Comunidad e identidad en el mundo ibérico. AAVV
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Comunidad e identidad en el mundo ibérico - AAVV страница 12
La coincidencia de la publicación de los libros sobre los moriscos de la Mancha, el de Trevor J. Dadson ya citado, en 2007, y el de Francisco Javier Moreno Díaz del Campo en 2009 ha constituido un eslabón decisivo en el reconocimiento de la categoría.20 A pesar del vocabulario indeterminado empleado por el estudioso londinense, el contenido del volumen versa casi exclusivamente sobre los mudéjares antiguos mientras el historiador manchego hace, al principio de su obra, una presentación sintética de los moriscos antiguos y de los granadinos dedicando igual espacio a los dos grupos. La profusión de datos del primero está perfectamente aclarado con la clasificación rigurosa del segundo. Estas aportaciones han dado mucha luz a los mudéjares (o moriscos) antiguos de las cinco villas del Campo de Calatrava, (Aldea del Rey, Almagro, Bolaños de Calatrava y Daimiel, y por supuesto, Villarubia de los Ojos). Han contribuido a demostrar que los seis pueblos del Valle de Ricote (Villanueva del Segura, Ulea, Abarán, Ricote, Ojos y Blanca) no constituyen un caso aislado. La categoría de los mudéjares antiguos existió en el siglo XVI en muchas partes.
Detengámonos un momento más sobre el vocabulario. Hemos visto que no es en nada homogéneo: mudéjares (a secas) antiguos (a secas también), convertidos, mudéjares antiguos, moriscos antiguos, moriscos mudéjares antiguos o simplemente moriscos aparecen al hilo de la documentación. Propongo elegir la expresión mudéjares antiguos para definir genéricamente la categoría. Tiene la ventaja de ser suficientemente sencilla (más que la de moriscos mudéjares antiguos, de hecho la más exacta de todas), es recurrente bajo la pluma de las autoridades (más que la de moriscos antiguos), y es la utilizada en el documento de 1614 citado al principio de esta contribución. Permite, sobre todo, distinguir a sus miembros de sus convecinos los granadinos que son unos mudéjares recientes. Pero si es obligado ponerse de acuerdo sobre las palabras empleadas y de esta manera eliminar toda confusión, la gran variedad de expresiones no debe estar borrada. Cada una de ellas tiene sentido y el conjunto de ellas significa que detrás de un fenómeno único, el del mudejarismo antiguo, existen situaciones muy diferentes. Por eso, la conclusión obtenida por Trevor J. Dadson del ejemplo de los mudéjares antiguos de Villarrubia de los Ojos de un modelo de asimilación muy extensible a muchas comunidades moriscas de toda España, ni siquiera me parece aplicable de manera automática a todos los mudéjares antiguos. Hay que introducir muchos matices. La categoría no es uniforme lo que hace su estudio tan necesario como apasionante.
Los mudéjares antiguos constituyen un puzzle que conviene ordenar. Reunir las distintas monografías existentes debe conducirnos al establecimiento de una tipología. En esta vía el primer factor de diferenciación entre los unos y los otros es el grado de ruralización. No es lo mismo ser mudéjar antiguo en Villarrubia de los Ojos o en Ávila. Los de la ciudad abulense trabajando en la agricultura representaron hasta 1570 siempre menos del 4% de la comunidad.21 La mayoría de ellos se dedicaba a tareas industriales obviamente ausentes en pueblos manchegos pequeños. Las posibilidades de desplazamiento de los artesanos y de los comerciantes eran infinitamente superiores a las de los campesinos. Y con ellas se multiplicaban las ocasiones de tener lazos tanto con otros grupos de mudéjares antiguos, así desde Ávila con los de Arévalo, como con cristianos viejos. En principio, el horizonte de los mudéjares antiguos del mundo rural era más limitado. Sin embargo, estos últimos no constituían un mundo homogéneo. Cada núcleo tenía su propia historia más o menos largamente atestiguada por los intercambios con los cristianos viejos. Cada comunidad tuvo una trayectoria peculiar que pudo depender de muchas variables: tamaño de la comunidad, grado