Los años que dejamos atrás. Manuel Délano

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Los años que dejamos atrás - Manuel Délano

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el cargo en el primer periodo. Era demasiado para la centroizquierda: las conversaciones se terminaron32.

      Fue la primera de muchas negociaciones parlamentarias que después la Concertación hizo en democracia con la UDI y RN, e incluso con los designados. La transición a la democracia, a la que la dictadura debió resignarse para respetar su propio itinerario tras la inesperada derrota de Pinochet en el plebiscito de 1988, fue el resultado de múltiples negociaciones como esta.

      Quienes habían estado en la oposición en las calles eran simples espectadores de estas negociaciones. A menudo, ni siquiera eso, porque las conversaciones no eran públicas. Pero entonces la participación no era tema como lo es hoy: la preocupación era lograr la democracia.

      Dentro de la Concertación también había negociaciones frenéticas.

      Como la presidencia del Senado quedaba para un DC, la de la Cámara Baja debía quedar para la izquierda. En el PPD disputaron este puesto los diputados José Antonio Viera-Gallo y Jaime Estévez, ambos provenientes del tronco común del MAPU.

      Viera-Gallo se impuso a Estévez.

      Por los equilibrios internos en la Concertación, la primera vicepresidencia de los diputados debía ser de un democratacristiano. Quedó para Carlos Dupré.

      A fines de enero y comienzos de febrero los futuros ministros se reunieron con los que iban a salir en marzo.

      Krauss recuerda que a él le correspondió ir a La Moneda a una de estas reuniones el martes 30 de enero. Durante la noche del lunes 29, un total de 49 presos políticos, en su gran mayoría del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), entre ellos siete condenados a muerte por el atentado contra Pinochet en septiembre de 1986, y también miembros del Partido Comunista y de las Juventudes Comunistas, habían finalizado un túnel subterráneo de unos 50 centímetros de diámetro en promedio, que partía en una de las celdas de la cárcel pública de Santiago y terminaba cerca de 60 metros después, cerca del cauce del río Mapocho.

      Partieron excavando antes del plebiscito del 5 de octubre de 1988, en el que muchos de ellos no creían o esperaban un fraude de la dictadura.

      Una regla no escrita, pero de toda lógica, sostiene que en cuanto se termina un túnel en una cárcel debe ocurrir la fuga. Si no lo hacen en ese instante, las probabilidades operan en su contra: la salida puede ser descubierta en el penal o en el exterior, y perderse así toda la labor de construcción.

      Los presos políticos trabajaron durante 18 meses. Se inspiraron en la película El gran escape, en la que actuaron Charles Bronson, Steve McQueen, James Garner y James Coburn, entre otros, como militares de los países aliados, prisioneros en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial, que huyeron a través de un túnel33.

      El cine se hizo realidad. Y la realidad puso en ridículo a la dictadura en sus postrimerías. En la tarde del martes 30, la Agrupación de Familiares de Presos Políticos marchó por el paseo Ahumada, en el centro de la capital, para celebrar la evasión de la Operación Éxito gritando: “¡Con cucharas y cuchillos, se fugaron los chiquillos!”.

      Tal como en el filme, la principal dificultad para los 18 que excavaron fue dónde depositar la tierra que extraían, más de 50 toneladas. La solución que encontraron fue ponerla en bolsas al entretecho de la cárcel. También pusieron rieles de madera para trasladar la tierra en un depósito plástico por dentro del túnel. Con un motor artesanal, que tenían para hacer artesanías, y una hélice fabricaron un sistema casero de oxigenación que fluía hacia el interior a través de una tubería hecha con botellas plásticas de bebidas. Ampolletas de bajo consumo los iluminaban. Aplicaron el sistema de construcción de bóveda, muy estrecho, en el que apenas cabe una persona arrastrándose y sin incorporarse, de hasta 50 centímetros de altura, y usaron algunas tablas para reforzar la estructura, sin vigas de madera porque carecían de ellas, una técnica inspirada en los combatientes vietnamitas de la guerra contra tropas estadounidenses. Excavaron con destornilladores, cucharas, tenedores, tarros, ollas, palos y hasta con las manos. El último que intentó fugarse, Jorge Martínez, a quien sus compañeros llamaban Guatón, quedó atrapado en el túnel y no pudo salir, según la versión de las autoridades que el afectado desmintió. Ladridos de perros callejeros los delataron.

      Recibieron apoyo externo. Al salir, en un patio de la Estación Mapocho de Ferrocarriles, muy cerca del cauce del río Mapocho, se cambiaron de ropa. En los alrededores del Parque de los Reyes los esperaba un bus que trasladó a los 24 que salieron primero y habían planificado la evasión. Allí les entregaron un poco de dinero, un pasaje de Metro y los llevaron a distintas casas de seguridad.

      Ellos dejaron el túnel abierto. En la cárcel, más de una hora después otros presos políticos se percataron de que 24 de ellos no estaban en sus celdas. En una prisión no hay muchos lugares para ocultarse. Rápidamente comprendieron que se habían fugado. Buscaron el pasadizo y cuando lo encontraron, la decisión que tomaron fue que se evadieran quienes tenían las mayores condenas. Veintiséis lo hicieron en este segundo grupo y el último fue Martínez. Pero otros 25 lograron sumarse a la fuga. Siete fueron recapturados rápidamente.

      La evasión fue incruenta.

      Carabineros instaló controles en carreteras y helicópteros sobrevolaron Santiago en busca de los fugados.

      En el palacio de gobierno fue como un temblor.

      –Cuando llegué a La Moneda –rememora Krauss– me di cuenta que estaba vacía. Entré al gabinete de Cáceres y no había nadie. La reunión se suspendió.

      Pasaron décadas para que se reconociera la épica y el descomunal esfuerzo que requirió la Operación Éxito, la mayor evasión en la historia del país. Lo hizo el filme Pacto de fuga, del director de cine chileno David Albala, que se estrenó en 2020, inspirada en este episodio. Los actores Benjamín Vicuña y Roberto Farías interpretaron a los líderes, Amparo Noguera a la abogada de los presos y Francisca Gavilán a la esposa de uno de ellos y militante del PC, que los apoyó desde el exterior34.

      La fuga trajo al primer lugar de la agenda el tema de los presos políticos en dictadura, casi 500 personas que habían combatido al régimen, algunos con las armas, todos brutalmente torturados después de su detención y víctimas de juicios encabezados por fiscales militares, sin garantías procesales.

      ¿Qué iba a hacer la democracia con ellos?

      Por esos días finales de la dictadura, Krauss se encontró en Antofagasta con Volodia Teitelboim, secretario general del Partido Comunista. Tras el saludo, el líder PC le preguntó:

      –¿Cuándo vas a soltar a los presos políticos?

      –¿Cómo?

      –Pero si tienen que abrir las cárceles...

      –Estamos haciendo una recuperación de la institucionalidad democrática. Tenemos que ajustarnos a eso –explicó Krauss.

      –Puchas, eras mi esperanza de que podías cambiar el pulso a tu presidente –respondió Teitelboim.

      La libertad de los presos políticos tardó años en concretarse. Las “leyes Cumplido”, conocidas así por el apellido del ministro de Justicia de Aylwin, Francisco Cumplido, quien las impulsó a través de una negociación con RN, fueron la llave para abrir las puertas de las cárceles.

      A los pocos días de asumido el gobierno concedió la libertad y/o amnistió a 47 de ellos. El proceso completo requirió de tiempo, huelgas de hambre y movilizaciones de los presos

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