Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I. William Nordling J.

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I - William Nordling J. страница 28

Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I - William Nordling J. Razón Abierta

Скачать книгу

Por último, se entiende que algunos problemas psicológicos pueden surgir cuando se incumple la ley moral y que muchos aspectos de la realización psicológica se desarrollan a partir del cumplimiento de la ley moral. Este marco católico no niega que los problemas psicológicos estén en algunos casos muy relacionados con factores genéticos, bioquímicos u otros factores determinantes externos a la voluntad del cliente, pero incluso en esos casos el significado que se da al sufrimiento personal y los enfoques adoptados (amargura y odio en lugar de ver el sufrimiento como redención y ofrecimiento de perdón) pueden facilitar el bienestar psicológico y reducir el desarrollo de trastornos psicológicos.

      También en este caso, algunos sistemas profundamente relativistas tienen (paradójicamente) implicaciones «absolutas». Por ejemplo, Rogers supone que las patologías psicológicas pueden surgir de la desobediencia del principio absoluto de que los individuos deben crear y seguir sus propios valores y reglas. Existe, por lo tanto, una similitud entre una teoría rogeriana y cristiana. La diferencia —es una diferencia importante— es que esta última presume que la ley proviene de Dios y de la naturaleza, no del yo.

      REDUCCIONISMO VERSUS CONSTRUCTIVISMO

      La teoría moderna de la personalidad secular comúnmente asume que las cosas «superiores», especialmente la experiencia religiosa y los ideales morales, deben ser entendidas como provocadas por fenómenos inferiores subyacentes. Por ejemplo, el amor se reduce al deseo sexual; el deseo sexual a la fisiología; la vida espiritual o los ideales artísticos se reducen a impulsos sexuales sublimados (como en Freud), y se supone que gran parte de la conciencia es generada por fuerzas inconscientes (de nuevo, como en Freud o Jung).

      La teoría cristiana es construccionista. Hace hincapié en los aspectos superiores de la personalidad, los cuales contienen y a menudo producen o transforman, los aspectos inferiores, y a veces entran en conflicto con ellos. De esta forma, mi pensamiento consciente me hace buscar lo que es bueno, verdadero o bello. La búsqueda y la experiencia del amor abnegado de Dios y de los demás motiva el deseo de trascender la realidad cotidiana. El pensamiento construccionista es sintético, reúne los hechos bajo un patrón integrado de coherencia, mientras que el pensamiento reduccionista es analítico, y divide todo lo que se está estudiando en partes. Por supuesto, un buen análisis es un requisito importante para cualquier integración o construcción que pueda tener éxito. Sin embargo, gran parte de la psicología moderna solo ha proporcionado el análisis, con sus consecuencias reduccionistas. La integración suele dar lugar a una comprensión jerárquica, mientras que la mentalidad moderna es generalmente antijerárquica. Uno de los pocos teóricos de la personalidad del construccionismo moderno es Viktor Frankl (1960, 1963), con su énfasis en la búsqueda de un significado más elevado. No obstante, recientemente, los trabajos de Seligman (Peterson y Seligman, 2004; Seligman y Csikszentmihalyi, 2000) y muchos otros, que se integran en el movimiento de la psicología positiva, han vuelto a poner énfasis en los aspectos superiores con su enfoque en las virtudes y las fortalezas del carácter.

      En resumen, estos cinco pares de principios contrastantes aclaran dos cosas: muchos supuestos fundamentales de las teorías modernas de la personalidad no se basan en pruebas empíricas o científicas, y todos estos supuestos no son a menudo consistentes con una interpretación cristiana católica de la persona y la personalidad.

