Patrick Modiano. Manuel Peris Mir
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El prólogo a las nouvelles de Aymé, con la referencia al pueblecito de su infancia que le evocan los cuentos de Delphine y Marinette, se publica el mismo año que su novela Reducción de condena, 1988. La aldea, como se ha dicho, se corresponde con Jouy-en-Josas, donde a los siete años Patrick Modiano y su hermano Rudy, dos años menor, estuvieron viviendo y donde leyó los cuentos de Aymé. Ese lugar y esos años son novelados en Reducción de condena. En esta novela, Modiano transforma, con uno de sus habituales parónimos, la rue du Docteur-Kurzenne en rue Docteur-Dordaine, pero mantiene sin cambios el nombre de la escuela, Jeanne-d’Arc, y recrea los espacios de Jouy-en-Josas por el que se mueven los dos hermanos medio abandonados, un castillo, un bosque…3 La novela está escrita en primera persona. La madre está de tournée teatral, el padre los visita de vez en cuando entre viaje y viaje a Brazaville. La casa de la rue del Docteur-Dordaine tiene una planta y la fachada está cubierta de hiedra.4 En ella viven tres mujeres: la pequeña Hélène Toch, antigua amazona, acróbata y artista de circo; Annie y su madre Mathilde F, que tiene el pelo gris recogido en moño, y llama al niño «imbécil feliz» (RC 16). Annie, en cambio, le llama cariñosamente «Manazas», en francés Patoche. El sustantivo francés «patoche» familiarmente quiere decir con las manos grandes y también, torpe. La expresión tiene una relación semántica de paronimia con «pataud», que en su forma sustantiva designa a un perro joven de grandes patas.
En la obra de Modiano las relaciones semánticas nunca son casuales. Los seudónimos, sobrenombres, parónimos y criptonóminos están cuidadosamente buscados y, en este caso concreto, Manazas/Patoche remite a otro cuento del Chat perché, protagonizado por un perro llamado Pataud. En Le cerf et le chien (Aymé, 2002c: 667-682) los padres de Delphine y Marinette han salido de la granja, ellas están con el gato cuando aparece un ciervo que les pide ayuda porque le persiguen unos perros de caza. Lo esconden y llega uno de los perros. Los niños y el gato intentan confundirlo, pero el perro se da cuenta de que el ciervo está en la casa. Los niños se ponen a llorar. El perro no soporta verlos así y aunque dice que la caza es su trabajo, decide hacer una excepción y urde una estrategia para despistar a la jauría. Cuando ésta llega al frente de un perro llamado Ravageur,5 preguntan por su compañero que se llama Pataud. Las niñas le dicen que ha partido tras el ciervo y halagan con lisonjas a la jauría, a la que les regalan ramos de flores que ponen en sus collares. Gracias al olor de las flores logran despistarlos. Pataud aconseja al ciervo que no vaya al bosque porque lo matarán. Llegan los padres muy contrariados porque no ha encontrado un buey a precio razonable para que ayude al que ya tienen en las faenas agrícolas. Al día siguiente el ciervo se presenta ante los padres y les pide trabajo, y éstos acceden. El ciervo no está contento ya que añora el bosque, y los domingos se adentra en él con las niñas, pese a las protestas de los padres que quieren que esté descansado para trabajar. Un día aparece Pataud, que les advierte que todos los días hay cacería y, aunque está harto de la caza, cuando las niñas le comentan que sus padres están buscando un perro, les explica que cuando uno tiene un oficio hay que hacerlo, y que además no podría abandonar a sus compañeros de jauría. Pasan los días y el ciervo no puede soportar la vida en la granja, de manera que decide volver al bosque. Al cabo de un tiempo aparece Pataud cabizbajo y les dice que el día anterior no pudo despistar a Ravageur, y que el cazador había matado al ciervo. Antes de morir, este cortó una margarita con los dientes y la había puesto en el collar de Pataud, diciéndole «para las pequeñas». Pataud dice que ya no soporta más la caza y acepta quedarse en la granja.
