¡Viva Cataluña española!. José Fernando Mota Muñoz

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¡Viva Cataluña española! - José Fernando Mota Muñoz Historia

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febrero de 1932; sin embargo, por sus virulentos ataques en la prensa y sus encendidos discursos subversivos será de nuevo detenido en mayo de 1932 y confinado en una remota aldea de la comarca de Las Hurdes.

      En Barcelona la situación no es mejor; el partido no tiene ninguna visibilidad pública ya desde antes de la proclamación de la República. Aunque hubo ibéricos que se quedaron en el partido, como el arquitecto Matías Colmenares o el comerciante Manuel del Castillo, la ruptura con la Peña Ibérica los había dejado tocados. El PNE inició la captación de nuevos militantes sin mucho éxito. En febrero de 1931 afirmó tener 7.500 militantes en la provincia de Barcelona, cifra del todo exagerada. En Barcelona ciudad, ni en sus mejores tiempos, pasaran de 300 militantes.

      Como habían afirmado los ibéricos al marchar, se trata de un grupo que hacía oposición de casino, formado básicamente por militares retirados y profesionales. Su líder local no da el perfil de «legionario de España». El comandante retirado Carlos López Manduley, que pasaba ya de la cuarentena, no era precisamente un ejemplo de hombre de acción. Tampoco era un buen orador, aunque sí respondía al perfil de españolista visceral y al de militar africanista retirado que tanto abundaba en el PNE. Eso sí, lo encontraremos implicado en todos los complots monárquicos y golpistas que se produzcan.

      Carlos López Manduley17 había nacido en La Habana en 1887. Su padre era un coronel de artillería destinado en Cuba, donde casó con la hija de una importante familia de hacendados, los Manduley Salazar. Con la independencia de la isla caribeña la familia regresó a España. Este hecho debió de dejar huella en un Carlos adolescente. Siguiendo la tradición familiar, ingresó en 1906 en la Academia de Infantería de Toledo. El 1909 se licenciaba como teniente. Ese año tuvo su primer contacto con la Ciudad Condal, pues participó en el contingente encargado de reprimir la sublevación de la Semana Trágica. Su siguiente destino fue Melilla. Intervino en la defensa de Nador, lo que le valió una medalla. En 1911 se casó en Segovia con la hija de un médico militar. Pasa un año destinado en Madrid y en 1913 es enviado de nuevo a Barcelona, donde actúa como fiscal militar. En 1914 regresa a Melilla. En 1915 ya es capitán, siendo destinado de nuevo a Barcelona. Realiza trabajos administrativos y es profesor de la Academia de Cabos, Sargentos y Suboficiales. En 1917 participa en la represión de la huelga general. No descuida los negocios. En 1919 figura como delegado regional en Cataluña de La Previsión Agrícola, empresa de seguros de ganado constituida por importantes ganaderos y algunos militares.

      En 1923, tras el golpe de Estado, es nombrado delegado gubernativo del partido judicial de La Bisbal, cargo desde el que es encargado de controlar los ayuntamientos y la vida política de su zona. Pronto se distingue por su política anticatalanista, obligando a las entidades del partido a redactar sus escritos en castellano. En 1924 es de nuevo enviado a Marruecos, en este caso a Ceuta, donde participa en algunos combates. En 1926 regresa con permiso a Barcelona. Se le declara de reemplazado por enfermedad. Recibe destino en Granollers. Tras realizar un cursillo se hace cargo de una compañía de ametralladoras en Barcelona. En 1928 es ascendido a comandante por antigüedad. En 1929 es nombrado jefe del Servicio Nacional de Educación Física, Ciudadana y Premilitar del partido judicial de Sabadell, un organismo creado por la Dictadura para adoctrinar militarmente a los jóvenes antes de ser llamados a filas. El comandante era el encargado de dirigir los programas de instrucción premilitar, de pronunciar conferencias patrióticas sobre temas «como los deberes del ciudadano respecto de España (amor a la Patria, al rey, disciplina, subordinación, obediencia, constancia, honor, lealtad, probidad, valor, exactitud y puntualidad en las obligaciones)». Se trataba de desarrollar entre los jóvenes de Sabadell una «educación moral», «la exaltación del amor a la patria» y «todo aquello que tienda a hacerles orgullosos de ser españoles». El Servicio pretendía «militarizar a la sociedad civil» creando un «nuevo ciudadano» y «mejorar la raza». Era una especie de Frente de Juventudes avant-la-lettre. Su actividad cesó en enero de 1931 con la caída de la Dictadura.18 En Sabadell, Manduley fue bien recibido por los partidarios de la Dictadura y junto con algunos empresarios locales fundó el Sporman Club, con objetivos parecidos a los del Servicio que dirigía. De hecho, en la ciudad vallesana pronto tuvo delegación el PNE. En abril de 1931, proclamada la República, se acogió a la ley Azaña y pidió su retiro.