de concentración de la población mudéjar antigua, nivel medio de riqueza y amplitud de las diferencias de riqueza, política de aculturación de los dueños de los pueblos (órdenes militares, particulares...), actividad del clero (secular, regular, inquisición); a este respecto, son significativas las consecuencias de las intervenciones inquisitoriales. A partir de 1538, la represión fue intensa en los pueblos del Campo de Calatrava. La comunidad de Daimiel fue destrozada y las demás muy marcadas por unos años de temor.22 En Extremadura la represión del tribunal fue muy acentuada a partir de los años 1590, en particular en Hornachos, pero la resistencia fue mucho más eficaz que la anterior del Campo de Calatrava.23
Podemos definir cuatro principales perfiles de mudéjares antiguos del mundo rural castellano. El primero, el que conocemos sin duda mejor de todos es el del valle de Ricote. Los seis pueblos que lo componen constituyen un conjunto muy homogéneo en todos los sentidos. El río Segura que los atraviesa impone su impronta y facilita las relaciones entre ellos. Los recursos que dan la tierra son los mismos de un pueblo a otro. Los seis pueblos dependen de la Orden de Santiago desde 1285 y no fueron en ningún momento afectados por una repoblación de cristianos. Es la tierra mudéjar por excelencia, calidad nunca desmentida porque tampoco los moriscos granadinos se instalaron en el valle salvo unos pocos en Blanca. Si admitimos las cifras dadas por el dominico Juan de Pereda a raíz de su visita de 1612, los mudéjares antiguos representaban el 96% de la población total del Valle que podemos estimar alrededor de 9.000 personas, y los cristianos viejos 4% casi todos concentrados (unas 65 familias) en Villanueva del río Segura.24 Los habitantes conocieron una vida, en términos generales, apacible a lo largo de los siglos y cuando entendieron que la revuelta de los mudéjares granadinos anunciaba cambios decisivos enviaron representantes a Granada, donde estaban los Reyes Católicos, para proponer su conversión con condiciones pronto aceptadas. Así, antes de la cédula del 12 de febrero de 1502, los mudéjares murcianos habían abrazado la fe cristiana, acontecimiento que sirvió de principal argumento para intentar escapar a la expulsión en 1610-1611. Está comprobado que a pesar de dificultades sufridas a lo largo del siglo XVI (por ejemplo un intento de levantamiento en 1517 o unas condenas inquisitoriales en 1562), la asimilación de la gran mayoría de los mudéjares antiguos era lograda.25 A las cinco villas del Campo de Calatrava corresponde el segundo núcleo importante de mudéjares antiguos, vasallos desde 1221 de la Orden de Calatrava. Sin embargo, la homogeneidad no es en estas tierras manchegas tan completa como en el valle de Ricote. Entre dos de las villas: Dimiel y sobre todo Almagro y las tres restantes (Aldea del rey, Bolaños, Villarrubia de los Ojos) son notables las diferencias de tamaño. Las dos primeras tenían hacia 1.580 cerca de 2.000 vecinos (unos 8.000 habitantes) cada una mientras los otros lugares no llegaban a 1.000 vecinos.26 Almagro tenía un verdadero entramado urbano y Daimiel era una agrovilla. Además en 1552 Villarrubia de los Ojos dejó de pertenecer a la orden militar para convertirse en un lugar de señorío propiedad del Conde Salinas.27 Por fin, cada una de las cinco villas tuvo a partir de 1570 una población con tres elementos distintos, mudéjar antiguo, cristiano viejo, morisco granadino. Según Francisco Javier Moreno Díaz del Campo, los granadinos representaban a su llegada en 1571 el 6% de la población de Villarubia, y casi el 9% en Almagro. Pero con el tiempo este porcentaje debió aumentar.28 No tenemos datos fidedignos en cuanto al número de los mudéjares antiguos, pero es posible que hayan representado una parte notable de los habitantes de Aldea del Rey y de Villarubia. Todos fueron bautizados en marzo y abril de 1502 inmediatamente después de la pragmática de expulsión/conversión del 12 de febrero. Los representantes de las cinco aljamas negociaron en la Corte un importante