Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I. William Nordling J.
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I - William Nordling J. страница 29
EMOCIONES
Las emociones siempre han sido un aspecto importante de la psicología moderna, aunque durante un tiempo fueron relegadas, en su mayoría, a lo que se llamó motivación. Sin embargo, hoy en día, las emociones son una parte central de la psicología contemporánea. Por ejemplo, se han desarrollado terapias como la terapia centrada en las emociones (Greenberg, 2002; Johnson, 2004). También deben considerarse las importantes contribuciones en neurociencia de Antonio Damasio (1994), Joseph LeDoux (1996) y Michael Gazzaniga (1994). Y no es sorprendente que las emociones sean una parte importante de cualquier enfoque cristiano católico (véase capítulo 14, «Emocional»).
SENSACIÓN-PERCEPCIÓN-IMAGINACIÓN-COGNICIÓN
Una vez más, este importante componente o característica de la persona siempre ha sido una parte estándar de la psicología moderna, desde que comenzó el estudio de la psicofísica, en el siglo XIX. Más tarde, la psicología Gestalt inició el estudio, aún activo, de la percepción de patrones visuales. Otras investigaciones más recientes se han centrado en la percepción de la cara, la percepción estética, la percepción del habla, la cognición preverbal, etc. Este énfasis también incluye la aceptación de la importancia de la imaginación, especialmente en lo que se refiere a la participación humana en las artes. Y, de nuevo, un enfoque cristiano católico incluye este componente no controvertido (véase el capítulo 13, «Sensorial-perceptiva-cognitiva»).
VOLUNTAD
A la voluntad, o «agencia humana», solo se le ha concedido un papel modesto en el pasado, dentro de las teorías psicológicas de la persona. Freud, a nivel teórico, negó la voluntad en la formación de la personalidad. Tal y como se ha indicado anteriormente, numerosos psicólogos han ignorado o restado importancia a la «agencia humana». Esto no es cierto en el caso de los psicólogos humanistas y existencialistas, ni tampoco en el de modelos relativamente recientes de la persona, como puede ser la terapia racional emotivo-conductual (CBET, por sus siglas en inglés), propuesta por Albert Ellis (1962, 1994), o la terapia cognitivo-conductual (CBT, por sus siglas en inglés), desarrollada por Aaron Beck (Beck, 1975; Beck, Freeman y Davis, 2003) o por el teórico del aprendizaje social Albert Bandura (1989), con su énfasis en la «agencia humana».
El surgimiento de la psicología positiva, con su redescubrimiento de las virtudes y las fortalezas de carácter como principales aportes a la personalidad, también es un buen augurio de la importancia del libre albedrío y la «agencia» en la nueva comprensión de la persona por parte de la psicología secular.
El énfasis tradicional cristiano en la libertad de la persona para elegir el bien es conocido y, como ya se ha señalado, forma parte central de cualquier modelo cristiano católico de persona y personalidad (véase el capítulo 16, «Volitiva y libre»).
RAZÓN
Desde Freud y Jung hasta Rogers, la razón o la cognición intelectual, especialmente en el sentido de la búsqueda de la verdad, ha sido poco enfatizada. Por supuesto, Freud postuló una teoría del yo, pero no mandaba en su propia casa, ya que estaba principalmente controlado por los impulsos no racionales e inconscientes del ello y el superyó. Rogers se centró en ponerse en contacto con los sentimientos. Las grandes excepciones son las teorías cognitivas y de comportamiento más recientes mencionadas anteriormente.
Sin embargo, en la tradición católica, la razón ha sido durante mucho tiempo un aspecto importante de la persona; de hecho, la Iglesia católica tomó prestado gran parte de su comprensión filosófica de la razón de los filósofos griegos. Debido a la importancia dada a la verdad (por ejemplo, tal y como se expresa en las palabras de Cristo «Yo soy el camino, la verdad y la vida», Jn 14:6 [RSV]), la razón fue entendida como central a la personalidad desde el principio de la fe. Los escritores del Evangelio, y san Pablo también, mencionan frecuentemente la necesidad de hablar y conocer la verdad.
VOCACIONES
Las teorías existentes rara vez mencionan que las personas tengan llamadas vocacionales, o algún tipo de realización personal que las lleve a un estado de vida como el matrimonio, o a un tipo de trabajo, remunerado o no, que beneficie tanto a la persona como a su sociedad. La contribución de la vocación, o la llamada, o telos personal es una importante contribución católica para comprender la personalidad, especialmente para prosperar. Alfred Adler, que fue una excepción a la mayoría de los teóricos, enfatizó fuertemente lo que llamó «interés social» como necesario para conseguir una personalidad saludable. De manera similar, Frankl (1963) deja claro de varias maneras que, si un hombre tiene un por qué para vivir, puede soportar cualquier cómo.
VIRTUDES
Las teorías seculares de la personalidad rara vez mencionan las virtudes tradicionales. En cambio, se centran en lo que podríamos llamar «virtudes» modernas de la sospecha y la duda, de la independencia y la autonomía, de la ruptura de las inhibiciones y del contacto, y de la expresión de sentimientos y comportamientos sexuales. Una excepción importante fue Erik Erikson, que introdujo las virtudes (o la fuerza del ego) en sus ocho etapas de desarrollo psicosocial. Erikson anticipó, junto con algunos de los conceptos asociados a la autoactualización de Maslow, el actual movimiento de psicología positiva, que ha devuelto las virtudes a la psicología contemporánea (por ejemplo, Seligman y Csikszentmihalyi, 2000.)
La representación cristiana católica de la persona siempre ha concedido importancia a las virtudes tradicionales en la comprensión de la personalidad. En un modelo de personalidad cristiana, las virtudes naturales como la justicia, el valor, la sabiduría y la templanza se entienden como necesarias para una vida naturalmente próspera, pero también como el fundamento de las virtudes teológicas de la fe, la esperanza y la caridad. Esta importancia se mantiene y enfatiza en el marco desarrollado en el capítulo 11, «Realizada en la virtud».
ORIGEN DE LAS PATOLOGÍAS MENTALES
Una importante proposición teórica del Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona es que los desórdenes y patologías mentales pueden interpretarse, de forma útil, como distorsiones o debilidades en áreas del modelo de la persona: la unidad cuerpo-alma, las relaciones interpersonales, la voluntad, la razón, las emociones y las capacidades sensoriales-perceptivas-cognitivas, además de las vocaciones y la virtud. Concretamente, la comprensión de un trastorno mental puede comenzar por observar primero su efecto o expresión en el cuerpo. Esto obviamente permite tratamientos médicos dirigidos a la intervención en el cuerpo, incluyendo el uso de medicamentos y dietas especiales. Estar encarnado significa que toda actividad mental tiene una base biológica y, por lo tanto, lo primero que hay que investigar con los pacientes es su estado corporal.
El siguiente dominio importante que evaluar es la condición de las relaciones interpersonales de un cliente tanto en el pasado como en el presente. Aquí, la teoría y la investigación sobre el apego temprano se vuelven especialmente relevantes. Además, es necesario evaluar los vínculos adultos o las relaciones interpersonales de una persona para comprender adecuadamente su trastorno psicológico.