Neurocreatividad. Néstor Braidot

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Neurocreatividad - Néstor Braidot Colección Cerebro Vivo

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Todo eso es creación del cerebro.

      Existimos porque imaginamos.

      Lo que nos rodea no se construye dentro de nuestro cerebro tal como está.

      No existen dudas de que esté allí, pero eso que percibimos es una suerte de holograma, que nosotros completamos con aquello que nuestro cerebro tiene como registro de nuestras experiencias y aprendizajes.

      Al igual que los artistas que trabajan sobre un espacio público, nosotros “intervenimos” esa realidad, a partir de nuestra memoria, nuestros pensamientos, nuestros registros internos de experiencia y aprendizaje.

      Por lo tanto, cuanto más rico y diverso sea todo ese capital mental, mejor vamos a apreciar esa realidad, más enriquecida va a estar ante nuestros ojos.

      Supongamos que estamos frente a una escultura de piedra que muestra un hombre montado a un caballo. Si no contamos con ninguna información, tal vez nos limitemos a evaluar si es bella o no o si está correctamente esculpida.

      En cambio, si sabemos quién fue su autor, es probable que nos aventuremos un poco más allá y que busquemos su “firma”, esos detalles que hacen únicas a sus piezas.

      Si también tenemos datos sobre quién es el protagonista de la obra de arte, el universo se abre aún más: podemos analizar de qué batalla se trata y hasta imaginar qué está sintiendo en ese momento en que está a punto de convertirse en un héroe inmortalizado en piedra.

      A mayor cantidad de registros de experiencia y aprendizaje, mayor capacidad de percepción creativa y original de la realidad circundante.

      Es que así hacemos crecer nuestro entramado neuronal. Si logramos que haya poca distancia entre una red y otra, la conexión que deriva en un acto creativo es más sencilla. Se incrementa el potencial de construcción creativa, de desarrollo innovador.

      La creatividad no es otra cosa que el surgimiento de cada conexión neuronal nueva, diferente, que antes no existía, lo que da luz, precisamente, a un pensamiento original, novedoso, disruptivo.

      Todos los seres humanos tenemos la capacidad de imaginar y crear. La percepción social de que existen personas “creativas”, como si se tratara de un grupo iluminado o de una tribu diferenciada, es parte del pasado.

      La creatividad es un potencial inherente a los seres humanos. Cuando somos niños, todos somos creativos: podemos imaginar sin restricciones. El cerebro de un chico no tiene establecidas las barreras culturales relacionadas con la imposibilidad de que determinadas cosas ocurran.

      Por eso puede concebir, por ejemplo, que Papá Noel recorra todo el mundo llevando regalos casa por casa, con un listado exhaustivo de niños y cómo se portó cada uno de ellos, en apenas una noche.

      Debemos educarnos, entonces, en sostener ese elemento niño, en permitirnos volar más allá de lo que la razón nos indica como sensato.

      Ser creativo no es crear algo en un momento determinado: es estar de manera continua en un estado de capacidad creativa.

      Abrimos este libro con una frase de Steve Jobs. El fundador de Apple, que se caracterizó por revolucionar el mundo de la computación personal primero, el de la música luego y el de las comunicaciones móviles después, nos dice que la creatividad es algo tan sencillo como la capacidad de conectar cosas.

      Y si bien no es mucho más complejo que eso, sí es necesario tener en cuenta que para poder “conectar cosas” necesitamos que esas “cosas” existan.

      Debemos desarrollar una vida rica, alejada de la rutina, desafiante, interesante, motivada por estímulos y pasiones, para que ese potencial de conexión exista.

      Luego, de la misma manera que necesitamos ejercitarnos para aprender a leer, a nadar o a utilizar una herramienta, debemos aplicar al menos cuatro ingredientes básicos para fomentar nuestra capacidad creativa:

      1. El elemento. Aquello que nos motiva a iniciar el proceso creativo. Encontrar el propio elemento es fundamental: es lo que nos permite ser más productivos y más entusiastas, es donde se encuentra la facilidad para tomar la siguiente decisión. Hay que concentrar los esfuerzos en hallar ese elemento. Quienes viven su vida haciendo algo que está alejado de su elemento no logran alcanzar la alegría ni desarrollar la creatividad.

      2. El motor. La pasión por resolver el problema planteado.

      3. La disciplina. Es lo que garantiza que seguiremos todos los pasos que sean necesarios para alcanzar un resultado.

      4. La noción del riesgo. No debe existir el temor a la equivocación. Si algo sale mal, seguramente la siguiente vez lo haremos mejor. Si tropezamos muchas veces, probablemente sea porque nos estamos acercando. Los errores son un inmenso reservorio de estimulación creativa para apostar por una solución mejor. Visualizar el error como sinónimo de “problema” o de “fracaso” es, en sí mismo, otra equivocación.

      Los errores son una posibilidad de mejora, un portal hacia nuevas oportunidades.

      La creación es un proceso. Aún cuando sus resultados se presenten de manera individual, necesita de componentes sociales para alcanzar sus objetivos finales. Sin premura, sin presiones, al final, la creatividad logrará emerger.

      Cuanto mayor sea el número de estímulos que recibe el cerebro, más grande será su capacidad creativa.

      Por eso, es crucial incrementar la percepción que tenemos sobre el mundo que nos rodea: aquello que los cinco sentidos nos permiten incorporar como información y que rebota en nuestro cerebro como estímulos frescos y renovados.

      Necesitamos entrenar a diario nuestra percepción para, en consecuencia, incrementar el estado de creatividad. Se realizan ejercicios apuntan a potenciar la vista, el oído, el gusto, el tacto, el olfato… todo en pos de estos tres objetivos:

       Aumentar la percepción. Actividades que nos permiten percibir más.

       Potenciar la percepción. Fortalecer la capacidad de percibir.

       Focalizar la percepción. Eliminar distractores.

      1. Ejercicio para aumentar la percepción visual interior

       Relájese, cierre los ojos y fije la atención en su interior.

       Evoque imágenes de personas, acontecimientos, objetos, rostros, lugares que haya visto anteriormente.

       Trate de percibir todas las submodalidades visuales que pueda: imagine, con lujo de detalles, luz, color, forma, aspecto.

       Utilice todas las representaciones que se le ocurran o vayan surgiendo de manera espontánea.

      2. Ejercicio para mejorar la percepción auditiva interior

       Relájese, cierre los ojos y fije la atención en su interior.

       Recuerde voces, diálogos, tonos, conversaciones.

       Enriquezca esta evocación con todas las submodalidades

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