pareces muy convencido —Cal acomodó a Henry en el antebrazo.

      —Por el bien de Lucy, espero que sea sincero —dijo Patty—. Pero a mí me da la impresión de que, si hubiera querido apoyarla, habría estado cerca cuando ella estaba embarazada y Oscar nació.

      —Tal vez tuviera una buena razón —sugirió Cal, pensando en que él no sabía de la existencia de Annie.

      Antes de que pudieran responderle, se abrió la puerta detrás de él y Emily salió por ella con Annie en brazos. Lo primero que pensó Cal fue que no debería levantar ningún peso, pero antes de que pudiera decirlo, Annie vio que tenía a Henry en brazos y comenzó a agitar los suyos.

      —Quiere que la tengas en brazos —señaló Emily.

      —Eso me ha parecido —Cal le pasó a Henry a Jonas y recibió a su hija—. Si hubiera sabido que los celos era la forma de ganarme su corazón… ¿cómo te sientes? —le preguntó a Emily.

      —No muy mal —Emily movió el hombro—. Un poco dolorida. Me alegro de que todo haya pasado.

      —Yo también.

      Los cuatro se quedaron hablando un rato mientras permitían que los niños jugaran fuera. Jonas le dio a Henry un trozo pequeño de papel de lija y trató de enseñarle a suavizar la parte superior de la mesa. Pero al ver que Annie y él no dejaban de llevárselo a la boca, todos estuvieron de acuerdo en quitárselo.

      Cuando sonó el teléfono móvil de Cal, todos centraron la atención en él.

      —¿Sí? —respondió él.

      —Cal, soy Dennis, del laboratorio.

      —¿Qué tienes para mí?

      —Quería hablarte de la biopsia de Emily Summers. Es benigno. No hay evidencia de células anormales.

      Una oleada de alivio lo atravesó.

      —Me alegra oír eso. Gracias, Dennis —Cal colgó el teléfono y miró las tres caras expectantes—. Es benigno.

      —Gracias a Dios —le dijo Patty a Emily—. Te daría un abrazo, pero me da miedo hacerte daño.

      —Esto hay que celebrarlo —aseguró Cal.

      —¿Qué tienes en mente? —Emily parecía también aliviada.

      —Una barbacoa en tu casa. Traeré hamburguesas, perritos calientes y todo lo demás. Estáis invitados, chicos —dijo mirando a la pareja—. Y Henry también.

      —Estupendo —dijo Jonas.

      De camino a su coche, Cal miró hacia atrás para ver a Emily. Les sonreía a los chicos y ayudaba a que los niños no hicieran travesuras. Se dio cuenta de que aquel grupo variopinto era su familia. La que había elegido. Cal siempre tendría a sus padres y a su hermano, pero su dinámica familiar era diferente. Aunque no se decía claramente, se daba por hecho que uno tenía que hacer lo correcto.

      Ésa era la razón por la que se casó con su novia cuando le dijo que estaba embarazada. En lugar de una ayuda, su mujer fue más bien un problema y Cal hizo malabares para manejarla. Emily ayudaba a las adolescentes porque comprendía sus problemas y empatizaba con ellas. La necesitaban. Cal se había acostumbrado a no necesitar a nadie, pero el hecho de pasar

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