De manera que cuando Modiano hace que el narrador y protagonista de Reducción de condena sea llamado Patoche está anclando directamente el relato en el cuento de Aymé. Hasta mitad de la novela no sabemos cómo se llama el protagonista, el narrador dice «moi», o, de manera insistente, «mon frère et moi». Tan solo conocemos sus apodos, «imbécil feliz» y Patoche. Pero mediada la narración, la acción da un salto adelante. El protagonista tiene veinte años, está escribiendo su primera novela y se encuentra con Jean D, uno de los amigos de Annie, que le llama Patrick. Permanecen callados y Patrick piensa que mejor que Jean D esté acompañado por una chica, porque si no hubieran tenido que hablar del pasado, lo cual no hubiera sido fácil.
Apenas pronunciáramos las primeras palabras habríamos sido como los monigotes de las barracas de feria que se derrumban una vez que la pelota ha golpeado en el punto sensible. Desde luego Annie, Hélène y Roger Vincent habían terminado en la cárcel… Yo perdí a mi hermano, Se había roto el hilo. Un hilo de araña. No quedaba nada de todo aquello … (RC 68).
El pasaje es crucial, porque además de lo que dirá diecisiete años después en Un pedigrí, es el único momento en toda su narrativa en el que Modiano dice que su hermano ha muerto. Lo enmarca en el momento en que alguien que viene del pasado le llama Patrick y el protagonista reconoce que es imposible hablar del pasado. «J’avais perdu mon frère»,6 Punto. La oración viene precedida de otras que acaban en puntos suspensivos y va seguida de otras que también acaban en puntos suspensivos. En medio, una frase mínima, porque para el narrador es imposible añadir nada a esa enunciación rotunda. El hermano ha muerto y el hilo de araña que le unía a aquel mundo, la infancia, se ha roto, no queda nada de todo aquello. Patoche, como Pataud, no ha podido hacer nada ante el perro devastador que orienta al cazador. «J’avais perdu mon frère», Patoche ha quedado atrás, el hilo de araña se ha roto, el narrador se llama a partir de aquí Patrick. Se ha acabado la edad de la inocencia. Aparece la conciencia de la muerte, de manera que en Viaje de novios recurrirá a la misma imagen del hilo invisible para expresar el deseo de comunicación con el otro y la sempiterna amenaza de la parca.
Como se ha dicho, el abandono de la infancia es uno de los temas omnipresentes en la obra de Modiano y Reducción de condena, podría ser la novela que más claramente lo muestra. La obra se construye como novela familiar y como cuento infantil, emparentado con los cuentos de hadas (Gellings, 2009: 108-109). Pero, aunque es cierto que el apodo de la criada (Blanca Nieves) o el moño de Mathilde (de bruja) sean característicos del cuento de hadas, la temática de la novela remite directamente al encuentro de los niños perdidos del cuento de Aymé Les cignes (2002d: 683-696).
La historia comienza la mañana en que los padres de Delphine y Marinette se van al pueblo, no sin advertir a sus hijas de que no crucen la carretera. Más tarde las niñas están al borde de esta cuando ven a una cabrita andando a toda prisa y no pueden evitar cruzar la frontera prohibida para preguntarle a dónde va. La cabrita les dice que tiene mucha prisa y que va «al encuentro de los niños perdidos». Se cruzan también a unos patitos muy presurosos porque también tienen que llegar «al encuentro de los niños perdidos». Acto seguido se encuentran con un cachorrillo que les dice que también va a la cita y explica que cuando uno no tiene padres como en su caso va «al encuentro de los niños perdidos» para intentar encontrar una familia, y que le habían hablado de que el año pasado un joven perro como él había sido adoptado por un zorro…Como el perrito tiene las patas cortas y se entretiene jugando, las niñas lo llevan en brazos para que llegue a la cita y pueda ser adoptado. Llegan a un lago y, en la isla del encuentro de los niños perdidos Delphine y Marinette son adoptadas por error. Al final se aclara el embrollo y las niñas, con la ayuda de un viejo cisne, logran llegar a casa antes que sus padres descubran que han cruzado la carretera.
Esa búsqueda de sustitutos familiares aparece a lo largo