Reparar (casi) cualquier cosa. Paolo Aliverti

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Reparar (casi) cualquier cosa - Paolo Aliverti

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sospechoso o sustituyendo aquel diodo quemado, la lavadora volverá a funcionar, pero estas tareas requieren mucho tiempo, cosa que nuestro técnico no se puede permitir. Para reparar la lavadora, solo debemos decidir entre «inmediatamente», con certeza, pero con un precio elevado, o «con el tiempo necesario», entre mil dificultades pero a un precio bajo. Normalmente, la decisión recae sobre la primera opción o, peor aún, se valora la posibilidad «quizás no vale la pena repararlo».

      Atención a la frase «de bajo coste». ¿Qué significa? ¿Se refiere solo al precio del recambio o de la pieza sustituida? El coste de la reparación depende casi exclusivamente del tiempo empleado para resolver el problema, y el tiempo vale mucho, sobre todo si acudimos a un técnico o a un experto. Por este motivo, para la mayor parte de los electrodomésticos, no vale la pena repararlos. A menos que lo hagamos nosotros. Llegados a este punto, queda claro también el porqué los recambios son tan caros. Yo he podido ver simples interruptores de 50 céntimos venderse por el fabricante a más de 10 Illustration. El caso del interruptor es bastante extremo, pero por lo general el precio de un recambio es muy elevado. Y por varias razones. El fabricante y el distribuidor deben mantener la pieza en stock. Solo por el hecho de tenerlo en un estante ya tiene un coste, porque la pieza que quizás vale solo unos euros ha sido fabricada y, además, alguien ya habrá pagado por ella o habrá invertido solo por tenerla allí llenándose de polvo. Antes o después, quien tiene la pieza en el estante espera recuperar su inversión y, por tanto, nos hará pagar a nosotros esta «molestia».

      Las piezas de recambio son normalmente difíciles de encontrar y todos sabemos que cuando un bien es escaso, su precio sube. Además, añadimos la urgencia personal. No nos podemos permitir lavar a mano la ropa y desearíamos resolver lo antes posible el problema. La urgencia hace aumentar la propensión al gasto y, por eso, abrimos la cartera sin pensarlo y pagamos 300 Illustration por algo que vale diez veces menos.

      Quien repara lo suele hacer para sí mismo, principalmente por motivos económicos, para ahorrar. ¿Se os ha roto alguna vez la caldera de casa? Como ya sabemos, el técnico nos propondrá dos opciones: sustituir la caldera por una nueva, más eficiente, de bajo consumo y múltiples facilidades, o bien sustituir la placa. La placa puede costar más de 100 Illustration y habrá que pagar también la mano de obra. Y bueno, además la caldera ya no está nueva, tiene sus años y puede durar todavía un poco, pero no se sabe cuánto. Si no tenéis problemas económicos, probablemente optaréis por comprar una nueva caldera, pero si os parece una locura cambiarla después de solo cinco años, entonces sí, os decidiréis por la sustitución de la placa de control que, al final, os costará unos 100 Illustration. Es como tener que elegir entre el huevo o la gallina. Si debemos estrecharnos el cinturón, elegiremos la sustitución de la placa, mientras cruzamos los dedos para que dure el máximo posible. El técnico se llevará la placa, la cual será desechada, o bien devuelta al fabricante, donde casi seguro nadie la reparará.

      Si vosotros fuerais capaces de repararla, probablemente no llamaríais al técnico y comprobaríais la placa. A veces, la causa de la avería es una tontería (aunque solo a veces). Hace unos años también a mí se me averió la caldera. Antes de llamar al técnico intenté abrirla (ya que la garantía había caducado hacía años) y curioseé por su interior entre tubos, bombas y placas varias. Encontré un fusible, que estaba intacto. En la parte inferior había una especie de tanque fijado con tornillos. Lo abrí y encontré la placa de control. Después vi otro fusible: ¡estaba quemado! Lo sustituí de inmediato y me ahorré la visita del técnico y el gasto imprevisto. Saber manipular las cosas es realmente un gran qué que ofrece enormes satisfacciones. Es una competencia que se puede aprender con paciencia y muchos «experimentos», pero recordad siempre la regla de oro:

       ¡No abráis nunca los objetos en garantía!

      Si están en garantía, id al centro de asistencia o donde lo comprasteis.

      El segundo motivo por el cual se recurre a la reparación es por no existir alternativas, por ejemplo, cuando una pieza está obsoleta y ya no se produce. En estos casos, normalmente también se suele recomendar adquirir un producto nuevo a un precio muy superior. Pero si es posible encontrar un recambio, sin duda alguna se debe intentar reparar lo que se ha roto.

      El 99 % de los hombres descienden genéticamente de los monos y les gusta rodearse de objetos. A veces, se pierde el control de este aspecto y se llega a la acumulación en serie. Algunos de los objetos que tenemos pueden tener un gran valor afectivo, quizás porque nos los ha regalado alguien y no los queremos tirar. Hace unos años, a una tía mía se le rompió la máquina de escribir. Toda la vida había utilizado una Olivetti Lettera 22 e, incluso, una vez jubilada, solía escribir con su querida máquina de escribir mecánica. Como le tenía mucho afecto, para no dejarla sin un objeto tan importante para ella, le busqué una por Internet y se la compré. La suya me la dio y yo, con calma, la reparé. Ahora mi tía ya no está, pero yo continúo teniendo su máquina de escribir, que me la recuerda cada vez que la veo. A veces los objetos de este tipo ya no tienen ningún valor y quizás existen nuevos modelos que son más eficientes y actualizados, pero sí son importantes para el propietario, que estará dispuesto a cualquier cosa con tal de conseguir repararlos.

      Otra causa que podría alentar a alguien a reparar algo sería por motivos más profundos y filosóficos. Si compro un objeto, cedo un dinero a cambio de su propiedad, que pasa del vendedor al comprador. En la práctica, este intercambio no es perfecto, porque aun siendo propietario de un bien adquirido, no tengo todo los conocimientos de cómo ha sido fabricado y de cómo funciona. Ahora ningún fabricante entrega ya los esquemas eléctricos y de funcionamiento y se limita solo al manual de uso. Y esto es así para proteger las propiedades intelectuales inherentes al bien adquirido. El fabricante ha invertido tiempo y dinero para crear un objeto y no desea que otros lleguen y utilicen la documentación sumistrada para convertirse en competidores.

      1. ¡Alarga la vida de tus productos! Reparar ofrece a tus objetos una nueva vida. ¡No lo entierres, apedázalo! ¡No lo tires, remiéndalo! Reparar no está en contra del consumismo, está en contra de la basura inútil.

      2. Los objetos deberían ser diseñados para poder ser reparados. Diseñador: crea productos reparables e informaciones claras y comprensibles. Consumidor: compra cosas que puedan ser reparadas y, si no es así, investiga por qué no lo son. Sé crítico y curioso.

      3. Reparar no es sustituir. Sustitutir significa tirar la pieza rota. Este NO es el tipo de reparación que estamos tratando.

      4. Lo que no destruye, refuerza. Cada vez que reparamos algo, aumentamos su potencial, su historia, su alma y su belleza intrínseca.

      5. Reparar es un reto creativo. Reparar despierta la imaginación. Utilizar nuevas técnicas, nuevos instrumentos y materiales presenta nuevas posibilidades en lugar del fin de los objetos.

      6.

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