Gerencia de programas sociales. Enrique Vásquez H.

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Gerencia de programas sociales - Enrique Vásquez H.

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orientado a proveer capacitación empresarial a jóvenes de bajos recursos de áreas rurales, busca que la formación ofrecida tome en cuenta ciertas consideraciones respecto al contexto en que se desarrollarán las capacitaciones. Estas incluyen las necesidades de capacitación detectadas por empresas e instituciones locales y regionales, las tendencias del mercado regional y local, entre otras. De este modo, se busca tomar en cuenta las necesidades particulares de las distintas localidades (Fedesarrollo, 2010).

      Siguiendo con el ámbito internacional, en México, el subprograma Bécate realizaba convocatorias para los jóvenes a través de medios de comunicación con el objetivo de fomentar su participación en las capacitaciones del programa. Asimismo, se realizaba su difusión entre las empresas formales con el objetivo de identificar las oportunidades óptimas para los jóvenes participantes (STPS & SNE, s. f., p. 14). Esta iniciativa, al igual que la dominicana y la argentina, contaba también con videos informativos colgados en medios electrónicos, en los que se buscaba informar a la población sobre lo que se ofrecía y cómo se habían logrado los avances en las implementaciones.

      En Canadá, con el objetivo compartido de lograr educar e informar a la población joven, se identificaron cuatro áreas esenciales de acción para apoyarlos. La primera de ellas consistía en brindarles servicios de tutoría, en los cuales los jóvenes recibían estrategias y consejos para poder obtener oportunidades laborales. La segunda consistía en hacer que los propios empleadores formaran parte de la solución de este inconveniente proporcionando prácticas laborales a las personas de menor edad. La tercera buscaba brindar apoyo temprano, procurando que se diera una preparación adecuada y a tiempo que les fuera beneficiosa. La cuarta y última trataba de potenciar el desarrollo de habilidades necesarias antes de su primer empleo (Poverty Reduction Initiative, 2016, p. 9).

      A la luz de estas experiencias internacionales, la entidad nacional puede potenciar más su actual sistema de fomento y difusión, para que más peruanos puedan enterarse de los beneficios del programa y participar. Cabe rescatar el intento de desarrollar habilidades blandas necesarias para adquirir un empleo, como en Canadá. Esto podría permitir a los postulantes locales cumplir con los requisitos necesarios para mantenerse en un empleo, más allá de solo el conocimiento técnico y práctico para la labor por efectuar.

      1.4 Seguimiento de capacitados

      El programa nacional brindaba a los egresados de los cursos de capacitación un proceso de seguimiento en su inserción en el mercado laboral. Para ello, el delegado del proceso de vinculación empresarial del programa se encargaba de contactarse con la empresa con el objetivo de obtener retroalimentación sobre los beneficiarios contratados (MTPE, 2016b, p. 9).

      En esta línea, se contaba con distintos indicadores para poder medir los resultados tanto de los cursos que se brindaban, como del programa en su totalidad. En lo que respecta al monitoreo de las capacitaciones, se implementaron diversos índices de calidad y objetivos según su tipo. Las capacitaciones laborales contaban con dos indicadores de calidad: que el porcentaje de satisfacción por parte de los usuarios, medido a través de encuestas, fuera mayor del 90%; y el porcentaje de jóvenes capacitados que se encontraban insertados en el mercado laboral respecto a la cantidad total de capacitados (MTPE, s. f. [a], p. 7). De manera similar, las capacitaciones en emprendimiento utilizaban también dos indicadores: que el porcentaje de satisfacción de jóvenes beneficiarios en las aulas de capacitación fuera mayor del 86% y que la ratio de jóvenes que hubieran implementado un negocio entre jóvenes capacitados fuera mayor del 12% (MTPE, s. f. [b], p. 7).

