Texto, edición y público lector en los albores de la imprenta. AAVV
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Texto, edición y público lector en los albores de la imprenta - AAVV страница 13
Debajo de la xilografía (fig. 2), idéntica a la de la edición previa, aparece el título enmarcado en sus laterales y en la parte inferior con una orla formada por cuatro piezas, distintas de la impresión de 1525 (en este caso respecto sus grafías): Cronica del muy | esſorçado caualle | ro el Cid ruy diaz | campeador.
Su colofón dice así: ‘¶ Aquí feneſce el breue tratado delos fechos y batallas que | el buen cauallero Cid ruy diaz vencio con fauor τ ayuda de | nueſtro ſeñor. El qual ſe acabo el postrero dia del mes de Ju | nio de mil τ quinientos τ treynta τ tres años. Fue imp[re]ſſo en | ſeuilla por Juan cromberger.’
No me aventuraré en su descripción material exacta, pues solo dispongo de una reproducción, pero salvo algunas iniciales su impresión sigue prácticamente a plana y renglón la de 1525, con la misma fórmula para sus signaturas, a renglón seguido, con 35 líneas por página y sin cabeceras ni reclamos. También es idéntico su contenido, desde su introducción en el a1V : ‘AQuí comiença vn Li=|’, del mismo modo que su capítulo inicial a2r, con unas mínimas variaciones en el desarrollo de las abreviaturas y de las f-, sustituidas por h-: ‘¶ Cap. .j. del noble rey do[n] herna[n]do | primero deſte nombre que crio al Cid. | DOn ferna[n] do fijo d[e] do[n] sancho [...]’. El texto abarca los folios a2r-f11v, dividido en 62 capítulos, cuya numeración está confundida en el XXVI numerado como ‘XXXVI’. El f11v finaliza ‘[...] y traſlado el cuerpo d[e]l Cid y de doña ximena: | τ puſo los en muy nobles monumentos a par del altar d[e] san | pedro de Burgos ala p[ar] te derecha. Y puso aſſi miſmo el cuer | po del conde ferna[n] gonçales ala otra parte. | A dios gracias. |’, a lo que le sigue el colofón. El folio f12r y v, en blanco.
Fig. 2. Portada de la edición de la Crónica del Cid [Sevilla: Juan Cromberger, 1533]
Salvo varias innovaciones, que luego detallaré, sus xilografías interiores son las de la impresión precedente, muy bien analizadas por José Manuel Lucía,51 quien señala sus características y cómo corresponden a la reutilización de unas imágenes bien conocidas en la literatura caballeresca surgida de los talleres cromberguerianos. En su nuevo uso se produce un cierto desajuste espacial porque estaban pensadas para ilustrar libros impresos a dos columnas, mientras que ahora se emplean en un formato de dimensiones superiores por corresponder a la plana entera. Para solucionarlo, el impresor emplea diversas piezas de adorno a modo de orla que enmarca las xilografías del mismo modo que sucede en la edición de 1525, si bien estos materiales ornamentales son distintos en ambas impresiones.
Las imágenes permiten analizar unas prácticas editoriales y las expectativas sobre las que el impresor proyecta la obra, sus relaciones con otros géneros y textos, sin olvidar que, al no emplear imágenes en todos los capítulos, los seleccionados resultan destacados visualmente, indicio de la importancia que les han concedido. La impresión de 1533 continúa editoramente la precedente con varios cambios como puede comprobarse en la siguiente tabla, en la que se combinan informaciones de Griffin y de José Manuel Lucía,52 quien diferencia entre grabados referenciales R, genéricos, y específicos E, realizados ex profeso para ilustrar el texto. Las diez xilografías interiores son las siguientes (identificadas de acuerdo con el apéndice que acompaña a la edición inglesa del libro de Griffin, aunque no sus materiales ornamentales, señalamos las primeras ediciones en las que aparecen idénticas viñetas):
Predominan los grabados genéricos, referenciales en la terminología de Lucía Megías (R), utilizados a veces con variantes de unos mismos modelos existentes siempre en la imprenta (426 y 465; 423 y 423b),53 (figs. 3, 4, 5 y 6). La mayoría proceden de las primeras impresiones del taller de los Cromberger, de las que me ocupé en otra ocasión.54 La reiteración de unos esquema iconográficos, en los que la relación entre texto e imagen se ha diluido por su carácter invariable y recurrente, convierte la ilustración en un elemento convencional, representativo menos de un libro específico que de un género editorial,55 destinado a un amplio público, menos restrictivo que el de los libros de caballerías por su formato y dimensión. La reproducción de las mismas imágenes en crónicas históricas, libros de caballerías e historias caballerescas breves reafirma sus relaciones,56 diluye sus borrosos límites, al mismo tiempo que formalmente acrecienta la sensación de que ciertas obras son «todo lo mismo», una óptica cervantina que ha pesado como una losa posteriormente, sin tener en cuenta sus diferencias. Por otro lado, el hecho de que en una misma imprenta tuvieran más de un grabado confeccionado sobre modelos similares, utilizado indiscriminadamente, todavía acentúa su carácter estereotipado. En el caso que nos ocupa se repiten escenas de combates entre caballeros y del asalto a una ciudad con mínimas variaciones.
Fig. 3. Capítulo XXII de la Crónica del Cid [Sevilla: Juan Cromberger, 1525]
Fig. 4. Capítulo XXII de la Crónica del Cid [Sevilla: Juan Cromberger, 1533]
Fig. 5. Capítulo XXXIX de la Crónica del Cid [Sevilla: Juan Cromberger, 1525]
Fig. 6. Capítulo XXXIX de la Crónica del Cid [Sevilla: Juan Cromberger, 1533]
Más significativos resultan los cambios que se producen en las ilustraciones de los capítulos xxiV (De cómo el Cid llegó a Alcocer y de la batalla que ende venció) y lVii (De cómo doña Ximena, muger del Cid, y todos sus cavalleros y gentes salieron de Valencia con el cuerpo muerto del Cid y dieron la batalla al rey Búcar, en la qual él fue vencido y veinte y dos reyes muertos y gente sin cuenta de los suyos, assí en la batalla como ahogados en la mar yendo huyendo), dos hitos fundamentales en la biografía victoriosa del Cid incluso después de muerto, para los que se reclama atención. En estos casos he dejado un hueco en mi identificación porque soy incapaz de adivinar la imagen a la que remiten las referencias de Griffin por la nula calidad de estas ilustraciones en las microfichas, y me parece significativo que el autor, siempre tan preciso, se refiera a ellas con varios números. Como es previsible, dichos grabados pueden documentarse en los talleres de Cromberger con antelación. Limitándome a fechas muy próximas, la del cap. xxiV (fig. 7) fue utilizada en La Trapesonda, que es tercero libro de don Renaldos, y trata cómo por sus cavallerías alcançó a ser emperador de Trapesonda y de la penitencia t fin de su vida, Sevilla, Juan Cromberger, 1533, 25 de mayo, cap. 74, fol. 92v. La segunda, cap. lVii (fig. 8), fue también empleada en el mismo texto en reiteradas