      LAS DIFERENTES CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS DE LA PERSONALIDAD SE ENFATIZAN

      ENCARNACIÓN

      Casi ninguna teoría de la personalidad identifica nuestro cuerpo como importante en la comprensión de la personalidad. Lo más cercano que cualquier teoría llega a representar la encarnación en sus conceptos teóricos son las diferencias masculinas y femeninas de Freud, expresadas en los complejos de Edipo y Electra. Estas representaciones han sido seriamente criticadas, pero, al menos, Freud estaba dispuesto a abordar el tema de las diferencias de personalidad entre los sexos. Jung propuso arquetipos de sexo opuesto, como presentes en cada sexo, aunque la consecuencia de esto fue enfatizar la psicología unisex de hombres y mujeres. Tras Freud, ningún teórico de la personalidad parece haber abordado las diferencias en la personalidad masculina y femenina.

      Los recientes hallazgos sobre los potentes efectos de los procesos corporales durante todas las etapas, desde el apego temprano entre madre e hijo (Siegel, 1999, 2012) hasta el desarrollo del lenguaje y las neuronas espejo (Friederici, 2017; Obler y Gjerlow, 1999; Rizzolatti y Sinigaglia, 2008), pasando por los efectos del cuerpo en el contenido del pensamiento, incluso abstracto y matemático, hacen que el descuido del cuerpo sea un descuido flagrante en todas las teorías modernas de la personalidad (Lakoff y Johnson, 1999). Sin duda, el hecho de ignorar el cuerpo y de cómo, a través de la maduración y la experiencia, desarrolla capacidades tan importantes, pero limitadas, como caminar, ver y oír, y en menor medida el lenguaje, permitió que ciertas teorías de la personalidad consideraran el yo como autónomo y autocreado, es decir, sin tener en cuenta los límites corporales y las contribuciones de los demás a nuestra formación. Dado este «descuido», incluso parecía posible que algunos existencialistas concibieran que un yo podía crear su propia esencia después de su existencia, crear su propio significado sin referencia a la realidad externa y objetiva.

      Como se aclara en otros capítulos del presente volumen, el énfasis en el cuerpo se deriva de la suposición católica de que la persona es una unidad o un todo cuerpo-alma (véase el capítulo 2, «Premisas teológicas, filosóficas y psicológicas», y el capítulo 8, «Plenitud personal»). Esta idea, por supuesto, introduce otro nuevo concepto para entender la personalidad: el alma «largamente-ignorada». De esta forma, con la reintroducción de alma (véase capítulo 5, «Apoyo psicológico básico») y la introducción de la vocación (véase capítulo 10, «Realizada a través de la vocación»), en particular la vocación a la santidad, el enfoque psicológico católico también enfatiza la vida espiritual.

      Además, otros capítulos del presente volumen presentan una comprensión Cristiana Católica bien desarrollada de la persona y la personalidad, con un énfasis importante pero adecuado tanto en el aspecto de la encarnación común como en la naturaleza complementaria y la igual dignidad del hombre y la mujer (véase el capítulo 9, «El hombre y la mujer»).

      RELACIONES

      Muchas de las teorías seculares sobre la personalidad han tendido a asumir que la personalidad, al menos cuando está madura y sana, es un yo autónomo aislado. Estas psicologías, por ejemplo la de Rogers (1961) y muchos psicólogos existenciales, se centran en cómo el individuo se vuelve independiente, cómo se separa de su madre, padre, comunidad, religión y todo lo demás de lo que antes dependía. La individualización que conduce a la autorrealización se considera el objetivo o propósito básico de toda vida humana.

      Dado que el cristianismo no asume que el objetivo de la vida humana sea la independencia, e incluso ve un lado oscuro de la independencia en patologías comunes como la alienación y la soledad, el enfoque cristiano otorga un papel central a las relaciones en la formación de la personalidad. El punto de vista cristiano también ve la naturaleza positiva y a menudo inevitable de la dependencia, por ejemplo, en los bebés, los niños, los discapacitados y los ancianos. Los enfermos graves, incluso la mayoría de los adultos cuando están enfermos o heridos, dependen todos de manera crucial de los demás para su bienestar; y todos dependen de Dios. Sin embargo, el cristianismo postula la interdependencia y el cuidado mutuo y libremente elegido del otro como el tipo principal de relación adulta. La personalidad se realiza en el amor, en la entrega de uno mismo, y no en el aislamiento:

Скачать книгу