Neurocreatividad. Néstor Braidot

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Neurocreatividad - Néstor Braidot Colección Cerebro Vivo

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de las fronteras del cráneo. Así dio origen a las arrugas que dan origen a los surcos y circunvoluciones.

      Si pudiéramos desplegarla y extenderla, ocuparía unos 2500 centímetros cuadrados.

      La corteza recubre el resto de las estructuras cerebrales y se encuentra dividida en cuatro grandes zonas:

       el lóbulo parietal,

       el lóbulo temporal,

       el lóbulo occipital,

       el lóbulo frontal.

      Dentro de cada uno de los lóbulos existen varias áreas diferenciadas que cumplen distintas funciones.

      Algunas son responsables del habla y el lenguaje, otras procesan la información que ingresa a través de los canales sensoriales, nos permiten mover voluntariamente los músculos para caminar, correr o subir una escalera.

      También están las dedicadas a las funciones mentales superiores.

      El cerebro humano está dividido en dos hemisferios que funcionan de modo diferente, pero complementario, y se conectan entre sí mediante una estructura que se denomina cuerpo calloso.

      Cada hemisferio se ocupa básicamente de los procesos sensoriales y motores del lado opuesto del cuerpo, por ello, los movimientos del pie y de la mano izquierda son controlados por el hemisferio derecho, y viceversa.

      Por ejemplo, si se sujeta con la mano izquierda una taza caliente de café, la sensación de quemazón que se registre a través del tacto será transmitida a la corteza sensorial del hemisferio derecho.

      La única excepción en el cruce hemisférico de la información es el olfato, pues los olores se procesan en el mismo lado de la fosa nasal que los capta.

      En la mayoría de los individuos diestros el hemisferio izquierdo controla el lenguaje y otras tareas de procesamiento serial de la información.

      Mientras tanto, el derecho lo hace en procesos no verbales que incluyen la visualización tridimensional, la rotación mental de objetos y la comprensión del significado de expresiones faciales.

      El hemisferio izquierdo, que controla el lado derecho del cuerpo, procesa la información en forma analítica y secuencial.

      Es el que utilizamos cuando verbalizamos un discurso que preparamos con anterioridad o resolvemos ejercicios de matemáticas. Está relacionado con el pensamiento lineal.

      El hemisferio derecho, que controla el lado izquierdo del cuerpo, procesa la información en forma holística.

      Es el que empleamos cuando nos conectamos con la creatividad, visualizamos una obra de arte, escuchamos música… Está relacionado con el pensamiento creativo.

      Cuando uno u otro hemisferio predomina en el momento de procesar, interpretar y presentar la información, se habla de “dominancia cerebral”.

      Volveremos más adelante sobre los hemisferios y su entrenamiento puntual para favorecer la creatividad.

      La mente humana se define como el emergente del conjunto de procesos conscientes y no conscientes del cerebro, que se producen por la interacción y comunicación entre grupos y circuitos de neuronas que originan tanto nuestros pensamientos como nuestros sentimientos.

      Si bien las discusiones sobre la relación mente-cerebro son dinámicas y se abordan incluso en el campo de la religión y la filosofía, los especialistas en neurociencias prácticamente no discrepan en cuanto a que la mente tiene una base física: el cerebro.

      Mente y cuerpo no constituyen, en sí mismos, compartimentos estancos.

      Ambos sistemas interactúan con el entorno, modificándose recíprocamente, en un proceso caracterizado por una interrelación y una interdependencia permanentes.

      Durante el transcurso de millones de años de evolución, en el cerebro humano se han superpuesto progresivamente tres niveles que funcionan de manera interconectada, cada uno de ellos con sus características específicas.

      Los tres niveles del cerebro se conocen como:

      El cerebro reptiliano es la zona más antigua. Su nombre alude al parecido con el cerebro de los reptiles. Se localiza en la parte baja y trasera del cráneo.

      En el centro de este sistema se encuentra el hipotálamo, que regula las conductas instintivas y las emociones primarias, tales como el hambre, los deseos sexuales o la temperatura corporal.

      Al sistema límbico se lo conoce como el “sistema de las emociones”.

      Entre las principales estructuras que lo integran se ubican el hipocampo (que cumple una función muy importante en el aprendizaje y la memoria) y la amígdala, que dispara el miedo ante ciertos estímulos y desempeña un rol activo en nuestra vida emocional.

      Por último, el córtex o cerebro pensante, denominado también neocórtex, es el resultado más reciente de la evolución del cerebro (tiene menos de 4 millones de años).

      Como mencionamos, está dividido en dos hemisferios cerebrales conectados por el cuerpo calloso: una gran estructura de aproximadamente 300 millones de fibras nerviosas.

      El predominio de uno u otro nivel cerebral suele variar de acuerdo a las características de las personas.

      Por ejemplo, si un individuo basa gran parte de su vida en el razonamiento lógico (actúa bajo las directrices de su hemisferio izquierdo), tenderá a mantener distancia de sus emociones, ejerciendo un excesivo control sobre el sistema límbico, que no le permitirá desarrollar una vida afectiva plena.

      En cambio, si es excepcionalmente emotivo, sus impulsos pueden ocupar todo el espacio sin que la función evaluadora y analítica del córtex pueda intervenir.

      Una pequeña aclaración: la distinción entre distintos niveles cerebrales con sus especificidades no es estanca.

      En el proceso de evolución del cerebro, el hipotálamo se desarrolló entre el sistema límbico y el sistema reptiliano.

      Las neuronas son las células nerviosas que dan sustrato biológico a las funciones mentales como la atención, la memoria a corto y a largo plazo, la capacidad visual-constructiva y el razonamiento.

      El paso del impulso eléctrico de una neurona a otra (que se realiza a través de las dendritas) se denomina sinapsis, y se estima que cada neurona puede estar conectada con hasta 100.000 neuronas diferentes, con las que establece múltiples sinapsis.

      Los

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