¡Viva Cataluña española!. José Fernando Mota Muñoz

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¡Viva Cataluña española! - José Fernando Mota Muñoz Historia

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los ibéricos habían visto con simpatía la implantación de la Dictadura, pero acabaron alejándose de ella cuando la Unión Patriótica fue copada por los «viejos políticos». Mantendrán con el partido único, donde algunos militan, una relación ambigua; ven con simpatía su política españolista y anticatalanista, su esbozo corporativista, pero la encuentran tibia. La Unión Patriótica, en palabras de Poblador, era «un partido falto de doctrina y de expansión de la juventud». Simpatizan con el dictador, pero no con su Gobierno, ni con el rey, al que nunca han tenido en mucha estima por el origen carlista de muchos de ellos. De hecho, abandonan el monarquismo. Saben que son pocos, pero lo defienden como una virtud. Se consideran, de nuevo como los tracistas, una élite.

      Es entonces cuando estrechan relaciones con otros carlistas disidentes bragados en la acción callejera, con libreños, la mayoría de los cuales, como los ibéricos, se encuentran fuera del carlismo oficial por su apoyo a la Dictadura y su línea españolista. No solo serán militantes de base los que se acerquen a la Peña Ibérica, también se afiliarán dirigentes del Libre como los periodistas Feliciano Baratech o Fernando Ors Martínez.

      En 1928 lanzan una nueva publicación, de nuevo dirigida por Poblador. El 21 de enero, esta vez tras la celebración del derbi, sale La Verdad Deportiva. Según el propio Poblador era un «órgano de la juventud españolista disimulando la deportividad para hacer banderín de lucha españolista». En sus páginas, de nuevo, se denuncia el favoritismo del que disfruta el Barça con «ese nido de cucarachas que se llama Federación». Dejan claro que «el Español Deportivo alberga en su seno a los que por encima de todo ponen su amor a España», un «Club maltratado y zaherido por los ególatras y los judíos, por los tornadizos y los arribistas». Este será el tono de una publicación de la que se conservan pocos números. El último que hemos visto es de 1929. En la revista escriben militantes ibéricos, algunos con seudónimos tan llamativos como Armando K. Morra o T. Fustigo.

      A finales de ese año de 1928, el grupo decide legalizarse. Será el momento en el que decaiga el adjetivo «Deportiva» del nombre. La Peña, para entonces, «ya no era una agrupación de deportistas sino más bien, una pléyade de patriotas pletórica de energías juveniles, que proclamaban arrogantes las sublimidades de la santa idolatría a la Patria».

      En noviembre de 1928 la Peña tiene ya 82 socios, que eligen como nuevo presidente a Domingo Batet, pasando Poblador a la vicepresidencia. También figuran en la nueva junta históricos como Enrique Ponz y Ramón López de Jorge.

      En febrero de 1929 el RCD Español se planta en la final de la Copa del Rey tras eliminar en semifinales al Barça. El rival es el Real Madrid. La final se juega en el estadio de Mestalla de Valencia. Se desplazan unos 4.000 pericos. Unos van en barco, otros en tren, los de la Peña Ibérica se desplazan en dos coches. Antes del partido pasean por la ciudad del Turia. Uno de los automóviles luce un curioso letrero: «La Peña Ibérica del Español saluda a Valencia y a su bellísima Reina de la Belleza Española». Los pericos que no han podido desplazarse se reúnen en bares, que instalan altavoces para la ocasión. En un partido poco lucido, por lo embarrado del campo y la lluvia persistente, el Español se impone por 2 a 1 y se proclama por primera vez en su historia campeón de España. A pesar del frío y la lluvia, grupos de seguidores españolistas pasean por Barcelona celebrando el triunfo. La crónica de la final en ABC parece redactada por un ibérico, dice:

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