      En lo que concierne a los resultados netamente del programa, se utilizaron tres tipos de indicadores: de impacto, de resultados y de actividades. Los primeros estaban orientados a medir la mejora en los niveles de empleabilidad de las personas jóvenes y seguían las tasas juveniles de desempleo y subempleo, los porcentajes de jóvenes egresados de las capacitaciones insertados en el mercado laboral con respecto al total de egresados según tipo de capacitación o según tiempo desde la graduación, entre otras (MTPE, 2016a, p. 24). Los segundos se encargaban de medir los resultados de diversos componentes, que abarcaban el nivel de competencias laborales desarrolladas por los jóvenes, la vinculación entre ellos con las empresas para su inserción en el mercado laboral y los emprendimientos generados (MTPE, 2016a, p. 26). Los últimos tenían la función de identificar, de acuerdo con ciertas actividades específicas, los logros obtenidos. Principalmente, medían la cantidad de jóvenes que cumplían con características que las mismas capacitaciones buscaban inculcarles (MTPE, 2016a, p. 23).

      Para el año 2019, el programa Jóvenes Productivos seguía sin contar con evaluaciones de impacto publicadas que evidenciaran, o no, los efectos esperados beneficiosos para los usuarios. Sin embargo, al antiguo programa Projoven de la década de 1990 se le realizaron diversos estudios que lograron rescatar hallazgos importantes. Para el año 2006, Rosas encontró que este programa de entrenamiento laboral tenía impactos positivos en los ingresos. De manera específica, indicó que estos podían incrementarse entre un 12 y un 30% respecto a su situación inicial luego de haber egresado del programa (Rosas, 2006, p. 58). En lo que respecta a los efectos diferenciados de la propuesta según género, Ñopo et al. concluyeron que la iniciativa analizada generaba mayores resultados en la empleabilidad de las mujeres que en la de los hombres. Los autores argumentaron que esto ocurría debido a que en el programa se buscaba promover la igualdad de género en la participación de los entrenamientos laborales (Ñopo, Robles, & Saavedra, 2008). En el año 2016, Díaz y Rosas realizaron una evaluación experimental para esta iniciativa, y sus resultados indicaron que esta mejoraba las oportunidades de los jóvenes para encontrar empleos formales en un contexto de alta informalidad (Díaz & Rosas, 2016, p. 20).

      Estas experiencias han sido evaluadas por el propio Estado y la cooperación internacional. Un mensaje importante es que las firmas pueden requerir mano de obra de manera temporal, pero no necesariamente pueden comprometerse a ofrecer puestos de empleo permanentes. El caso más difícil es la línea de promoción de emprendimientos. La heterogénea disponibilidad de stocks de conocimientos y de contactos empresariales, así como la actitud de emprendimiento de negocios anteriormente desconocidos impiden mostrar altas tasas de éxito de sobrevivencia de microempresas de jóvenes más allá de los tres años de operación.

      En el ámbito internacional, el monitoreo y la medición de impacto se basaron en desarrollar diversos indicadores con el objetivo de medir el desempeño que los programas estaban obteniendo. En el caso de la iniciativa dominicana, se buscaba que al menos el 65% de los graduados se encontraran empleados pasados los seis meses de egreso, que por lo menos el 45% de los participantes hubieran sido mujeres o que los graduados del programa que se encontraran empleados ganaran un 10% más que el grupo de control (SET, s. f.).

      Es importante resaltar que, a pesar de contar con indicadores de análisis de resultados, también se realizaban evaluaciones de impacto en el exterior. Para la iniciativa mexicana Bécate, la consultora Analítica Consultores Asociados realizó una evaluación de impacto para el período 2013-2015, de manera específica para los servicios de capacitación mixta y para las capacitaciones en práctica laborales. Los resultados obtenidos por estimaciones mediante propensity score matching sostienen que, a los tres y seis meses de egreso del primer tipo de capacitación, los jóvenes obtenían en sus remuneraciones incrementos positivos y equivalentes a 75,85 y 98,85 pesos, respectivamente. Además, las estimaciones para el segundo tipo de capacitación brindaron resultados también positivos, equivalentes a un incremento en sus ingresos de 97,68 pesos luego de tres meses. Con estos resultados, se pudieron apreciar los impactos beneficiosos que tuvieron en el corto plazo los cursos de capacitación en los ingresos de los jóvenes que cursaron este tipo de capacitaciones laborales (Analítica Consultores, 2015, pp. 73-75). En los demás países en análisis, también se realizaron estimaciones mediante modelos probit y modelos de diferencias en diferencias (MTEySS, s. f. [b], p. 15; Martínez, 2011). Estas tenían el objetivo de cuantificar los resultados generalmente positivos que los programas tenían en los ingresos de los ciudadanos beneficiados.

      La entidad nacional, de

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