Trayectorias y proyectos intelectuales. Jaime Eduardo Jaramillo Jiménez

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Trayectorias y proyectos intelectuales - Jaime Eduardo Jaramillo Jiménez Taller y oficio de la Historia

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político, se inclinaba por las corrientes antiacademicistas y antitradicionalistas, afín con una voluntad renovadora.

      En un ambiente influenciado por Rubén Darío y Enrique Rodó, perfeccionando su oficio de la crónica, se volvió famoso con su seudónimo a los 21 años. Se sumó en 1916 al movimiento Colonida, que como agrupación literaria seguía a González Prada, tenía un afán reformista y reaccionaba contra la oligarquía y su academicismo, despreciaba la política y la cultura colonial, desafiando todo lo que se consideraba culto.

      Mariátegui ganó un premio en Lima con la crónica La procesión del Señor de los Milagros, asumió la dirección de la revista de notas sociales El Truf, y junto con Valdelomar, que había regresado al Perú después del golpe militar de 1914, publicó el drama histórico La mariscala. Además, tuvo la intención de publicar, bajo el título de Tristezas, los poemas decadentistas, intimistas y esteticistas que había escrito hasta entonces.

      Desarrolló una especial amistad con César Falcón, periodista políticamente de izquierda, con el que renunció a La Prensa cuando esta decidió apoyar al gobierno de Pardo, y juntos entraron a trabajar en el recién creado periódico de oposición leguista El Tiempo. Mariátegui dio paso a la creación de su columna “Voces”, que tenía por objeto comentar la política peruana, y por medio de la cual su interés por este campo se agudizó y le permitió adentrarse en el mundo de los subalternos conociendo a los parlamentarios socialistas y a dirigentes estudiantiles y obreros.

      Reportando las luchas de los obreros por la jornada de trabajo de ocho horas y adentrándose de esta manera en la función de intelectual orgánico, organizó, junto con unos compañeros, una presentación de la bailarina Norka Rouskaya en el cementerio, espectáculo que los círculos aristocráticos sin diferenciar una profanación de un evento artístico cuestionaron duramente, razón por la cual Mariátegui desarrolló una decepción con respecto a la cultura aristocrática, objeto de sus notas sociales en El Truf, y una afinidad mayor por los sectores populares que lo respaldaban. Para 1918, Falcón y Mariátegui intimaron con Víctor Maúrtua, diputado de filiación socialista, quien empezó a hacer las veces de guía ideológico de los jóvenes periodistas, a los que presentó la revista España, dirigida por Luis Araquistaín, y comenzó a enseñarles a Marx y a Sorel; por medio de aquel, Mariátegui empezó a introducirse en el pensamiento socialista y revolucionario.

      Los vientos del triunfo de la Revolución rusa llegaban a América, la exigencia de religiosidad que expresaban las ideas socialistas de Sorel provocaba una identidad en Mariátegui que le hacía enfocar en esa dirección la profunda fe que había cultivado desde niño, y que, por lo mismo, se distanciaba de la irreligiosidad promulgada por el anarquismo de González Prada. Es por esta razón que junto con Falcón se vincularon a la construcción de un Comité de Propaganda Socialista, Mariátegui convirtiéndose en un ensayista, y desde El Tiempo expresaron su solidaridad con las luchas obreras y estudiantiles, estas últimas por la reforma universitaria.

      Mariátegui y Falcón asistían a las tertulias de los obreros en los barrios populares, allí conoció a Victoria Ferrer, madre de su primera hija. En 1918, sacaron una revista titulada Nuestra Época, en la que publicaban sus opiniones sin las censuras que, de todas formas, sufrían en El Tiempo. Después, Mariátegui, que ya se había distanciado de las revistas El Truf y Lulú, renunció en Nuestra Época al seudónimo de Juan Croniqueur. Sin embargo, tras la segunda publicación, fue impedida a esta revista una nueva edición por los contenidos políticamente críticos que expresaba.

