Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I. William Nordling J.
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Teorías modernas de
la personalidad.1 Una comprensión crítica de la personalidad desde una perspectiva cristiano católica
PAUL C. VITZ
Este capítulo explica en primer lugar lo que son las teorías seculares modernas existentes sobre la personalidad. A continuación, estas teorías se comparan y contrastan con las suposiciones y características de una propuesta de teoría católica cristiana de la persona y de la personalidad. Finalmente, el capítulo presenta aspectos distintivos de esta nueva teoría, identificada en esta obra como el Meta Modelo Cristiano Católico de la Persona (MMCCP).
Primero, ¿cuáles son las principales teorías de la personalidad en la psicología, y cómo se integran en la disciplina? Ejemplos de tales teorías son las desarrolladas por Sigmund Freud, Carl Jung, Alfred Adler, H. S. Sullivan, los neofreudianos, como Erik Erikson, y otros como Carl Rogers, Abraham Maslow y Gordon Allport. Pueden encontrarse introducciones y estudios a estas teorías en casi todos los libros de texto de teoría de la personalidad, algunos ejemplos son Feist, Feist y Roberts, 2018; Schultz y Schultz, 2013; Sollod, Wilson y Monte, 2009. La mayoría de estas teorías se desarrollaron de manera inductiva a partir de la experiencia con personas con problemas mentales en entornos psicoterapéuticos. Como tales, estas teorías tomaron forma durante muchos años en diversas publicaciones y rara vez fueron sistematizadas y resumidas por sus autores. Algunas, como las propuestas por Maslow y Allport, se centraban en individuos normales y con comportamientos positivos, pero estas teorías dejaban fuera los aspectos patológicos de la personalidad. Algunos teóricos se centraron en los tres primeros años de vida, otros en el adulto maduro ideal, y otros en el yo y la autorrealización como la respuesta a los problemas de salud mental y el propósito de la vida misma. Solo Freud y Erikson proporcionaron una teoría del desarrollo de la personalidad, y solo Erikson incluyó la edad adulta temprana, la madurez y la vejez. Sin embargo, Erikson (1959, 1964, 1968, 1978) obvió la vida religiosa y otros aspectos importantes. En resumen, todas estas teorías son interpretaciones útiles, pero limitadas, de la persona. Aunque siguen existiendo algunas contradicciones y conflictos entre las diferentes teorías, muchas de sus contribuciones básicas han sido aceptadas y ahora forman parte de la forma en que la mayoría de los teóricos y profesionales de la salud mental ven a la persona.
En conjunto, estas teorías representan lo que significa la comprensión psicológica de la persona para nuestra cultura en general, un punto de vista que surgió y se hizo común durante el siglo XX. Esto es especialmente cierto en Estados Unidos, pero ya está extendido también en otros muchos países. Estas teorías subyacen a la psicología popular, que domina la mayoría de los estudios sobre la persona en la actualidad. Es difícil recordar la comprensión más antigua, mucho más simple, de la persona, que existía en el siglo XIX y anteriormente, que hacía hincapié en la mente consciente, la razón y en hacer lo que era moralmente correcto.
