La transición española. Eduardo Valencia Hernán

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Popular de Catalunya (PPC)127, Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC)128 y Unió Democràtica de Catalunya (UDC)129. Su funcionamiento se normalizó mediante reuniones quincenales donde cada grupo estaba representado por dos delegados. Los acuerdos se tomaban por unanimidad con derecho de renuncia al propio voto y el secretario era nombrado rotativamente, siendo cualquier grupo capaz de convocar una reunión130. Otra de las características principales de esta coordinadora fue la existencia de veto a las propuestas aportadas por lo que las resoluciones habían de aprobarse por unanimidad, lo que obligaba a la reserva de los partidos de presentar proposiciones de difícil solución mediante consenso131.

      En febrero de 1969, el arzobispo Enrique y Tarancón que procedía de la Diócesis de Oviedo, fue designado Cardenal Primado de Toledo, una noticia sin gran relevancia política sino fuera por sus connotaciones futuras. Como también lo tuvo, por su interés divulgativo, la publicación del «libro blanco», antecedente de la reforma educativa del ministro de Educación, José Luis Villar Palasí, que llevaría a la práctica tiempo después.

      En Cataluña, como preludio a los actos conmemorativos del 1º de Mayo, la prensa recogió pequeños comentarios censurados sobre disturbios obreros y estudiantiles en Barcelona, en contraste con la XII Demostración Sindical, que contaba con todo el apoyo propagandístico del régimen. El 27 de mayo, siguiendo su política de bloqueo democrático, el Consejo Nacional del Estado elaboró las llamadas Bases del Régimen Jurídico Asociativo que establecía una serie de normas jurídicas que evitaban la posibilidad de formar partidos políticos, centrándose el sistema en lo que se denominaron «asociaciones políticas». Estas, la mayoría afines al régimen, iban tomando forma, algunas con el propósito de «impedir que España se suicidara», según publicaban algunos periódicos, destacando entre ellas: Acción Política, Reforma Social Española, Democracia Social, Fuerza Nueva, Distrito Centro, Vieja Guardia, Círculos Doctrinales José Antonio, Justicia y Legalidad. Todas estas organizaciones estaban inscritas dentro del Movimiento por lo que a simple vista todo indicaba que nada iba a cambiar y la tan esperada abertura pluripartidista deseada por algunos se disolvió al instante.

      Mientras tanto, las sentencias condenatorias decretadas por el Tribunal de Orden Público (TOP) seguían su curso inexorable de colaboración con el régimen, contribuyendo a su mantenimiento mediante el uso de unas leyes que por su carácter represivo huían del mínimo respeto a los derechos humanos. En las provincias vascongadas, cinco sacerdotes recibieron penas de prisión de entre diez y doce años; en Mataró, el primero de julio en una manifestación ilegal realizada en la plaza Santa Ana, fueron detenidos y procesados Antonio Álvarez, Salvador Villena, Juan Montoro, Bartolomé Fernández, Cristina Brullet, Eutiquio Simarro, José Garriga y Manuel Antonio Palacios.

      Por otro lado, el régimen, previniendo los posibles cambios en el poder, obligado por la avanzada edad del dictador, preparaba el cambio tranquilo en la sucesión. Así pues, el 23 de julio de 1969, el príncipe Juan Carlos de Borbón, hijo del heredero de la Corona española, fue nombrado por el propio Caudillo sucesor a la Jefatura del Estado (Ley de Sucesión), movimiento catalogado por el régimen como una instauración y no restauración de la monarquía; mientras tanto, dos días antes, el conde de Barcelona había disuelto su Consejo Privado y su Secretariado Político, de los que formaban parte José Mª Pemán y José Mª de Areilza (conde de Motrico).

      La noticia no fue tan impactante para el pueblo español en general, quizás por esperada, o quizás también por coincidir con el fuerte impacto emocional que supuso la velada del 21 de julio de 1969, donde una buena parte de la humanidad quedó paralizada frente al televisor observando en blanco y negro el primer alunizaje efectuado por los astronautas Neil A. Armstrong y Edwin Aldrin, con el pronunciamiento de aquella frase histórica que decía: «Es un pequeño paso para el hombre pero muy grande para la humanidad», mientras que su compañero Michael Collins les esperaba a bordo del Apolo 11.

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