      Esta censura se debe al episodio que se presentó debido a la publicación del artículo “El deber del Ejército y el deber del Estado”, de Mariátegui, y por culpa de la solidaridad expresada a las luchas sociales desde El Tiempo, el Gobierno censuró el periódico, el director culpó a los jóvenes periodistas (Mariátegui y Falcón), presentando estos su renuncia en 1919, con la intención de sacar un vocero independiente en el que no pudieran ser censurados y pudieran acompañar y estimular la lucha revolucionaria. El Comité de Propaganda Socialista decidió apoyar el ambiente patriotero que se desató debido a la agresión a comunidades peruanas por parte del Gobierno de Chile, razón por la cual los jóvenes en oposición definieron renunciar bajo la acusación que se les hizo de anarquistas por no sumarse a la posición oficial del Comité, inspirado más que todo en sus definiciones por las orientaciones de la Segunda Internacional.

      En 1919, con la instalación de un comité proabaratamiento de la subsistencia en el Perú, por medio de préstamos y de la indemnización por la salida de El Tiempo, Mariátegui y Falcón, para hacer seguimiento al movimiento, lograron sacar el primer número (el 14 de mayo) de un periódico denominado La Razón. Desde La Razón acompañaron las huelgas obreras y luchas estudiantiles sin precedentes que se realizaron contra Pardo y contra Leguía, una vez que este último, a pesar de haber ganado las elecciones, asumió la presidencia por medio de un golpe de Estado.

      Terminada la Primera Guerra Mundial, la fracción de la burguesía peruana más proimperialista y menos señorial, encabezada por Augusto Leguía, tomó la iniciativa y en 1919 se hizo a la presidencia, el Partido Civil se desintegró, y así se cerró un periodo de disputa en la clase dominante por la conducción nacional, y las capas influenciadas por el liberalismo modernizante empezaron a desarrollar una afinidad con un bergsonismo que les permitía desempeñar un papel crítico frente al régimen que se instauraba definitivamente. El gamonalismo fue la forma de gobierno y economía en lo regional, y con un estado excluyente nacionalmente e indefinido clasistamente, lo que predominó hasta 1930, año en que finalizó el gobierno de Leguía. Este fue un régimen altamente represivo que se tecnificó y perfeccionó en esta mate-ria con el transcurso de los años.

      Sin importar la represión, el encarcelamiento y la censura del periódico, los dos jóvenes periodistas estimularon y siguieron el movimiento de proabaratamiento de la subsistencia, siendo conscientes de la imposibilidad que tuvo este de transformarse de un movimiento económico en un movimiento político, a falta de una claridad en sus objetivos y sus aspiraciones ideológicas, lo cual marcó su derrota. Una vez terminado el conflicto, Mariátegui y Falcón fueron colocados bajo vigilancia policial, y posteriormente bajo detención domiciliaria.

      Junto con su amigo, decidieron aceptar la propuesta de exilio voluntario enviada por Leguía, que les permitía salir del país como agentes propagandistas del Perú o, al contrario, quedarse y afrontar la más dura represión. Mariátegui definió partir hacia Italia, país con el que ya estaba familiarizado, y Falcón hacia España, ambos con el objetivo de cualificar su formación para contribuir de manera más clara a los subalternos del Perú en sus luchas, reivindicaciones y proyectos. Se embarcaron el 8 de octubre siguiendo la ruta Perú, Panamá, Nueva York y Europa. En Nueva York conocieron a dirigentes obreros e intercambiaron con el movimiento sindical y político revolucionario, llegando posteriormente a Europa a la capital francesa.

      La formación marxista

      En París, los dos peruanos permanecieron 18 días, visitaron las instalaciones de periódicos y revistas de izquierda, se entrevistaron con dirigentes sindicales y socialistas, y siguieron la discusión en el seno del Partido Socialista Francés entre socialistas y comunistas. El 9 de diciembre, Falcón salió con destino a España y Mariátegui salió con destino a Nervi (Génova, Italia), donde se hospedó y conoció a Anna María Chiappe Giacomini, amor que lo acompañó por el resto de su vida y madre de sus otros cuatro hijos. En el distrito genovés, Mariátegui cultivaba su formación a partir de la lectura de periódicos, como L’Ordine Nuovo, dirigido por Antonio Gramsci, y el periódico socialista Avanti.

      Bajo un contexto de profunda movilización obrera en Italia, Falcón viajó como corresponsal de un periódico español a Roma, allí se encontró con Mariátegui, quien estaba haciendo las veces de corresponsal de El Tiempo, donde narraba los sucesos acaecidos en Europa, artículos que representaron sus Cartas de Italia desde 1920, textos que evidencian la inquietud socialista que Mariátegui había cultivado en el Perú y la introducción

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