Obras Inmortales de Aristóteles. Aristoteles

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Obras Inmortales de Aristóteles - Aristoteles Colección Oro

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VIII

      La diferencia de especie es la diferencia entre una cosa y otra cosa dentro de alguna cosa que debe ser común a ambas. Y así, si un animal difiere de especie de otro ser, los dos seres son animales. Es indispensable que los seres cuya especie difiere sean del mismo género, porque llamo género a lo que constituye la unidad y la identidad de dos seres, salvo las diferencias esenciales, sea que exista en concepto de materia o de otra manera. No solo es preciso que haya entre los dos seres comunidad genérica; no solo deben ser dos animales, sino que el mismo género abrazaba los contrarios, porque la diferencia perfecta es la contrariedad. Ahora bien, toda diferencia de especie es la diferencia entre una cosa y otra cosa. De suerte que lo que forma la identidad de los dos seres, el género que los abraza a ambos, está en él mismo señalado con el carácter de la diferencia. Se sigue de aquí que todos los contrarios están encerrados entre los dos términos de cada categoría; quiero decir, los contrarios que difieren de especie y no de género, los seres que tienen entre sí la mayor diferencia posible, porque entonces es cuando hay diferencia perfecta, y que no hay jamás producción simultánea. La diferencia es, por tanto, una oposición de dos individuos que pertenecían al mismo género.

      La identidad de especie es, por lo contrario, la relación de los individuos que no son opuestos entre sí. En efecto, antes de las oposiciones individuales no hay oposición sino en la división del género, sino en los intermedios entre el género y el individuo. Entonces es evidente que ninguna de las especies comprendidas bajo el género está con el género propiamente dicho, ni en una relación de identidad, ni en una relación de diferencia de especie. Por la negación se demuestra la materia. Ahora bien, el género es la materia de lo que se llama género, no en el sentido de raza, como se dice de los heraclidas, sino como lo que entra en la naturaleza de los seres. Las especies no difieren de especie de las especies contenidas en otro género: entonces hay diferencia de género; la diferencia de especie no tiene lugar sino para los seres que pertenecen al mismo género. Es preciso, en efecto, que la diferencia de lo que difiere de especie sea una contrariedad. Ahora bien, solo entre los seres del mismo género puede haber contrariedad.

      Parte IX

      Se preguntará, sin duda, por qué el hombre no difiere de especie de la mujer, existiendo oposición entre lo femenino y lo masculino y siendo la diferencia de especie una contrariedad; y por qué el macho y la hembra no constituyen animales de especie diferente, puesto que la diferencia que hay entre ellos es una diferencia esencial del animal, y no un accidente como el color blanco o negro, sino que en tanto que animal es el animal masculino o femenino.

      Esta objeción viene a reducirse sobre poco más o menos a esta: ¿por qué una contrariedad produce y otra no produce la diferencia de especie? Existe diferencia de especie, por ejemplo, entre el animal que anda sobre la tierra y el que posee alas, mientras que la oposición de la blancura y del color negro no produce esta diferencia. ¿Por qué?, se objetará. Porque entre los caracteres de los seres existen unos que son modificaciones propias del género, y otros que no afectan al género mismo. Y, además, existe de una parte la noción pura de los seres, y de otra su materia. Todas las oposiciones que residen en la noción pura constituyen diferencias de especie; todas las que solo existen en el conjunto de la esencia y de la materia no las producen; de donde se infiere que ni la blancura del hombre ni su color negro constituyen diferencias en el género, y que no existe diferencia de especie entre el hombre blanco y el hombre negro, aun cuando a cada uno se le diese su nombre. En efecto, el hombre es, por decirlo así, la materia de los hombres, y la materia no origina diferencia. Ciertamente los hombres no son especies del hombre. Y así, bien que haya diferencia entre las carnes y los huesos de que se componen este y aquel hombre, el conjunto ciertamente diferente no lo es específicamente, porque no existe contrariedad en la noción esencial: el conjunto es el último individuo de la especie. Calias es la esencia unida a la materia. Luego porque Calias es blanco, el hombre mismo es blanco; luego es accidental que el hombre sea blanco; luego no es la materia la que puede constituir una diferencia de especie entre el triángulo de metal y el triángulo de madera; es necesario que exista contrariedad en la noción esencial de las figuras.

