Patrick Modiano. Manuel Peris Mir
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Solo a partir de estas premisas en la que se condensan buena parte de los fantasmas modianescos, y de los desdoblamientos psíquicos y la intertextualidad que implica, se puede desentrañar el sentido de la última frase de este párrafo: «Nosotros, para pasar el tiempo, contábamos los perros de nuestra vida». Los perros de su vida que toma en consideración son las gentes que ha conocido y que «pasan» por ese café de los sueños que es la escritura literaria; son también sus lecturas, en este caso concreto, los cuentos infantiles de Aymé y una de sus nouvelles, que le lleva al Céline de su primera novela; y son también obviamente los perros reales, que, como dice la abuela del cuento, tienen casi tanta diferencia de corazón y de cabeza como las personas. Modiano corrobora su predilección por el cuento de Aymé en Elle s’appelait Françoise… Cuenta Modiano que, en los rodajes, Françoise Dorléac recogía conejos y perros perdidos. Y tras confesar que le emociona la foto en que se ve «tout petit» a su chihuahua, sentado en la silla de lona en la que está inscrito el nombre de la actriz, se pregunta si Françoise Dorléac «¿habría leído el maravilloso relato de Marcel Aymé: Los perros de nuestra vida?» (L21M 32).
Pero además de la afección personal y literaria por el mundo de Aymé, es importante observar también que algunos de los tropos animales que veremos en Modiano aparecen ya en el autor de Le Passe-Muraille. Así, para la abuela de Les chiens de notre vie su hija será «mi pobre corderito» y en L’indiffèrent, dice Aymé que la joven era «una bonita cara con piel de vaca». En Modiano no encontramos ninguna chica con piel de vaca, pero sí, como veremos más adelante, hay hombres que son mitad briard, mitad beauceron, rubios con cabeza de cordero, morenos con cabezas de carnero (LF), jockeys con cara de buldog, personajes con cara spaniel (PC) o con mirada de bull-terrier (CTO). En la nouvelle En attendant (Aymé, 2002g: 893), una mujer que espera en la cola del racionamiento dice que un funcionario en su ventanilla es el perro de los ricos. Y en Travelingue un reaccionario se angustia al imaginarse en medio de una insurrección de obcecados perros que aúllan y babean, conducidos por dirigentes del Frente Popular (Aymé, 2002e: 60-61). Los collares políticos de estos perros son distintos a los de La place de l’étoile, pero literariamente son los mismos perros, tropos de la misma camada.
1 Tanto en el guión, como en el film Lacombe Lucien, la imagen del perro visualiza a las víctimas inocentes de la guerra.
2 En un pasaje anterior los judíos están representados por las ratas: «Coches con altavoces recorrían Burdeos: “Campaña de desratización, campaña de desratización. Reparto gratuito de raticidas, reparto gratuito de raticidas. Tengan la bondad de acercarse al coche, por favor. Vecinos de Burdeos, campaña de desratización…, campaña de desratización…” (…) Nos escondemos en una puerta cochera. Éramos unas ratas americanas enormes» (LE 56).
3 Audioguía del Jouy-en-Josas de Modiano: <https://izi.travel/it/c34c-jouy-en-josas-sur-les-pas-de-patrick-modiano/fr#a88916e1-e625-410a-9d44-6421b7518299>.
4 En Modiano, la hiedra remite a la memoria, como se explica en el capítulo 10.
5 Ravageur quiere decir que hace ravages, estragos.
6 En el original, no en indefinido sino en pretérito perfecto: «J’avais perdu mon frère», «yo había perdido a mi hermano».
7 En el original «comme l’exigeait la cérémonie des canards» (RP 72), es decir como exigía la ceramonia de los patos. «Faire un canard» es mojar un terrón en café o alcohol. Anne Yvonne Julien, inscribe el pasaje en la felicidad generada por una serie de rutinas y de reglas compartidas con una familia de vacaciones, véase Julien (2010: 230-231).
8 La avenida finaliza más arriba de la colina en una plazoleta que desde 1988 está dedicada a Aymé y en la que hay una estatua que, como homenaje a su novela Le passe muraille, le representa atravesando un muro. Modiano se considera a sí mismo un «passe muraille»: «Bastaba con vivir en este barrio (Montmartre) para convertirse en un personaje de Marcel Aymé, por un fenómeno tan misterioso como el que le confiere a Sabine el don de la ubicuidad y a Dutilleul el privilegio de atravesar los muros» (PMA 217).
9 Según testimonios coincidentes del novelista Didier Blonde (Le Cahier de l’Herne, cit. p. 78) y del crítico gastronómico Gilles Pudlowky (blog de Gilles Pudlowski, Les pieds dans le plat, <http://www.gillespudlowski.com/44600/rendez-vous/rendez-vous-au-reve-paris-18e>).
10 Boy (niño) aval (traga).
11 El protagonista de El lugar de la estrella, Raphaél Schelemilovitch, afirma no sin ironía: «he tomado la decisión de ser el mejor escritor judío francés después de Montaigne, Marcel Proust y Louis-Ferdinand Céline» (LE 37). La escritura de Céline impregna sus dos primeras novelas.
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