Obras Inmortales de Aristóteles. Aristoteles

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Obras Inmortales de Aristóteles - Aristoteles Colección Oro

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del fin no existe cosa alguna, y lo que es perfecto no carece de nada en absoluto.

      Está claro, desde luego, que la contrariedad constituye una diferencia perfecta; y teniendo la contrariedad numerosos sentidos, este carácter de diferencia perfecta lo poseerá en estos diferentes modos. Siendo así, una cosa única no puede tener muchos contrarios. Porque más allá de lo que es extremo no puede existir cosa que sea más extrema todavía, y una única distancia no puede tener más de dos extremidades. En una palabra: si la contrariedad es una diferencia, no consistiendo la diferencia más que en dos términos, tampoco se contarán más de dos en la diferencia perfecta.

      La definición que acabamos de ofrecer de los contrarios debe aplicarse a todos los modos de la contrariedad, porque en todos los casos la diferencia perfecta es la diferencia más grande; en efecto, fuera de la diferencia de género y de la diferencia de especie, no es posible establecer otras diferencias; y queda demostrado que no existe contrariedad entre los seres que no pertenecen al mismo género. La diferencia de género es la mayor de todas las diferencias. Las cosas que difieren más en el mismo género son contrarias, porque su diferencia perfecta es la diferencia más grande. De igual manera, las cosas que en un mismo sujeto difieren más, son contrarias, porque en este caso la materia de los contrarios es la misma. Las cosas que, sometidas a un mismo poder, difieren más, son igualmente contrarias; en efecto, una sola y misma ciencia abraza todo un género, y en el género hay objetos separados por la diferencia perfecta, por la diferencia más grande.

      La contrariedad primera es la que se da entre la posesión y la privación; no toda privación, porque la privación se entiende de muchas formas, sino la privación perfecta. Todos los demás contrarios se los llamará contrarios conforme a estos, o porque los poseen, o porque los producen o son producidos por ellos; en fin, porque admiten o rechazan estos contrarios u otros contrarios.

      La oposición comprende la contradicción, la privación, la contrariedad, la relación; pero la oposición primera es la contradicción, y no puede existir intermedio entre la afirmación y la negación, mientras que los contrarios pueden tener intermedios; es, por lo tanto, evidente que no existe identidad entre la contradicción y la contrariedad. En cuanto a la privación, ella constituye con la posesión una especie de contradicción. Se afirma que existe privación para un ser cuando está en la imposibilidad absoluta de poseer, o no posee lo que se halla en su naturaleza poseer. La privación es, o absoluta, o de tal género determinado. Porque privación se toma en diversos sentidos, como hemos dicho en otro lugar. La privación es, por tanto, una especie de negación; es, o en general una impotencia determinada, o bien esta impotencia en un sujeto. Esto es lo que hace que entre la negación y la afirmación no exista intermedio, mientras que en ciertos casos sí lo hay entre la privación y la posesión. Todo es igual o no-igual; pero no es igual o desigual sino en las cosas capaces de igualdad.

      Si las producciones en un sujeto material son el tránsito de lo contrario a lo contrario (y, en efecto, ellas provienen de la forma, de la realización de la forma, o bien de la privación de la forma o de la figura), es evidente en este caso que toda contrariedad será una privación; pero probablemente no toda privación es una contrariedad. La causa de esto es que lo que está privado puede estar privado de muchas maneras, mientras que no se da el nombre de contrarios más que a los términos extremos de donde proviene el cambio. Por lo demás, se puede probar por la inducción. En toda contrariedad hay la privación de uno de los contrarios; pero esta privación no es de la misma naturaleza en todos los casos: la desigualdad es la privación de la igualdad; la desemejanza privación de la semejanza; el vicio privación de la virtud. Pero hay, como hemos dicho, diversas clases de privaciones. Tan pronto la privación es una simple falta, tan pronto es relativa al tiempo, a una parte especial; por ejemplo, puede haber privación de cierta época, privación en una parte esencial, o privación absoluta. Por esta razón hay intermedios en ciertos casos (hay, por ejemplo, el hombre que no es ni bueno ni malo), y en otros no: es preciso de toda necesidad que todo número sea par o impar. En fin, hay privaciones que tienen un objeto determinado, otras que no lo tienen.

