Reflexiones de un viejo teólogo y pensador. Leonardo Boff

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Reflexiones de un viejo teólogo y pensador - Leonardo Boff Reflexiones teológicas

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       La ética en la fase planetaria de la humanidad

       La religión como base para un ethos mundial

       Ethos mundial a partir de los pobres y su liberación

       La Carta de la Tierra: el ethos centrado en la Tierra y en la comunidad de vida

       El ethos fundamentado en el cuidado esencial

       Cuatro principios, expresión del cuidado

       Los derechos de la madre Tierra y el rescate del contrato natural

       La madre Tierra: subjetividad y dignidad

       ¿Puede desaparecer de la faz de la Tierra el ser humano?

       ¿Quién sería el sucesor del ser humano?

       CAPÍTULO 9: ESPIRITUALIDAD, LO PROFUNDO DEL SER HUMANO

       ¿Por qué buscamos la espiritualidad?

       ¿Qué es en realidad la espiritualidad?

       Distinción y relación entre espiritualidad y religión

       ¿Es la religión un obstáculo para la espiritualidad?

       La razón cordial: precondición para la espiritualidad

       Los dos caminos de la espiritualidad: el occidental y el oriental

       La mística como la más alta espiritualidad

       “Somos una cualidad mística de la Tierra”

       CONCLUSIÓN: UNA ESPIRITUALIDAD MÍNIMA DE LA MADRE TIERRA

       SELECCIÓN DE OBRAS DE LEONARDO BOFF

       Michael Löwy

      Este precioso libro es una síntesis de la obra y pensamiento de Leonardo Boff, el teólogo que desafió a Roma y se convirtió en símbolo planetario de la integridad moral. Como ya sabemos, Boff fue uno de los pioneros de la teología de la liberación en Brasil y en América Latina: él defendió, ya desde la década de los años setenta, la opción preferente por los pobres, no como caridad o filantropía, sino como compromiso social con la lucha de los oprimidos y explotados, de los trabajadores y trabajadoras del campo y de la ciudad por su propia liberación. Utilizando como discernimiento algunas ideas fundamentales del marxismo, nunca dejó de denunciar el capitalismo como un sistema intrínsecamente perverso, éticamente vacío y socialmente inhumano. Inspirado en una espiritualidad auténticamente franciscana, en un profundo conocimiento de la teología cristiana más avanzada,

      y con infinita generosidad humana, Leonardo ha dedicado su vida a la causa de la emancipación de los humildes, de los pobres, de los parias de la Tierra.

      A partir de los años noventa, Leonardo Boff abre un nuevo capítulo en la historia de la teología de la liberación, integrando la dimensión ecológica. El grito de los pobres y el grito de la Tierra son hermanos, y denuncian el mismo sistema destructor de vidas humanas y de la propia naturaleza, que envenena a las personas y también los ríos. Con coraje y lucidez, inspirado en una amplia visión cosmológica del universo y de nuestra madre Tierra, señala de forma incansable la amenaza que pesa sobre nuestra casa común: por culpa de un sistema que solo conoce la acumulación sin límites del lucro y del capital, caminamos velozmente hacia el abismo, y los dueños del poder tienen el pie en el acelerador. La comparación con Noé es muy pertinente: nuestras clases dominantes actúan según la máxima de Luis XIV: “¡Después de mí, el diluvio!”. Y el diluvio que vendrá será muy parecido al descrito en la Biblia: resultado del cambio climático, la inexorable subida de los mares ahogará nuestras ciudades y nuestras gentes.

      El alarmante diagnóstico de Leonardo Boff está sobradamente justificado: necesitamos cambiar con urgencia de paradigma civilizatorio, porque este modo de producción y de vida depredador y destructor —el capitalismo globalizado— nos lleva a la catástrofe. Es muy acertado el adjetivo que él inventó para designar dicho sistema: “tiranosáurico”, una mezcla de opresión brutal (tiranía), agresividad de cocodrilo (sauro) y arcaísmo antediluviano.

      Al leer los escritos de Leonardo se tiene la nítida impresión de estar escuchando la voz de uno de los profetas del Antiguo Testamento. Es una especie de Isaías del siglo xxi alzando su voz, sin temor ni temblor, contra los poderosos y contra el culto al becerro de oro o Baal, ídolos que exigen sacrificios humanos.

      Al revés que el oráculo de la Grecia antigua, que pretendía prever un futuro inevitable, una fatalidad ya decidida por los dioses del Olimpo, el profeta bíblico solo ofrece previsiones condicionales: vean lo que puede suceder si no cambiamos el rumbo, si no corregimos nuestra manera de vivir. Este es el carácter de los escritos de Boff, y su voz infinitamente preciosa tiene el timbre de bronce de las señales de alarma.

      Necesitamos cambiar, nos dice el teólogo. Necesitamos una nueva civilización fundada en la hospitalidad, esta noble “virtud de otro mundo posible”, esta alternativa ética a la barbarie instalada en todo el orbe —una hospitalidad inclusiva que tiene que extenderse a la naturaleza, a la Tierra, a los árboles y animales—.

      Los escritos de Leonardo Boff son leídos por millones de personas dentro y fuera de Brasil. Son semillas de un mundo diferente, semillas de paz, esperanza y solidaridad. Entre sus atentos lectores está también el papa Francisco, autor de una valiente encíclica, la Laudato Si’, que nos llama a escuchar “el grito de los pobres y el grito de la Tierra”.

      Si en un futuro aún imprevisible la naturaleza y la humanidad consiguen sobrevivir contra la saña destructora del sistema, será gracias a voces proféticas e inspiradas como la de Leonardo Boff.

       I HAVE A DREAM

       (YO TENGO UN SUEÑO)

      En este momento en que cumplo ochenta años de edad y más de cincuenta en el oficio de la teología, me vienen a la mente estas palabras de Martin Luther King Jr. (1929-1968), poco antes de ser asesinado.

      Miro

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