      ¿Pero es cierto que la materia, aunque en cierta forma diferente, no produzca jamás diferencia de especie? ¿No la produce en ciertos casos? ¿Por qué tal caballo difiere de tal hombre? La materia, sin embargo, está comprendida en la noción de estos animales. ¿Por qué?, se pregunta. Porque existe entre ellos contrariedad en la esencia. Puede haber oposición entre el hombre blanco y el caballo negro; pero no oposición específica en tanto que el uno es blanco y el otro negro. Si ambos fuesen blancos, diferirían todavía de la especie entre sí.

      En cuanto a los sexos, macho y hembra, son estas modificaciones propias del animal, es cierto, pero no modificaciones en la esencia; existen tan solo en la materia, en el cuerpo. Y así la misma esperma, sometida a tal o cual modificación, se origina hembra o macho.

      Acabamos de explicar lo que es diferencia de especie, y por qué ciertos seres difieren y otros no específicamente.

      Parte X

      Existe diferencia de especie entre los contrarios, y lo perecedero y lo imperecedero son contrarios entre sí, porque la privación es una impotencia determinada. Pero de toda necesidad lo perecedero y lo imperecedero se diferencian genéricamente; aquí hablamos de lo perecedero y de lo imperecedero considerados como universales. Debería parecer que entre un ser imperecedero cualquiera y un ser perecedero no existe necesariamente diferencia específica, como no existe entre el ser blanco y el ser negro. Así pues, el mismo ser puede ser blanco y negro a la vez, si pertenece a los universales; y así el hombre es blanco y negro sucesivamente, si es un individuo; y el mismo hombre puede ser sucesivamente blanco y negro a pesar de que lo blanco y lo negro son contrarios entre sí. Pero entre los contrarios existen unos que coexisten accidentalmente en ciertos seres, como estos de los que acabamos de hablar y muchos más, mientras que otros no pueden existir en el mismo ser, como ocurre con lo perecedero y lo imperecedero. No existe cosa alguna que sea perecedera accidentalmente, porque lo que es accidental puede no existir en los seres. Sin embargo, lo perecedero existe de toda necesidad en el ser en que existe; sin esto el mismo ser, un ser único, sería a la vez perecedero e imperecedero, puesto que sería posible que no tuviese en sí el principio de su destrucción. Lo perecedero, por consiguiente, o es la esencia misma de cada uno de los seres perecederos, o se halla en la esencia de estos seres. El mismo razonamiento se da respecto de lo imperecedero, porque lo imperecedero y lo perecedero existen así el uno como el otro de toda necesidad en los seres.

      Luego existe una oposición entre los principios mismos que por su relación con los seres hacen que tal ser sea perecedero y tal otro imperecedero. Luego lo perecedero y lo imperecedero difieren genéricamente entre sí.

      Conforme a todo esto, está claro que no pueden existir ideas en el sentido en que las admiten ciertos filósofos, porque entonces habría el hombre perecedero de un lado, y del otro el hombre imperecedero. Se pretende que las ideas son de la misma especie que los seres particulares, y no solo idénticos por el nombre. Sin embargo, existe más distancia entre los seres que difieren genéricamente que entre los que difieren específicamente.

      Libro XI

      Parte I

      La filosofía es una ciencia de principios, y esto resulta claro de la discusión que hemos sostenido al comenzar con relación a las opiniones de los demás filósofos sobre los principios. Pero podría originarse esta duda: ¿debe considerarse la filosofía como una sola ciencia o como muchas? Si se admite que es una sola ciencia, una sola ciencia únicamente abraza los contrarios, y los principios no son contrarios. Si no constituye una sola ciencia, ¿cuáles son las diversas ciencias que es preciso admitir como filosóficas? Además, ¿incumbe a una sola ciencia o a muchas el estudiar los principios de la demostración? Si es este el privilegio de una ciencia única, ¿por qué dar la preferencia a esta y no a cualquiera otra? Si corresponde a muchas, ¿cuáles son estas ciencias? Además,

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