Gran líder gran maestro. Gary Bredfeldt
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Autores como Peter Senge3 desde una perspectiva de negocios y Eddie Gibbs desde una perspectiva de la iglesia están retando los fundamentos mismos de nuestros pensamientos acerca del liderazgo. Inmersos en las corrientes de la cultura contemporánea, estos autores llaman a los líderes hacia un enfoque pos-moderno para la tarea de liderazgo donde los líderes ya no tienen las respuestas, sino que más bien crean un clima en donde a los seguidores se les faculta con poder, colaboración, y están en la entera libertad de buscar metas compartidas como les parezca.
Aquellos, como yo, quienes abrazamos firmemente un compromiso conservador a la autoridad suprema de las Escrituras como la Palabra de Dios, estamos preocupados. Nos preguntamos, ¿están estos nuevos aires amenazando con hacer salir de su curso a la iglesia? Y si la iglesia sigue las corrientes poderosas de la cultura pos-moderna en lo concerniente al liderazgo, ¿correrá el peligro de perder su timón del todo con tal de mantenerse contemporánea y estar al tanto de los cambios culturales? Si se abrazan el relativismo y los estándares motivados por las experiencias de la cultura, lo más seguro es que la iglesia sea arrastrada y no se distinga del mundo cuando más bien debería de alzar su voz.
Este libro es un llamado a ejercer el liderazgo como lo dice el manual, el cual es, la Biblia. Es una exploración del aspecto más fundamental del liderazgo bíblico: la enseñanza de la Palabra de Dios como el poder transformador de Dios. Presenta un imperturbable compromiso con las Escrituras como verdad de la proposición, frecuentemente clavada en el vehículo de la comunicación de la historia. En lo más básico, el liderazgo bíblico es una función indispensable, incambiable del líder cristiano; es la tarea de enseñar la Palabra de Dios con claridad, en su contexto original, y de una manera que sea relevante para aquellos cuyos corazones están abiertos para escuchar. Esto es liderazgo en su manera más sencilla, y destilada. El líder bíblico es primero y principalmente un maestro de la Biblia, y el pueblo de Dios es una comunidad distintiva de enseñanza/aprendizaje, donde los principios de liderazgo en los negocios no siempre aplicarán.
LIDERANDO LA COMUNIDAD DE DIOS ENSEÑANDO – APRENDIENDO
La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) es un ejemplo de lo mejor y de lo peor que existe en cuanto a liderazgo. El sorprendente rescate del Apolo 13 atestigua la genialidad y creatividad humana, una maravillosa muestra de trabajo en equipo en su más alta expresión. El Apolo 13 salió de la plataforma de lanzamiento el 11 de abril de 1970, con destino a la luna. Pero llevaban apenas un día de misión cuando ocurrió una explosión que dañó la nave espacial. El daño fue severo, dando como resultado que el módulo de comando quedara inservible y causando que el oxígeno necesario para mantener la vida se escapara por el costado de la nave. Sin otra opción más que abortar la misión a la luna, los planes se convirtieron en una misión de rescate. El reto era encontrar la manera de cómo usar el módulo lunar como bote salvavidas para traer a salvo a la Tierra tanto la nave espacial así como a la tripulación. La tarea requería de tremenda improvisación departe de la tripulación y de los trabajadores de apoyo en la Tierra. En una hazaña de equipo sin comparación, el rescate fue todo un éxito y todos regresaron a salvo. Los astronautas y el equipo terrestre se entrabaron en una tremenda y compleja actividad de aprendizaje. El Apolo 13 fue un ejemplo de una organización de aprendizaje en su máxima expresión.
No todas las historias que rodean a la NASA han tenido un final positivo. La historia del desastre del Challenger el 28 de enero de 1986, sobresale como una de las peores ilustraciones de burocracia y de prácticas administrativas tradicionales. Los ingenieros de la Corporación Grumman, fabricantes de los anillos “O” que sellaban los cohetes de propulsión del combustible sólido, trataron de decirles a los oficiales de la NASA que los anillos “O” podrían fallar debido a las condiciones de frío extremo la noche antes del lanzamiento. La administración de la NASA no quiso saber nada del problema porque la misión podría verse amenazada. Un atraso podría haber puesto el programa en peligro y dañar la carrera y reputación de los que estaban en puestos de liderazgo. De hecho, cuando un ingeniero trató de comunicar el problema, se le presionó para que se olvidara del asunto y apoyara el proyecto. Este ambiente de equipo pensante, donde no se aprende, no se enseña, tuvo por efecto una baja en el coeficiente intelectual combinado de todo el equipo. Falta de un esfuerzo coordinado, falta de energía unificada, y una falla para funcionar como una organización de enseñanza/aprendizaje tuvieron un resultado directo en la explosión catastrófica del trasbordador, apenas después del despegue.4 Fue una tragedia que pudo haber sido evitada si el liderazgo de la NASA hubiera valorado el aprendizaje y la enseñanza antes que los itinerarios y la política. Pero es muy fácil mezclar las prioridades cuando las medidas para el éxito y falla son cuantificadas por las estadísticas y por el avance en su carrera personal. Este es un error de perspectiva demasiado familiar para aquellos que lideran la iglesia también.
La iglesia es fundamentalmente una organización de enseñanza/aprendizaje. Su futuro depende de la efectividad de sus líderes y sus miembros en el momento de funcionar tanto como maestros y aprendices. El planeamiento visionario es importante, los enunciados de la misión son útiles, y las estrategias con propósitos motivadores pueden ser invalorables en hacer que la iglesia crezca numéricamente. Sin embargo, si en el proceso se pierde la tarea central de la enseñanza, la iglesia habría pagado un precio exorbitante por su éxito material. Porque al final, la meta no es un crecimiento numérico, sino más bien seguidores maduros de Jesucristo. Pablo lo puso bien claro cuando dijo: “a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.” (Colosenses 1:28-29). La palabra perfecto no quiere decir sin defectos; significa maduro. Pablo entendía que el “fin” o la meta vendría a ser la madurez del pueblo de Dios.
Una madurez espiritual se promueve al comprometerse en la enseñanza de la Palabra de Dios. El crecimiento espiritual no es instantáneo y no se mide fácilmente. Es despacio. Es un trabajo duro. Consume demasiado tiempo. Sin embargo, es la medida de una iglesia efectiva. La madurez espiritual es un proceso que empieza con la enseñanza del evangelio simple y que continúa con las verdades más difíciles de la Palabra de Dios. El autor de Hebreos conecta la enseñanza con este proceso de madurez y aún presenta la necesidad para enseñar un prerrequisito hacia la madurez espiritual.
“Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. 12Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. 13Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; 14pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
1Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, 2de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. (Hebreos 5:11-6:2)
Por su naturaleza, la iglesia debe ser una organización de enseñanza/aprendizaje. Pero la iglesia es más que eso. Es un organismo viviente, y como tal, puede tanto crecer como aprender. Por estos propósitos, Dios le da a la iglesia líderes para que comuniquen la Palabra de Dios y equipen al pueblo de Dios. Pablo lo pone así en Efesios 4:11-16.
11Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,