Comunidad e identidad en el mundo ibérico. AAVV
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Se ha escrito muchísimo sobre los moriscos de Hornachos antes y después de la expulsión, hasta convertirles en un mito del cual se apoderaron las obras de ficción.30 Se ha escrito mucho menos sobre los moriscos de Magacela y de Benquerencia de la Serena, dos pueblos, como Hornachos, de la Extremadura meridional. Hubo que esperar hasta 2005 para que apareciera bajo la pluma de Bartolomé Miranda Díaz un primer estudio sobre los moriscos de Magacela, pronto seguido en 2010 de un libro más completo que el primero, escrito por el mismo autor en colaboración con Francisco de Córdoba Soriano.31
Esta última publicación se titula Los moriscos de Magacela, en consonancia con los trabajos del que fue durante mucho tiempo el mejor especialista de los moriscos extremeños, Julio Fernández Nieva, autor en particular de la Inquisición y los Moriscos extremeños (1585-1610). Todos emplean la palabra moriscos para definir a la población local de ascendencia musulmana. Sin embargo, sería útil calificar los «moriscos» de Hornachos, Benquerencia y Magacela de mudéjares antiguos porque en aquellos pueblos residían, en el momento (1502) de la conversión al cristianismo, tres de las más importantes comunidades mudéjares de toda Extremadura: la más numerosa era con mucha diferencia la de Hornachos, mientras las de Benquerencia y Magacela eran del tamaño de las comunidades mudéjares urbanas de Plasencia, Mérida y Trujillo. Y lo que es muy importante, ni Hornachos, ni Benquerencia, ni Magacela recibieron moriscos granadinos exiliados en 1570 probablemente a causa de la importancia del núcleo mudéjar que las autoridades no querían reforzar.32 Y parece que la población cristanovieja fue escasa aunque, si el caso de Hornachos esta comprobado, la incertidumbre reina todavía para Benquerencia y Magacela.
Los mudéjares antiguos de los tres pueblos se señalaron a lo largo del siglo XVI por el apego a sus costumbres ancestrales y por su capacidad de resistencia. Hubo intentos de resolver conjuntamente los problemas planteados por los cristianos nuevos. Es la vía ejercida por la Inquisición a través del tribunal de Llerena del cual dependían las tres comunidades, como lo prueba el Informe contra las costumbres de los nuevamente convertidos de los tres pueblos.33 Pero éstos no tenían la homogeneidad de los mudéjares antiguos del valle de Ricote. Además de las dimensiones singulares del núcleo hornachero (alrededor de 4.800 habitantes a finales del siglo XVI según Julio Fernández Nieva), no pertenecían los tres pueblos al mismo ámbito geográfico.34 Adosado a la sierra Grande, Hornachos mira hacia la Tierra de Barros mientras Benquerencia y Magacela, separados entre si por más de treinta kilómetros, pertenecen a la Tierra de la Serena. Y mientras Hornachos era propiedad de la Orden de Santiago, Benquerencia y Magacela dependían de la Orden de Alcántara. Los expulsados de Hornachos se embarcan en Sevilla a principios de 1611, los de Magacela en Málaga en el verano de 1611, los de Benquerencia en la misma época pero en Cartagena. Estos destinos distintos traducen la heterogeneidad tanto en las posturas adoptadas como en el tratamiento recibido.
Extremadura constituye por sí sola un laboratorio para quien quiera acercarse al grupo de los mudéjares antiguos. Alcántara y Valencia de Alcántara pueblos bastante distantes de los anteriores eran los únicos otros núcleos rurales de la región con presencia mudéjar en los tiempos de la conversión. Ahí los mudéjares que convivían con cristianos viejos se caracterizaban, en general, a diferencia de granadinos, hornacheros, benquerenceros y magacaleros (sobre todo después de 1570) por su alto grado de asimilación. Situados en la raya de Portugal, les fue en 1610 fácil esconderse en las ciudades o pueblos más cercanos del otro lado de la frontera, que a pesar de la unión de Coronas facilitaba la vida clandestina. Esperaban la vuelta, pero el 12 de mayo de 1613 el Consejo de Estado decidió hacerles volver a sus lugares de partida para proceder a una nueva expulsión.35 De hecho un último decreto de expulsión de moriscos, totalmente olvidado, se aplicó a Portugal el 22 de mayo de 1614.
Destacar la categoría de mudéjares antiguos y prestarle mucha atención es prometedor de avances significativos en el conocimiento de los moriscos. En particular, unos estudios minuciosos nos ayudarán a entender tanto los procesos de asimilación y los mecanismos que la impedían como las razones de las infinitas variaciones entre lugares. ¿Por qué tanta diferencia entre Hornachos, Villarubia de los Ojos o Blanca? En un artículo lleno de sugerencias sobre Hornachos, Jean-Pierre Molénat emite la hipótesis de una estructura de la comunidad mudéjar extremeña distinta a las de las comunidades de la Meseta castellana.36 Quizás, pero ¿cómo explicar lo que separa Hornachos de Alcántara? Para progresar tenemos que multiplicar las monografías sobre pueblos que hemos olvidado como Palma del Río (Córdoba). Los palmeños no aparecen en la documentación del tiempo de la expulsión. ¿Se debe a su total asimilación? Y si es el caso, en ¿qué momento dejamos de poder observarles?
Para conseguir nuestros objetivos nos beneficiaremos, para muchos lugares, del mar de papeles generados por la expulsión. Entre pedidos trasmitidos a los Consejos, intervenciones de señores o ciudades, pleitos, protocolos... no faltan los datos que ilustran las situaciones precisas de los individuos. A partir de ellos, en el marco de una monografía sobre un individuo, una familia, una comunidad se puede practicar una sistemática historia retrospectiva que puede a veces permitir remontarse a la época medieval. Seguro que si se intenta, las barreras existentes entre medievalistas y modernistas caerán. Y así, reuniendo todos los hilos del complejo ovillo podremos dar a los mudéjares antiguos el sitio que les corresponde.
París, noviembre 2011
1 Archivo General de Simancas, Estado, legajo 2644.
2 El texto de los decretos figura en François Martinez, La permanence morisque en Espagne après 1609 (discours et réalités), Lille, Atelier National de Reproduction des thèses, 1999, pp. 494-495.
3 Henri Lapeyre, Géographie de l’Espagne morisque, Paris, Sevpen, 1959, p. 197.
4 La fecha de 1634 no está aquí indicada al azar. Es la de un texto muy importante mandado por el marqués de los Velez a Felipe IV. Ha sido publicado por primera vez por Antonio Domínguez Ortiz en su artículo de 1959 recopilado en el volumen Moriscos, la mirada de un historiador, Granada, Universidad de Granada, 2009, pp. 92-95.
5 Henri Lapeyre, op. cit.
6 L’expulsió dels moriscos, consequencies en el món islamic i el món cristia, Barcelona, Generalitat de Catalunya, 1994.
7 La estimación de Henri Lapeyre me parece algo inferior a la realidad. Propongo de 25.000 a 30.000.
8 L’expulsió dels moriscos,