Una cuestión que hay que abordar en relación con estas teorías es si pueden considerarse científicas. Muchos cursos y libros de texto de psicología tratan implícitamente estas teorías modernas y seculares como parte de la ciencia natural tradicional. No obstante, esto es un grave error. Muy pocos aspectos limitados de estas teorías tienen una base científica genuina. Por ejemplo, la ansiedad y la depresión, cuando se describen como parte de una teoría de la personalidad, a menudo pueden identificarse de manera fiable. Pero, incluso en este caso, tales síntomas tienen muchas causas posibles, además de lo que podría postularse en la teoría. En cualquier caso, cuando se llega a conceptos de personalidad, como pueden ser el complejo de Edipo, un arquetipo de ánimus o la realización personal, la comprensión científica estándar, y especialmente el paradigma experimental positivista de la psicología moderna, queda atrás. Ningún psicólogo experto entiende actualmente la teoría freudiana o junguiana como basada en la ciencia, ni siquiera posible que pueda llegar a serlo. Estas teorías de la personalidad son en realidad interpretaciones teóricas, sin una metodología fiable de verificación científica. Pueden conducir a verdades pragmáticas e intuitivas, pero estas verdades se parecen más a los conocimientos que se encuentran en la experiencia de la mayoría de los trabajos prácticos. El conocimiento práctico de los materiales, instrumentos y técnicas es importante y es un conocimiento genuino, pero no es el resultado de repetidos experimentos públicos con variables independientes y dependientes, ni forma parte de un sistema explícito, coherente y generalmente cuantitativo. En resumen, los profesionales que utilizan estas teorías de la personalidad están trabajando con lo que se puede llamar «filosofías aplicadas de la vida».
Cualquier intento de presentar una comprensión integral de la persona desde una perspectiva católica cristiana debe tener en cuenta tanto las teorías de la personalidad como los conocimientos aplicados de que dispone el profesional de la salud mental. Por ejemplo, actualmente se realizan numerosas «investigaciones de resultados» (outcome research) y las prácticas basadas en pruebas son una norma. Esta importante investigación evalúa sistemáticamente la eficacia de las diferentes metodologías terapéuticas e identifica aquellas intervenciones asociadas con la mejora del cliente. La métrica científica de los resultados positivos justifica algunos procedimientos psicoterapéuticos y proporciona algunas pruebas indirectas para el marco teórico rector. Esos estudios, por muy necesarios y útiles que sean, son como estudios correlacionales, que muestran una asociación general entre un conjunto de ideas, suposiciones y procedimientos, y un resultado beneficioso.
DIFERENTES SUPUESTOS
Todas las teorías de la personalidad proponen diferentes supuestos importantes sobre la persona. Son necesarios como base del sistema teórico que se construye sobre ellos. En la mayoría de los casos, estos supuestos nunca se explican, y mucho menos se defienden. Las suposiciones deben ser identificadas y contrastadas con las que subyacen a una representación cristiana católica de la persona. A modo de ejemplo, a continuación, se presentan algunos de los conceptos subyacentes más relevantes para nuestro tema. (Si desea consultar un estudio temprano, pero ampliamente descuidado, de las presuposiciones en las teorías de la personalidad, puede consultar Arnold y Gasson, 1954. También es relevante, Vitz, 1997).
ATEÍSMO VERSUS TEÍSMO
Todas las principales teorías modernas de la personalidad y el counseling son seculares y asumen explícita o implícitamente que Dios no existe. Estas teorías, independientemente de las posiciones personales de sus fundadores, son ateas en el sentido de que se omite a Dios en ellas, y la motivación religiosa, cuando surge, suele ser ignorada o a veces tratada como patológica. La teoría de los rasgos de personalidad de Gordon Allport (1937) estaba abierta a los aspectos religiosos de la persona. Aunque él era creyente, los conceptos religiosos no eran la parte central de su enfoque y no son las principales ideas por las que se lo conoce. La reacción negativa del psicólogo típico, ignorante o crítico, al importante trabajo de Allen Bergin (1980), en el que criticaba la ausencia de religión en la corriente principal de psicología, especialmente en la teoría psicológica, sigue siendo habitual en la actualidad.
Lo que se reivindica aquí es que el rechazo u omisión de Dios, y la omisión de la importancia de las creencias y prácticas religiosas y espirituales es un error central en cualquier teoría de la personalidad. La religión, como mínimo, es una realidad psicológica de importancia relevante para muchos millones de americanos y para miles de millones de personas en todo el mundo. Omitir un aspecto tan significativo de la personalidad es, simplemente, una mala práctica clínica. Desde que la Encuesta Gallup comenzó a hacer la pregunta en la década de 1940, más de un 85% de estadounidenses han dicho constantemente que creen