Historia de la sociabilidad contemporánea. AAVV
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Y qué duda cabe de que el análisis histórico de estas cuestiones nos ayudará a entender el papel de esta organización en la actualidad, la masonería actual y su incidencia en el terreno político y educativo, el tránsito del laicismo y anticlericalismo del siglo XIX y primera mitad del XX al laicismo actual, con los retos de los potentes fundamentalismos de nuestros días, religiosos o económicos (dogma neoliberal).
SIGNIFICADO DE LA ECLOSIÓN DEL ASOCIACIONISMO FEMENINO
El auge del asociacionismo femenino contemporáneo –tipo asociativo del que en nuestro país hay precedentes durante la II República– ha sido extraordinario. El espacio público, laboral y cívico de la mujer no ha cesado de ampliarse. Tradicionalmente, el espacio urbano –lo público– se ha asociado al hombre, mientras que el espacio femenino se ha asimilado al mundo doméstico, a lo privado, terreno abonado a los procesos informales de educación. Pero todo es relativo: lo doméstico se teje con lo doméstico, se forman lazos de parentesco, que coinciden con los de vecindad. Cada género ha tenido su rol en una sociedad marcada por una desigual distribución de funciones. Como bien decían en 1995 Ballarín y Martínez López,
… mientras que los varones tienen el ágora, el foro, el ayuntamiento o el casino para relacionarse, la sociabilidad femenina, de forma mayoritaria, está relacionada con un trabajo exterior a su vivienda que supone, en la práctica, una prolongación del trabajo doméstico, pero que les permite el contacto con las demás mujeres de la ciudad, hablar y compartir las noticias y sentimientos.14
Otro de los espacios públicos que tiene que ver con esta proyección doméstico-laboral de la mujer es el mercado, donde la mujer rural ha vendido los productos de su propio trabajo desde tiempo inmemorial. Nuevamente, en el «espacio mercado», actividad laboral y ocasión de sociabilidad se desarrollan casi sin solución de continuidad. Al lado de estos espacios de sociabilidad, en toda Europa ha habido para la mujer un espacio profesional propio y a veces exclusivo, aunque se constata que en los albores de la modernidad las mujeres quedan relegadas a los sectores menos valorados de la cadena productiva protoindustrial.
Veamos, por ejemplo, en el tema del asociacionismo femenino, la trayectoria del grupo Albada, de una pequeña localidad cercana a Lleida, Mollerussa, capital de la comarca del Pla d’Urgell (provincia de Lleida, Cataluña), a 23 km de esta, ciudad con una economía agraria e industrial basada en la producción y transformación de cereales, harinas, pastas y ganado porcino. La población pasó de 1.760 habitantes en 1900 a 3.185 en 1930, cifra que en 1970 se había más que doblado (6.685 habitantes). De entonces hasta 2006 la cifra se ha vuelto casi a doblar: 8.966 (1991), 11.087 (2004) y 12.569 (2006). El desarrollo urbano ha superado las limitaciones físicas impuestas por la vía del ferrocarril de la línea Lleida-Barcelona, vía Manresa, y por el Canal de Urgell.15 Nos fijamos, de esta villa, en la asociación de mujeres Albada de Mollerussa (Pla d’Urgell), que nació en febrero de 1990, con 150 socias, que en enero de 2004 ya eran 700. Su objeto era y es agrupar a las mujeres de la comarca.
El análisis de caso implica una especial atención a su historia, y en particular a las circunstancias de su creación, en la que intervinieron mujeres dirigentes del oficial Institut Català de la Dona (Generalitat de Cataluña), procediendo al recuento de las ayudas exteriores recibidas en función de determinadas finalidades y objetivos (el desarrollo de la creatividad, etc.) y al análisis de sus actividades y programas formativos de tipo doméstico, artístico, turístico, deportivo o literario…
La incorporación de la mujer como agente activo de la transformación cultural se hace cada vez más evidente a lo largo de la historia reciente. Entre las múltiples asociaciones que han venido promoviendo actividades de animación y agitación cultural o lúdica en comarcas, destacan diversas sociedades de mujeres. En las tierras leridanas y, en general, en el Principado, la fuerza cultural de los movimientos de mujeres de los años ochenta y noventa no tiene parangón en la historia asociativa anterior.
Se trata de un fenómeno nuevo el que las mujeres, reivindicando la igualdad civil, moral, política y cultural, hagan cultura y la difundan, fenómeno que, si acaso, enlazaría con tiempos anteriores a la Guerra Civil (1936-1939). Albada agrupa a las mujeres del Pla d’Urgell para poder relacionarse, y adquirir conocimientos de tipo cultural, social o manual ha sido su gran objetivo. La entidad muestra una heterogeneidad en cuanto a la edad de sus asociadas, que van desde lo que podríamos llamar jóvenes maduras, a gente activa que podríamos calificar de abuelas.
Las responsables de la entidad han proclamado que la finalidad del centro no ha sido cultivar una actividad de tiempo libre especializada, encajes de bolillo por ejemplo, sino que se trata de tender la mano a «cualquier mujer», sin límites de edad ni condición, para desarrollar un programa amplio de actividades de tipo doméstico, artístico, turístico, deportivo o literario.
Intenta desarrollar la creatividad de sus socias mediante actividades orientadas a promocionar o estimular la vocación humana de progreso integrador hacia el acceso a todas las ramas del saber y de la profesionalidad cultural, mediante la oferta de una gama variada de enseñanzas, en colaboración con las instituciones oficiales más significativas, para potenciar «el conocimiento, la convivencia y las iniciativas que desarrolla y de que tiene ya noción la mujer».16
Se observa en el capítulo de ingresos que la autofinanciación de la entidad alcanza cotas importantes: los beneficios de la artesanía de cosecha propia, las cuotas de socias y las matrículas de cursos se llevan la mayor parte de los ingresos. En cuanto a gastos, sobresale una partida, la de profesorado, lo que evidencia la vocación cultural y ateneísta de la institución. La ideología de fondo que guía a la entidad no puede ser más clara. Se trata de promover el debate para el cambio positivo en lo que concierne a la mujer y su universo, su problemática familiar, el paro femenino o los maltratos. La institución ha promovido actividades de toda índole.
Abunda la oferta de manualidades, actividades recreativas y artesanales, como la restauración de muebles; también las artísticas, con certámenes y exposiciones, sin olvidar gestos públicos, como, en su momento, apuntarse a las manifestaciones con lazo blanco los lunes frente al Ayuntamiento para solidarizarse con el pueblo de Bosnia frente a la barbarie sufrida.
Albada buscó también, de acuerdo con sus modestas posibilidades, desde el principio, incidir en aspectos concretos para la mejora de la condición de vida femenina. Prueba de ello fue el curso de 1991 de formación de mujeres adultas sobre matrimonio: nulidad, separación y divorcio, u otros sobre la mujer en la dinámica familiar. O cuando se creó una bolsa de trabajo para la mujer (1995). Por otro lado, las actividades correspondientes al modelo «ateneo», de cultura general o especializada, se han sucedido, con viajes y visitas de tipo cultural, incluso propuestas de «Rutas en bicicleta» (1992), amén de viajes al Teatre Nacional de Cataluña, etc.
Normalmente, las propuestas culturales respondían a criterios de actualidad o por ser de tipo práctico. Así, la entidad organizó un cursillo de informática con aportación de fondos de la Unión Europea (marzo de 2002). Además, se han ofertado cursos de idiomas y conferencias sobre meteorología, salud, el papel de la mujer en la guerra, a partir sobre todo del caso de Bosnia, etc.
La incidencia educativa de todas estas actividades