La transición española. Eduardo Valencia Hernán
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу La transición española - Eduardo Valencia Hernán страница 15
Grupo de militantes socialistas en el exilio alemán, mediados de los años sesenta. En el centro de la imagen se distingue al actual presidente del Cedesc, Antonio Ruiz.
Convocatoria SDEUB, marzo de 1966.
El documento leído en el acto de constitución del sindicato estudiantil, titulado: Por una Universidad Democrática, hacía referencia entre otros aspectos a la llamada provisión de cátedras, por lo que el fiscal entendía el interés de la presencia de estos intelectuales no solo por el prestigio que daban al encuentro sino por el propio interés personal. Entre otros inculpados, denominados como «terceras personas», estuvo el Superior de la Orden, Juan Botam Casals, clasificado mediante informe policial como:
«(...) abiertamente catalanista, mal que aqueja a todos los componentes de la Orden en la región, sabiendo que está completamente identificado con los más conspicuos representantes en Barcelona, de esta insana tendencia política, tales como don Félix Millet, el abogado Mauricio Serrahima, el arquitecto Coll y Alentorn, el escritor Octavio Saltor y otros.»100
Otro componente de la Comunidad de los Padres Franciscanos Capuchinos fue inculpado por asentir y facilitar el salón de actos de su convento, para celebrar la reunión. Para Josep Benet la Caputxinada fue un hecho decisivo para la posterior formación de la Asamblea, reconociendo que con anterioridad fueron incapaces de crear comités unitarios sin exclusiones. Fue después de los capuchinos cuando aparece la Taula Rodona Democrática, el Comité pro-Amnistía y el Comité 11 de Septiembre. Buena parte de los miembros del SDEUB formaban parte del «escoltismo», que era un movimiento educativo juvenil que en su raíz cristiana obtuvo el reconocimiento episcopal siendo la competencia del Frente de Juventudes, constituyendo en 1954 el primer núcleo de la organización catalanista, Cristo Cataluña, y que posteriormente se unieron a la Institución Pedagógica Rosa Sensat como renovación de la educación catalana101. Mª Aurèlia Capmany nos presenta algunas anécdotas sobre aquellos tres días de reclusión estudiantil en el convento de capuchinos tan señalados en sus reflexiones:
«El sentido de responsabilidad, la capacidad de adaptarse a aquella circunstancia, unas cuantas ideas sobre el futuro que exigía, era realmente esperanzador. Incluso compensaba un par de impresiones negativas que había tenido en el momento de la creación del Sindicato Democrático. La primera de ellas era la preponderancia de la lengua castellana, la costumbre, ya mecánica, del estudiante que hablaba en catalán con el vecino y pasar al castellano en el momento que el estudiante en cuestión cogía el micro. Me di cuenta de que el peso del franquismo había sido terrible. Y de otro lado, aun otro factor que daba la medida de esta educación a la inversa. Entre los estudiantes había chicos y chicas. En los cargos importantes solo había chicos. Pero lo más terrible es que, cuando nos organizamos, descubrí que las chicas estaban todas en la cocina del convento, y los chicos en asamblea decisoria sobre el futuro de la comunidad. Pensé que el Sindicato Democrático que los estudiantes proyectaban era una esperanza para el futuro, pero que había mucho, mucho trabajo que hacer en aquel futuro.»102
La visión de cómo el régimen contempló estos actos de rebeldía estudiantil vino descrita en el documento que el fiscal que llevó el caso llegó a proponer en un concepto restringido, detallando la reunión como relajadora del sentimiento nacional, promovedora o difusora de las actividades separatistas y como intento de implantación de la división entre los estudiantes, acusaciones que aportaban un agravamiento de las penas. Sin embargo, lo importante fue que, a corto plazo, estos actos de represión policial influyeron en que días después ciento treinta capuchinos y religiosos se concentraran ante la Prefectura de la Policía Armada protestando por la agresión al estudiante Joaquín Boix ocurrida el 11 de mayo de 1966. Tres días después, 250 sacerdotes, 150 según Mundo Obrero103, se concentraron en el patio del episcopado ante el arzobispo de Barcelona, doctor Gregorio Modrego Casaus, entregándole un documento donde se expresaba la actitud poco clara de la jerarquía ante el allanamiento del convento de los Capuchinos por la policía, expresando su apoyo a las protestas generalizadas. También fue destacable la manifestación