Texto, edición y público lector en los albores de la imprenta. AAVV
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Aunque el objetivo del Proyecto no se centra en los testimonios manuscritos, incluimos una escueta relación de los mismos, creada, en gran parte, gracias a los datos ofrecidos en PhiloBiblon, instrumento indispensable. Mayor importancia tiene para nuestro trabajo la relación de testimonios impresos, que a veces plantean más dudas de las que podríamos pensar incluso en obras cuya difusión ha sido bien estudiada, como veremos en la Crónica popular del Cid. Incluimos en apartado diferenciado las ediciones facsímiles existentes y se facilitan los enlaces a ejemplares digitalizados, mientras que para su descripción tipobibliográfica se remite abreviadamente a un repertorio especializado. Sólo referiremos ejemplares que no figuren en las bibliografías consultadas; por ejemplo de la Suma de las corónicas cidianas se conservan al menos tres ejemplares conocidos: los custodiados en la Biblioteca Nacional de España, R-12192* y en la Russian State Library de Moscú, reseñados en USTC, y el consignado en el OPAC de la Staatsbibliothek de Berlín con la signatura 2” Qr 4192, que no se recoge en catálogos u obras especializadas.
Examinaremos los paratextos autoriales y editoriales, algunos muy importantes para entender el texto y proyectarlo sobre su entorno cultural. Así, la versión confrontada de las Introducciones latinas había sido encargada por la reina Isabel «porque las mugeres religiosas i vírgines dedicadas a Dios, sin participación de varones, pudiessen conocer algo de la lengua latina», y en ella se incluye una importante dedicatoria, considerada «menos el prefacio a un libro que un verdadero prólogo al Renacimiento español».29
Del mismo modo, consignaremos los datos y referencias bibliográficas que conozcamos sobre sus imágenes y la información que hayamos podido reunir sobre de su recepción, sea de poseedores, precios e incluso marcas de lectura. Todo lo anterior nos permitirá conocer mejor las principales modificaciones y reescrituras que se hayan producido durante su transmisión. La Crónica particular del Cid servirá para ejemplificar las dificultades ante las que nos encontramos.
Los avatares de una ficha: la Crónica popular del Cid
Desde su princeps la llamada Crónica popular del Cid, (Sevilla: Tres Compañeros Alemanes [Juan Pegnitzer, Magno Herbst y Tomás Glockner], 1498, mayo), se edita como anónima, aunque, como es bien conocido, todos sus materiales proceden de la Crónica abreviada de España,30 conocida también como Valeriana por su autor Mosén Diego de Valera (1412-1488).31 Ahora bien, en varias ediciones de la crónica cidiana subsisten ecos de su autoría, como en una supuesta edición de Sevilla, Alonso de la Barrera, 1546, según apuntaba Palau y sugería José Manuel Lucía Megías.32 Más recientemente, Cristina Moya ha destacado que en las dos últimas ediciones del texto, La corónica del muy valeroso e invencible cavallero el Cid Ruy Díaz (Sevilla, Alonso de la Barrera, 1587 y 1596), surge tímidamente la voz del autor, a diferencia de las anteriores: «Quise yo, mossén Diego de Ualer, principiar su historia desde que començó a reynar en España el muy noble y christianíssimo rey don Fernando, primero deste nombre».33 En coherencia con sus orígenes, avalados por su pervivencia, daremos un paso más adelante y la atribuiremos a su principal responsable, Diego de Valera, informando en nota del proceso.
Es habitual que los editores por motivos generalmente comerciales agrupen dos o más obras en una misma impresión, bien por su tamaño o bien por considerar que se trata de textos que comparten afinidades genéricas, temáticas, materiales, formales, etc., de lo que constituyen una buena muestra la Summa de las corónicas de los muy valientes y esforçados cavalleros castellanos el Cid Ruy Díaz de Bivar y el conde Fernán González, Alcalá de Henares, Sebastián Martínez, 1562.34 La imagen caballeresca inicial, la unión de ambos protagonistas, héroes en sus lides contra los infieles, los calificativos de «valientes y esforçados» además de «castellanos» suponen una propuesta editorial ininteligible sin los libros de caballerías, pero sustentada en otro registro ideológico en el que los protagonistas no pertenecen a países exóticos y lejanos. En el título se ha recuperado el término de «Suma», presente ya desde el inicio de la princeps, «Aquí comiença un libro llamado suma de las cosas maravillosas que fizo en su vida el buen cavallero...» (1498, fol. aijr), término aplicado «siempre a obras de rigor científico, geográfico, teológicas, legales, etc.».35 Retomando palabras de Pedro Cátedra, «nos sorprende la paradoja de una renovada popularidad de los héroes españoles de la caballería de papel en los momentos de ruina abierta de los códigos caballerescos».36 Por los años de esta edición, Felipe ii trató de renovar la caballería de cuantía ante las necesidades internas de defensa, lo que dio pie a dos pragmáticas o leyes de 1562 y 1563 que establecían la necesidad de «actualizar esa institución de pequeña nobleza ciudadana»,37 un transfondo sociopolítico y cultural propicio para la publicación del libro.
En cuanto a su fecha de composición, la crónica cidiana es posterior a 1481, fecha de la edición de la Valeriana, y anterior a su propia impresión, mayo de 1498, una época propicia para la exaltación del personaje. La publicación constituía el lógico colofón de la trayectoria de una figura como la del Cid, que había adquirido renovada importancia durante el siglo xV y primeros años del XVI.38 Como no tratamos de realizar ningún repertorio específicamente bibliográfico, registramos las obras con unos datos editoriales mínimos: ciudad, nombre del editor o editores así como si ha sido costeada por algún mercader de libros, acompañados de la fecha de edición y su formato, dato significativo para algunos de nuestros objetivos. En este sentido, en la portada de la Suma de las corónicas se indica el lugar de su venta («véndese en casa de Luis Gutiérrez, mercader de libros»), lo que nos permite insertar el libro en su imprescindible contexto comercial en el que se invierte un dinero con el objetivo de obtener unos beneficios.39 El mencionado, significativamente apodado el Rico, fue uno de los libreros más importantes de Alcalá, interesado especialmente en obras de espiritualidad,40 y aunque el libro que comentamos no cabe en este apartado, sin duda en la biografía de los dos castellanos varios hitos subrayan la especial protección que les dispensó Dios.
Editó la Suma de las corónicas en folio y a dos columnas, datos relevantes desde la perspectiva de su recepción porque implica que se ha dignificado el texto, asimilándolo desde la imagen de su portada y en su mise en page a las crónicas y libros de caballerías frente a las ediciones anteriores de la Crónica popular del Cid y del Fernán González, que salieron de los talleres impresores en 4º y a plana entera. La unión de ambas obras venía favorecida por su tamaño, temática afín, etc., y suponía un reto