      Es, por tanto, evidente que siempre es uno de los contrarios la privación del otro. Bastará, por lo demás, que esto sea verdadero para los primeros contrarios, los mismos que son como los géneros de los otros, como la unidad y la pluralidad, porque todos los demás se reducen a estos.

      Parte V

      Siendo la unidad opuesta a una unidad, podría suscitarse esta dificultad: ¿Cómo la unidad se opone a la pluralidad? (porque todos los contrarios se reducen a estos). ¿Cómo lo igual se opone a lo grande y a lo pequeño? En toda interrogación de dos términos oponemos siempre dos cosas; y decimos así: ¿es blanco o negro, es blanco o no blanco? Pero no decimos es hombre o blanco sino en una hipótesis particular, cuando preguntamos, por ejemplo: ¿cuál de los dos ha venido, Cleón o Sócrates? Cuando se trata de géneros diferentes, la interrogación no es de la misma naturaleza; no es necesariamente lo uno o lo otro: aquí mismo, si ha podido expresarse de esta manera, es porque había contrariedad en la hipótesis, porque los contrarios solos no pueden existir al mismo tiempo, y esta es la suposición que se hace cuando se pregunta: ¿cuál de los dos ha venido? Si fuese posible que hubiesen venido al mismo tiempo, la pregunta sería absurda. Y sin embargo, hasta en este último caso habría también oposición, oposición de la unidad y de la pluralidad; por ejemplo: ¿han venido ambos o ha venido uno solo de los dos?

      Si la interrogación de dos términos atañe siempre a los contrarios, ¿cómo se hace la interrogación relativamente a lo más grande, a lo más pequeño y a lo igual, y cómo entonces lo igual será opuesto a lo más grande y a lo más pequeño? No puede ser únicamente el contrario de uno de los dos; no puede serlo tampoco de ambos; porque, ¿qué razón hay para que lo sea más de lo más grande que de lo más pequeño? De otro lado, lo igual es opuesto también como contrario a lo desigual. De forma que una cosa sería lo contrario de muchas.

      De otro modo, si lo desigual significa lo mismo que los otros dos términos, grande y pequeño, lo igual será opuesto a ambos, y entonces esta dificultad viene en apoyo de los que dicen que la desigualdad es la díada. Pero resulta de aquí que una cosa es lo contrario de dos, lo cual es imposible. Además, lo igual sería intermedio entre lo grande y lo pequeño; pero al parecer, ningún contrario es intermedio, porque esto no es posible conforme a la definición. La contrariedad no sería una diferencia perfecta si fuese un intermedio; es mucho más exacto decir que existe siempre intermedio entre los contrarios. Solo queda añadir que lo igual es opuesto a lo grande y a lo pequeño, como negación o como privación. En principio no puede ser opuesto así de uno de los dos únicamente, porque ¿qué razón hay para que lo sea más bien de lo grande que de lo pequeño? Será, por tanto, la negación privativa de ambos. Por esta causa, cuando se hace la pregunta es preciso siempre que haya comparación de lo igual con los otros dos términos, y no únicamente con uno de los dos. No se dirá es más grande o es igual, más pequeño o igual, sino que deberán encontrarse los tres términos reunidos; incluso así no habría necesariamente privación, porque lo que no es ni más grande ni más pequeño no es siempre igual: esto solo puede tener lugar respecto de las cosas que son naturalmente grandes o pequeñas.

      Así pues, lo igual es lo que no es grande ni pequeño, incluso teniendo naturalmente la propiedad de ser grande o pequeño. Se opone a ambos como negación privativa, y en este concepto es un intermedio. Igualmente, lo que no es malo ni bueno se opone a lo bueno y a lo malo, pero no se le ha dado nombre; y esto procede de que el bien como el mal se admiten en muchos sentidos, de que el sujeto no es uno; habría más bien un sujeto único para lo que no es blanco ni negro; y, sin embargo, en esto mismo no existe realmente unidad, porque solo a ciertos colores determinados se aplica esta negación privativa de negro y de blanco. En efecto, es necesario que el color sea moreno o amarillo, o cualquiera otra cosa determinada. Según esto, no tienen razón los que pretenden que lo mismo ocurre en todos los casos; existiría, pues, entre el calzado y la mano un intermedio que no sería ni el calzado ni la mano, porque entre el bien y el mal está lo que no es ni bien ni mal. Habría intermedios entre todas las cosas;

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