realizada el 17 de mayo de 1966 en Barcelona, entre la Avenida Diagonal y el Paseo de Gracia, donde participaron entre diez mil y quince mil personas, controlados por más de cien coches de la policía y dos tanques de agua. Ante dichos acontecimientos se formó un movimiento solidario en torno a los participantes de la Caputxinada, erigiéndose una coordinadora que fue llamada la Taula Rodona Democrática, integrada esta por una amplia representación política del espectro ideológico de aquellos días, o sea, desde la izquierda a la derecha catalana pasando por los nacionalistas. El SDEUB desarrolló su actividad entre 1966 y 1967 con amplias actividades sindicales, culturales y políticas, organizando recitales como el del cantante Raimon y homenajes a Pablo Ruiz Picasso y Jordi Rubió. Joan Crexell resume en su libro que la Caputxinada fue importante por diversos motivos: por ella misma, como un acto de masas clandestino y por las consecuencias que comportó; por los estudiantes, que fueron como un instrumento aglutinador de todos los universitarios durante cierto tiempo; como un hecho dinamizador del cristianismo progresista por la amplia solidaridad que desveló; y porque fue el origen que permitió a la oposición democrática catalanista un primer acuerdo sin exclusiones, la Taula Rodona Democrática104. Esta organización surgió a raíz del cerco a los estudiantes del SDEUB en el convento de los Capuchinos de Sarriá105 como iniciativa unitaria y de oposición para coordinar la ayuda de emergencia a los sitiados y represaliados. La reunión preparatoria se celebró en el domicilio de Josep Benet, asistiendo Jaume Casanovas, Joan Reventós, Jordi Carbonell, Xavier Folch y Felip Solé Sabarís, continuando las reuniones en el apartamento de Pere Portabella sito en la calle Balmes, lugar donde se estructuró la asociación política. De nuevo, los encuentros continuaron en casa de Salvador Casanovas (cercano a Jordi Pujol) y también en la torre de la calle Anglí, n.º 35, residencia de Joan Reventós, estando este presente en todas las reuniones. La Taula Rodona continuó hasta 1973 como lugar de encuentro y de lanzamiento de proyectos cívicos de todo tipo. Su composición estuvo formada por democristianos, comunistas, socialistas, nacionalistas e independientes, formando parte: ERC, FNC, MSC, PSUC, UDC y organizaciones sin una clara definición política. El acto más característico promovido por esta organización fue el efectuado en la sala de actuaciones Price, ya desaparecida, con un recital de carácter literario donde participaron poetas como Agustí Bartra, Salvador Espriu, Pere Quart, Joan Brossa, Francesc Vallverdú, Gabriel Ferrater, Joan Vinyoli y Jordi Sarsanedas, entre otros106. El Tribunal de Orden Público (TOP) declaró ilegal el SDEUB en el mismo año de su creación y expulsó a 69 profesores de la Universidad de Barcelona (UB). El rector de la Universidad, Francisco García Valdecasas, castigó a los estudiantes comprometidos con el nuevo sindicato con la pérdida de matrícula, siendo condenados los delegados del sindicato a seis meses de arresto. Entre los expulsados estaban José Mª Bricall, Joan Reventós, Jordi Solé Tura107, Isidre Molas, Miquel Roca Junyent, Joaquim Nadal, Josep Fontana, Josep Termes, Narcís Serra, Oriol Bohigas, Ernest Lluch, Joaquim Marco, Francesc Noy, José Emilio Donato, Frederic Correa y Joan Ramon Capella108. Sin duda, todos estos actos reivindicativos complementaron un movimiento más amplio de protesta generalizado en toda España y, de hecho, la Caputxinada se tradujo en un impulso significativo en la lucha antifranquista en las demás universidades españolas. Así, en Madrid, el sábado 12 de mayo de 1966, más de un millar de estudiantes se reunieron en la facultad de Económicas en el intento de crear un nuevo sindicato democrático de estudiantes. Del mismo modo se realizaron actos parecidos en San Sebastián, Valencia, Bilbao y Pamplona; incluso 72 capellanes enviaron un documento al obispo José Guerra Campos, afirmando que la lucha clandestina era lícita cuando esta se oponía al abuso de autoridad de un orden injusto y que el sindicato español no era representativo sino un instrumento al servicio del Estado, lo cual no respondía a las exigencias de la doctrina social de la Iglesia109. La protesta en la calle empezaba a tomar relevancia, llegando a su cenit en las grandes manifestaciones vecinales de los años setenta, tomando como ejemplo en Cataluña la movilización contra la subida de las tarifas de autobuses en Santa Coloma de Gramanet en 1968 o por la instalación