Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I. William Nordling J.
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Complementariamente, algunos de los comentarios generales sobre el Meta-Modelo aportan el contexto, evitando así que se produzcan posibles malentendidos. En primer lugar, es importante señalar que el Meta-Modelo plantea que la psicología, la filosofía y la teología son todas fuentes de verdad sobre la persona (Juan Pablo II, 1998; y el capítulo 6, «La persona como capas integradas») y hacen contribuciones integradoras y complementarias que permiten una comprensión realista de la persona. Estas disciplinas juntas actúan como «lentes» para ver a la persona, y juntas proporcionan la posibilidad de una visión más rica y clara de la persona de lo que sería posible si se utilizase una sola lente. Tal y como se examinará en mayor profundidad a continuación, estas disciplinas utilizan diferentes metodologías (capítulo 7, «Metodología y supuestos»), examinando así a la persona desde diferentes niveles de análisis o capas (capítulo 6). Cada uno de estos niveles proporciona sus propias contribuciones importantes para comprender la verdad sobre la persona, e integrados entre sí permiten obtener una comprensión más rica y precisa.
TABLA 1.1. Definiciones de la persona
Desde una perspectiva teológica (Escrituras, tradición y magisterio), la persona ha sido creada a imagen de Dios y hecha por y para el amor divino y humano, y —aunque sufriendo los efectos del pecado original, personal y social— es invitada a la redención divina en Cristo Jesús, a la santificación a través del Espíritu Santo y a la beatitud con Dios Padre.
Desde una perspectiva filosófica, la persona es una sustancia individual de naturaleza racional (intelectual), volitiva (libre), relacional (interpersonal), sensorial-perceptiva-cognitiva (conocimiento prerracional), emocional y unificada (cuerpo-alma); la persona está llamada a su realización, la responsabilidad moral y la virtud a través de su estado vocacional con o sin voto, así como a través de la vida laboral, el servicio y el ocio significativo.
Desde una perspectiva psicológica, la persona es un ser encarnado, inteligente, que utiliza el lenguaje y ejerce un libre albedrío limitado. La persona es fundamentalmente interpersonal, experimenta y expresa emociones, y dispone de capacidades sensoriales-perceptivas-cognitivas que le permiten estar en contacto con la realidad. Todas estas características se hacen posibles gracias a la unidad del cuerpo y a la singular autoconciencia, expresada en el comportamiento y la vida mental. Complementariamente, la persona está llamada por la naturaleza humana a realizarse gracias al comportamiento virtuoso y el crecimiento trascendente; a través de compromisos interpersonales con la familia, los amigos, con otras personas; también a través del trabajo, el servicio y un ocio con sentido. Desde sus orígenes (naturales y trascendentes), todas las personas disponen de bondad, dignidad y valor intrínsecos. En el curso de la vida, incluso aunque sufran numerosos desórdenes o desgracias naturales, personales y sociales, todas las personas tienen la esperanza de curarse, tener sentido y prosperar.
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Por ejemplo, la premisa teológica de que estamos hechos a imagen de Dios nos aporta una certeza, basada en la fe, de que somos interpersonales y de que estamos llamados a amarnos los unos a los otros. La teología nos proporciona asimismo una comprensión de la naturaleza del matrimonio y de la vida familiar de como una llamada al amor basado en la entrega, de nuestra relación interpersonal con Dios como una fuente de esperanza, especialmente para la vida después de la muerte.
La tradición filosófica, por su parte, nos aporta una profunda percepción y un amplio análisis, así como una síntesis sistemática sobre el significado existencial de la vida, la verdad y la belleza, y los aspectos éticos de las vocaciones. Esto incluye numerosos tipos de relaciones, que van desde nuestras relaciones familiares hasta los tipos de amistades o nuestra relación con la comunidad.
Las ciencias psicológicas aportan teorías y datos empíricos que proporcionan perspectivas de desarrollo y comprensiones psicodinámicas. Adicionalmente, suelen proporcionar una especificidad que permite el desarrollo de planes de tratamiento e intervenciones claras. Por ejemplo, las ciencias psicológicas han identificado que las parejas con problemas suelen caracterizarse por dar respuestas desproporcionadas a las críticas y por ciertos comportamientos de «demanda/retiro». Este tipo de aspectos, relacionados con la naturaleza interpersonal de la persona, no se abordan mediante los métodos utilizados por la teología y la filosofía. En resumen: el enfoque bajo una perspectiva multidisciplinar para el desarrollo del MMCCP aporta un marco para la comprensión de la persona que es amplio y preciso, al tiempo que permite una mayor especificidad y aplicabilidad.
Paralelamente a las premisas teológicas y filosóficas del Meta-Modelo, se encuentran las once premisas psicológicas (véase tabla 1.2.). Estas premisas psicológicas constituyen la base de la definición psicológica de la persona del Meta-Modelo (véase más arriba). El lector debe tener en cuenta que, entre paréntesis, tras cada premisa psicológica, aparece indicada la correspondiente premisa filosófica o teológica con la que se asocia la premisa psicológica. En resumen, el cuadro presenta un breve panorama sobre cómo las «capas» psicológicas, filosóficas y teológicas, las «lentes» o niveles de comprensión, se apoyan y complementan entre sí.
TABLA 1.2. Una visión psicológica de la persona consistente con las premisas teológicas y filosóficas del Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona
Las siguientes once premisas psicológicas aportan una comprensión psicológica de la persona, consistente con las premisas teológicas y filosóficas del MMCCP y con las ciencias psicológicas. Facilitan un esquema que se enriquece con subpremisas que permiten elucidar más en profundidad todas las implicaciones teóricas y clínicas que el Meta-Modelo aporta a la psicología y al consejo clínico. Junto con las premisas teológicas y filosóficas que aporta el MMCCP, permiten profundizar y completar nuestra comprensión de la persona, para aplicarla a la práctica de la salud mental. (Entre paréntesis figuran los nombres de las premisas teológicas y filosóficas correspondientes).
I. La persona está formada por un núcleo esencial de bondad, dignidad y valor, y busca la realización de sí misma y de los demás. Esta dignidad y valor son independientes de cualquier edad o habilidad. Este núcleo de bondad es fundamental para que una persona valore la vida, se desarrolle moralmente y se realice. (Creada).
II. La persona suele experimentar diferentes tipos de dolor, sufrimiento, ansiedad, depresión u otros trastornos en sus capacidades humanas y durante sus relaciones interpersonales. La persona también puede estar angustiada o herida por causas naturales y por el comportamiento dañino de otros. Las personas tienen diversos niveles de experiencia distorsionada consciente e inconsciente, que hacen que no se respeten ni amen a sí mismas, ni a los demás, como deberían. Además, frecuentemente no viven de acuerdo con muchos de sus valores básicos. (Caída).
III. La persona, con la ayuda de los demás, puede encontrar apoyo y curación, corregir comportamientos insanos y encontrar un significado a través de la razón y la trascendencia, todo lo cual produce una realización personal e interpersonal. En resumen, existe una base importante para esperar un