Egipto, la Puerta de Orión. Sixto Paz Wells
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–¡Era el padre Dante Antonioni! Te envía saludos.
–¡Ah, muchas gracias! Supongo que se los devolviste de mi parte.
–¡Sí y ya le conté que me propusiste matrimonio!
–¿Y qué dijo él?
–Se puso muy contento y nos deseó todo lo mejor.
»También le conté el viaje que voy a hacer a Egipto y ¿sabes que me contestó con una pregunta?: ‘¿Qué sabes tú de la Línea Sacra?’ me dijo.
–¿Y qué es eso, Esperanza? No lo había escuchado antes.
–La Línea Sacra son siete centros espirituales y energéticos que marcan el campo de batalla de las fuerzas de la luz contra las fuerzas de la oscuridad. Fue una batalla que se produjo hace decenas de miles de años y que estaría a punto de repetirse en un conflicto final y definitivo.
–Sé algo del arcángel Miguel, pero ¿quién fue, o podría haber sido, si es que en realidad existe?
–Nosotros como humanidad, querido Jürgen, vivimos en un universo material de siete dimensiones y poseemos siete cuerpos para actuar en esas siete dimensiones; cuando uno muere pierde algunos de esos cuerpos y luego los recupera en la siguiente existencia.
–Esperanza, el amor que nos tenemos… ¿durará hasta la siguiente existencia o solo será para esta?
–¡Cuando las relaciones entre las personas son muy buenas, o muy malas, se repiten o continúan de una vida a otra, Jürgen!
–¡Qué maravilla ¡Así que disfrutaré de tu compañía en la próxima también!
–¡Ya verás cómo sí!
»En este universo convivimos con los extraterrestres, los intraterrestres y los seres sutiles. Más allá de la séptima dimensión habría otro universo, pero mental; de este vendrían los verdaderos ángeles, arcángeles, tronos, principados, querubines y serafines. A estos seres se les llama ultraterrestres. Ese universo estaría entre la octava y décima dimensión. Y de la undécima dimensión hacia arriba habría un tercer universo, pero ya espiritual. El universo espiritual creó al mental, y el mental al material. Así que Dios no nos habría creado directamente, sino a través de una jerarquía de seres llamados los Hellel o Resplandecientes, o también llamados «Los Hijos de Dios».
»Uno de esos padres creadores del universo material habría sido uno de estos seres, llamado Miguel, jefe de los ejércitos de Dios. Su nombre significa «Quien como Dios». Él combatió en la primera guerra que arrojó a Satanás y a un grupo de oriones reptilianos disidentes a este mundo, y que ahora tomarían nuevamente parte en la batalla final, Apocalipsis o Juicio Final.
–¿Juicio final, Esperanza?
–Es una forma de denominar al final definitivo de un ciclo cósmico en el que todos estamos involucrados. Pero no tiene por qué ser el final de nada, sino el inicio de algo nuevo trascendental y positivo.
–Una pregunta: si Miguel es un ser ultraterrestre, como dices, ¿cómo pudo haber participado él en las batallas cósmicas, que fueron entre extraterrestres?
–Porque es una entidad capaz de incorporarse en seres del universo material, Jürgen. Un caso sería el del mismo Maestro Jesús.
–¿El arcángel Miguel se incorporó en Jesús? ¿Eso no es una posesión?
–Cuando los espíritus oscuros o bajos astrales buscan incorporarse a la fuerza en seres vivos se denomina posesión; los seres de luz piden permiso antes de hacer una incorporación o transmigración, y siempre es por un tiempo breve. En el caso de Jesús duró casi tres años.
–¡Ah, qué interesante! Pero entonces ¿también podría incorporarse Lucifer o el demonio en otros seres, Esperanza?
–¡Así es, querido! Lucifer se habría incorporado en Satanel, el ser reptiliano procedente de Orión.
–¿Y cuáles son los lugares de la Línea Sacra, Esperanza?
–El padre Dante me recordó los siete centros. Algo había leído al respecto hace tiempo. El trazo es realmente enigmático y un desafío geográfico, pues, a pesar de las grandes distancias existente entre cada lugar, permanecen alineados entre sí de forma perfecta.
»Déjame buscarlos en Internet.
»Sí mira, aquí están. Fíjate: el primero de los siete lugares de la Línea Sacra es Skellig Michael, situado a unos quince kilómetros de la península de Iveragh en Irlanda, en el condado de Kerry, y se alza unos 220 metros sobre el nivel del mar. En esta gigantesca roca hay un antiguo monasterio paleocristiano del año 580. En este lugar el arcángel se le apareció a san Patricio, el gran evangelizador, para darle pautas de cómo expulsar al demonio de Irlanda.
»Luego la línea se dirige hacia el sur a Inglaterra, al Monte de St. Michael´s, un islote de Cornualles que con la marea baja se une a tierra firme. La tradición cuenta que en ese lugar el arcángel Miguel habría hablado con unos pescadores. En esta zona las leyendas artúricas mencionan la llegada del fariseo José de Arimatea, tío de la Virgen María y seguidor en secreto de Jesús, que traería consigo el Santo Grial o Santo Cáliz.
»A continuación, la línea prosigue hacia Francia, a Normandía, a la abadía de Mont Saint Michel, una isla de fuerte misticismo que viene desde la época pre-cristiana de los celtas y galos. Allí, en el 709 d.C. el arcángel se le apareció al obispo Avranches, san Auberto, motivándole a construir un santuario en el lugar.
»El cuarto lugar es la abadía de la Sacra di San Michel, que está a 1.000 kilómetros de distancia del lugar anterior, en la región del Piamonte en la cima del monte Pirchiriano (962 metros), y que se encontraba en la ruta de los peregrinos medievales.
»Unos mil kilómetros más hacia el sur, y siempre en línea recta, se llega a Puglia, al Gargano, donde había una caverna casi inaccesible: el Santuario de San Miguel Arcángel. La primera aparición fue a san Lorenzo Maiorano hacia el 490 d.C.
»El siguiente santuario se localiza en la isla griega de Symi, donde se encuentra el monasterio de Panormitis, dedicado al arcángel Miguel, y donde se encuentra su imagen milagrosa y extraordinaria del arcángel.
»Y el séptimo lugar, que es donde termina la Línea Sacra, se encuentra en Israel, en el Monasterio de Monte Carmelo en Haifa, lugar donde se venera a la Virgen y además se recuerda el enfrentamiento del profeta Elías con los sacerdotes del dios cananeo Baal, así como su posterior ascensión a los cielos en un carro de fuego.
–¡Qué interesante, Esperanza! ¿Todos estos lugares mantienen la misma distancia de 1.000 kilómetros entre sí?
–¡No! Solo tres de ellos.
–¿Y qué tiene que ver todo esto con tu viaje a Egipto? ¿O es que tendrás que ir a cada uno de esos lugares también?
–En cuanto el padre Dante lo dijo me resonó internamente. No me resultó extraño y sentí que era una clave que debía ser tomada en cuenta. Esos lugares supuestamente marcaron el final de la guerra del cielo, y ahora la Puerta de Orión sería como la puerta trasera para el gran escape de los derrotados con el propósito de retomar la guerra. Algo quedó allí que puede garantizar la fuga y que inclinaría