El mediterráneo medieval y Valencia. Paulino Iradiel Murugarren
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу El mediterráneo medieval y Valencia - Paulino Iradiel Murugarren страница 26
Sin embargo, algunos rasgos y matrices del pensamiento político se mantendrán durante largo tiempo, incluso hasta el siglo XIX, en lo que Pablo Fernández Albadalejo ha denominado «cristianismo cívico» (a propósito de la obra de Martínez Marina) o de las diversas manifestaciones de un modelo contrapuesto al diseño absolutista y construido «desde abajo», desde la comunidad como sujeto político corporativo (a propósito del lenguaje constitucional de La lex regia aragonensium o de la comunidad regnícola de Pere Antoni Beuter).24 Pero es sobre todo la obra de Martínez Marina la que recupera planteamientos identitarios tradicionales, alternativas al despotismo y críticas a la noción vigente de soberanía. Con el miedo a los republicanos franceses de por medio, no era poco reivindicar la condición de «ciudadano» como sujeto con derecho a la honorabilidad cívica y a la participación en el Gobierno. Más relevante era con seguridad la defensa del «bien público», del municipalismo (en este caso, las municipalidades castellanas) y cierta idea de monarquía –o del poder político– contractual y res-publicana. Remontándose a idearios del pensamiento político medieval, en los inicios del siglo XIX, Martínez Marina recordaba que la ciudadanía representaba las señas tradicionales de identidad y que el poderío de la monarquía era resultado de pactos y convenciones y del consentimiento tácito o expreso de la comunidad, un convenio que daba paso al siguiente estadio, el de la «sociedad civil». Con todo, son muchos más los textos que, como el propio Fernández Albadalejo analiza, reafirman un pasado (más o menos forzado, mítico, ideológico o teológico) continuamente revisado en clave de autodefinición y exclusivismo nacional, propio de una entidad que está por encima de los grupos que se autoperciben como distintos en torno a prácticas de pertenencia y de participación comunitaria.
La perspectiva de larga duración sirve para entender lo que de nuestro pasado ha sido eliminado o se reaviva en el presente y las enseñanzas que el período histórico que estudiamos puede mostrarnos para el futuro. Un período en el que las formas de identidades cívicas acabarán por paralizarse, bloqueadas ante los instrumentos de los estados nacionales donde serán marginadas durante siglos. No será ya la circulación de hombres y culturas, la comunicación, el mercado cívico y con «honorabilidad» y la pluriidentidad los vectores que guíen a la sociedad civil, sino el predominio de lo político, la centralidad del Estado-nación, las identidades uniformes y la confrontación de los estados nacionales territoriales, terreno resistente hasta la crisis actual y en el que parecen naufragar tanto las corrientes federalistas como los principios culturales y espirituales de la tolerancia.
Por eso resulta tan difícil hablar de multiculturalismo y de globalización en los tiempos que corren, excepto por la dictadura de los mercados globales (con poco «honor» y menos civilitas) y por la debilidad del control estatal sobre estos, cuando las identidades múltiples permanecen amenazadas y confundidas sobre la base de la realidad estatal y son interpretadas especialmente, aparte de su construcción funcionalista, como principal elemento de diferenciación y de oposición de género, clase y nación.25 Y con la confrontación hemos perdido la confianza (la fides) convertida en algo limitado y revocable, y hasta el «bien común», otro valor liquidado por la crisis y el estado-nación.26 No es extraño que Manuel Cruz abogue por más responsabilidad y menos identidad o que Zygmun Bauman, cuando analiza la actual crisis del estado nacional, lo que quiere decir es que no existen ya territorios homogéneos, que las identidades nacionales no pueden dar soluciones a las necesidades de la sociedad y que toda sociedad es una sucesión de diásporas aunque los individuos no quieran prescindir de sus raíces.27 La gran cuestión actual es el colapso de la confianza porque la conexión entre identidad y política se ha roto y aparece la contradicción entre identidad tribal y el concepto de ciudadanía como pertenencia o como integración.
1 P. Fernández Albadalejo, Materia de España. Cultura política e identidad en la España moderna, Madrid, 2007. Prólogo.
2 Y entiendo «periferia» –o periférico– como medievalista e historiador del área mediterránea.
3 De una bibliografía que podría ser interminable, destaco solo algunas obras de ámbito urbano, como F. Sabaté (ed.), Identitats, Lleida, 2012; F. R. Fernandes (ed.), Identidades e fronteiras no medioevo iberico, Curitiba, 2013; J. Acebrón, I. Grifoll y F. Sabaté (eds.), La construcció d’identitats imaginades. Literatura medieval i ideologia, Lleida, 2015; F. Sabaté y Ch. Guilleré (eds.), Morphologie et identité sociale dans la ville médiévale hispanique, Chambéry, 2012; J. A. Jara Fuente, G. Martín e I. Alfonso (eds.), Construir la identidad en la Edad Media. Poder y memoria en la Castilla de los siglos VII a XV, Cuenca, 2010; J. A. Jara Fuente (ed.), Ante su identidad. La ciudad hispánica en la baja Edad Media, Cuenca, 2013; O. Rey Castelao y T. Mantecón Movellán (eds.), Identidades urbanas en la monarquía hispánica (siglos XVI-XVIII), Santiago de Compostela, 2015.
4 F. Remotti, Contro l’identità, Roma-Bari, 1996; íd., L’ossesione identitaria, Roma-Bari, 2010; M. Aime, Eccessi di culture, Turín, 2004.
5 P. Evangelisti, «Misura la città, chi è la comunità, chi è il suggetto, chi è nella citta...», en P. Prodi, M. G. Muzzarelli y S. Simonetta (eds.), Identità cittadina e comportamenti socio-economici tra medioevo ed età moderna, Bolonia, 2007, pp. 19-52, y la bibliografía citada en nota 2.
6 P. Prodi, «Introduzione: evoluzione e metamorfosi delle identità collettive», en P. Prodi y W. Reinhard (eds.), Identità collettive tra medioevo ed età moderna, Bolonia, 2002, p. 11.
7 A. Sen, Identitat i conflicte: qui té interés a convertir la identitat en un conflicte?, Barcelona, 2009.