      De familia militar, repatriado de Cuba, combatiente en Marruecos, represor en Barcelona, adoctrinador españolista en Sabadell y firme anticatalanista, no importaba que no fuera hombre de acción, tenía perfil para dirigir a los albiñanistas en Barcelona.

      Tras su participación en la Sanjurjada, el PNE tiene su local de Madrid clausurado, sus actividades prohibidas y a su líder supremo, el doctor Albiñana, desterrado. En Barcelona también está descabezado. Su organizador en la Ciudad Condal, el comandante López Manduley, no saldrá de prisión hasta noviembre de 1932. El albiñanismo no levantará cabeza hasta 1933.

      El 11 de junio de 1933, en el segundo segunda de la calle Provenza 250, se han dado cita los socios de una nueva entidad, la Peña Nos y Ego. Se presentan dieciocho asociados que eligen presidente al abogado, periodista y escritor Pablo Sáenz de Barés, al que hemos conocido como promotor del Comité de Acción Española. La entidad, de «fines exclusivamente culturales y deportivos», afirma en sus estatutos que en caso de hacer alguna conferencia de carácter político «solo será consentida en el terreno puramente doctrinal, pero no en la lucha de partidos o de regímenes, cuyas discusiones estarán siempre prohibidas en el local social». Se trata de una absoluta hipocresía.

      En realidad, la Peña Nos y Ego es una tapadera del PNE. Había presentado sus estatutos en el Gobierno Civil el 29 de mayo de 1933 y habían sido legalizados al día siguiente. El PNE no había tenido la misma suerte. Carlos López Manduley, por la Comisión Organizadora del PNE de Barcelona, había presentado la documentación en marzo de 1933. La Dirección General de Seguridad contestó que, dada la actuación del PNE, que ha obligado a clausurar su local en Madrid, «no procede aprobación de los estatutos». Como veremos, el partido albiñanista no será legal en Barcelona hasta noviembre. Ante la imposibilidad de legalizar el PNE en Barcelona, se optó por crear una entidad tapadera. En las paredes del local lucían pósteres con motivos deportivos y carteles de corridas de toros. Es la forma de disimular su actividad política. Las iniciales de la Peña Nos y Ego coinciden con las del PNE.

      A partir de 1933, el PNE crece, también en Barcelona. El destierro en Las Hurdes del doctor Albiñana ha vuelto a poner en el foco de los medios a su histriónico líder. La derecha lo ha convertido en un mártir de la República. A pesar de ello no será liberado hasta agosto. Sus encendidos discursos y su actitud pendenciera atraen a admiradores de la Dictadura de Primo de Rivera, a exmilitantes de la Unión Patriótica y a ultras que buscan refugio en el PNE tras el fracaso de los proyectos en los que han participado.

      Algunos de los que se suman son el reducido grupo barcelonés afín al Cruzado Español, organización clandestina que había creado en Madrid el teniente coronel retirado Emilio Rodríguez Tarduchy, un ferviente primorriverista, que con la Dictadura había sido instructor del Somatén y uno de los dirigentes de la Junta de Propaganda Patriótica y Ciudadana y ya con la República había dirigido La Correspondencia Militar, dándole un toque radical. La mayoría son militares retirados y somatenistas, pero también hay algún joven, como el barcelonés de 21 años José Fernández Ramírez. Hijo de padre zaragozano y madre valenciana, Fernández Ramírez se había convertido desde joven en un ferviente españolista y un virulento anticatalanista. Había militado en la Juventud de Unión Patriótica siendo un adolescente. Atraído por la milicia intentó ingresar en el Ejército, pero no pasó las pruebas. Trabajaba como ayudante del maestro Demetrio Rodríguez Andrés, que había abierto un colegio particular tras haber ejercido de director de las escuelas de la Agrupación Obrera de la Unión Patriótica. Se encargaba de acompañar a los alumnos a sus casas y de ayudarlos con sus deberes. Pronto se convertirá en el secretario de López Manduley.

      También se acercan al

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